TRAIL GEGANT DE PEDRA - ONDARA 2023

Novena etapa del Circuito Trail de La Marina completada, finalizando (que no disfrutando) el Trail Gegant de Pedra en la para mí desconocida Ondara y su Serra de Segària el pasado día 18.

Madrugón de los buenos, como casi siempre que toca ir a La Marina, y después de una hora de coche con Rafa nos plantamos en Ondara. La carrera empieza a las afueras de la población y toca aparcar en bancales habilitados como aparcamientos. El vendaval de los días anteriores ha amainado y hay un cielo despejado a nuestra llegada a la localidad ondarense que desde la comodidad y el calor del coche hacen pensar que la mañana será agradable, pero a los 5' de salir a por el dorsal el frío y la humedad resultan ser más molestos de lo esperado.



Recogemos el dorsal y la camiseta, echamos un vistazo a la zona por la que correremos (qué pelado se ve todo, qué poco verde...) y al coche a hacer tiempo, que el frío se cala bien en los huesos. Cuando quedan 15' para empezar, nos cambiamos y a la salida. Rafa calienta cuesta arriba y abajo. Yo, una vez más, creo que no llego con el descanso que requiere la prueba y prefiero reservar fuerzas. Somos, creo, menos participantes que en ninguna otra prueba del circuito que haya corrido hasta el momento, así que decido quedarme algo atrasado en el pelotón de salida y así (iluso...) adelantar luego posiciones si puedo.

La carrera arranca puntual y sus dos primeros km son una vuelta por asfalto rodeando la zona de la salida, para estirar un pelotón que fuera más numeroso y empezar a calentar las piernas. Algo me dice que hoy tampoco es mi día en cuanto a velocidad ni resistencia, y mentalmente ya empiezo a temer encontrarme algo como los últimos km de la anterior etapa del circuito (vaya reventón...) pero todavía soy fuerte mentalmente y me esfuerzo por disfrutar de la carrera.





Del km 4.5 al 5.5 vamos subiendo por una zona embarrancada, ganando en total unos 160m de altura, en fila de uno. Me he quedado a la altura de la que creo que fue mi acompañante en los últimos metros del Trail de Almèdia y su grupo, que suben hablando sin dificultad mientras yo trato de aguantarles el ritmo yendo mucho menos fresco que ellos. He estudiado el perfil y sé que no queda mucho para llegar al collado del Pas de Benimeli y bajar al pueblo del mismo nombre, así que no bajo el ritmo y cuando toca descender, en una bajada algo técnica pero que supero dignamente, me digo que en el avituallamiento del pueblo recuperaré el aliento y afrontaré la siguiente subida en mejores condiciones.


Paro en Benimeli, bebo y como un dátil y en menos de 10m toca subir otra vez, ya sin pausa, desde el extremo oeste de la sierra hacia su cara norte. Es un hecho. No voy nada fino, y no ayuda mentalmente ver lo solo que me he quedado y que me supere uno de los últimos corredores del pasado Trail de Pedreguer con el que peleé los últimos puestos de aquella carrera. El paisaje tampoco ayuda, subiendo por una zona afectada por un incendio en noviembre que está todavía negra y en la que todavía se huele a vegetación quemada.

Comparto sufrimiento con un par de corredores que tampoco van finos y esto ayuda a olvidar un poco el hecho de que lo llevo mal, muy mal. Para llegar a la zona de las antenas que hemos estado viendo primero a nuestra derecha subiendo hacia el collado y que ahora quedan justo delante de nosotros todavía tendremos que subir una pendiente bastante dura, de unos 800m de distancia ganando 140m, y ya empezamos a ser adelantados por los corredores de la versión sprint de la carrera, que han salido media hora después que yo. La primera mujer, Jessica Asensio, nos adelanta en el punto exacto en el que estamos a nada de equivocarnos de camino mi grupo y yo y nos avisa con un grito de que no vamos por el camino correcto.


El ascenso a las antenas me desgasta muchísimo. Toca también un poco la moral ver cómo hay corredores del sprint que en esa misma zona me adelantan corriendo como si fuéramos en una pista de atletismo mientras yo solo puedo caminar rápido cuando la pendiente da algo de respiro.

La bajada por la cara sur de la sierra de nuevo hacia la zona del collado que ya habíamos pasado es más técnica de lo esperado y desciendo lento y siendo un estorbo para los corredores de la prueba corta, a los que cedo el paso como puedo, quedándome más y más atrás en la carrera.

Cuando dejamos de bajar y corremos en llano el circuito nos mete en una acequia con el fondo en no muy buen estado y cuesta pisar con seguridad, pero al menos me sirve de descanso. Allá por el km 11, un voluntario situado 20m delante de nosotros nos avisa de que la carrera larga debía girar hacia arriba unos 10m atrás (que digo yo... ¿por qué no se pone en el mismo cruce a avisarnos, si no hay señales de desvío separando las pruebas?)

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Retrocedo junto a mis dos acompañantes y empezamos un penoso ascenso vertical como pocos, con marcas de PR no muy visibles y balizas menos a la vista todavía en muchos puntos.

En unos 480m ya hemos subido 160, prácticamente trepando por roca y camino escarpado. Al pasar la Cova Bolumini el recorrido nos da un pequeño descanso en el ascenso (150m aprox.) para llevarnos después al último tramo de aquella casi trepada, de nuevo subiendo por roca, más escalando que andando (por supuesto, no corriendo)

El fotógrafo que está casi en lo más alto imagino que captará mi cara de muerte, mientras intento sonreír, pero creo que solo alcanzo a poner una mueca muy rara. Paso a la otra cara de la sierra por el Portet de Beniarbeig, sintiendo mucho calor y valorando seriamente parar a quitarme la primera capa de ropa, pero en la zona de sombra hace frío todavía y decido aguantar.

Mi cara acabando la subida...

El descenso es complicado, por la pendiente, el barro de las rocas por las lluvias de hace unos días y mi tremendo bajón físico. Agradezco las cuerdas que han puesto para bajar, pego algún que otro resbalón en roca resbaladiza y maldigo por ir tan mal con tan solo 13km y no poder correr ni cuesta abajo en tramos que deberían ser cómodos, con una fina alfombra húmeda de hoja de pino cubriendo la pista.

En algunas zonas técnicas he tratado de ir rápido pero un amago de torcedura de tobillo me ha quitado las pocas ganas de acelerar. De repente miro el reloj. Van 3h, no he pasado del km 15 y voy solísimo. Raro será que no cierre yo la carrera. Subiendo penosamente cerca de la Peña Roja saco el tlf. y aviso a Rafa con un audio de WhatsApp de mi lamentable situación, para que se tome con calma la espera. Me anima y me comenta que quedan todavía dos subidas que pueden pegarse bien, pero también me dice que la carrera no llega a los 21km como se anuncian, algo que agradezco infinito reventado como estoy.

Entra un audio de Ramón también, comentándome que ha hecho un carrerón en la media de Alicante hace una hora e interesándose por mi carrera (creyendo que he terminado...) Comparto con él las penas de mi carrera y entre los ánimos de los amigos voy avanzando.

Paso el km 16 y su avituallamiento, que tomo con mucha calma, importándome muy poco todo ya (marcas, posiciones, tiempos...) y descubro el segundo repecho que me anunciaba Rafa en su último audio. Menudo rampón para casi acabar. Casi 100m en menos de 400 terminan de matarme. El terreno, ya en el extremo este de la Sierra, pegado a la autovía, está seco, pelado, es rocoso y no me permite dar ni una zancada cómoda. Empiezo a bajar como puedo, lento y con cuidado, pues las piernas parece que fallarán en breve. Llego al fin a un tramo en el que una cinta parece que me impide meterme en el asfalto de la carretera, pero no alcanzo a ver ninguna otra baliza que no sea una de las que vi en la larga vuelta asfaltera inicial, así que me digo que por ahí debería llegar a la meta (me equivoco de camino, pero esto lo descubro ya en meta).

Voy cuesta arriba, trotando como puedo, cruzándome a corredores que ya están cambiados seguramente hace horas, y la meta no aparece nunca en el horizonte. Solo subida y más subida.



El ascenso se endurece camino al merendero y aparece Rafa animándome, diciéndome que hay que dar un pequeño rodeo y que la meta aparecerá. El "pequeño rodeo" para mí es eterno, y la meta queda muy arriba de una cuesta en la que apenas puedo correr. Un corredor que ya ha terminado hace la gracia sin gracia de comentarme que "¡para tener el dorsal número 1 hay que ver cómo vas!" Me limito a mirarle con desprecio. Tal vez con más fuerzas le habría dicho un par de cosas, pero solo pienso en acabar.

Troto cuesta arriba, más por estúpido orgullo de cruzar la meta sin caminar que por tener fuerzas para ello. Rafa me echa alguna foto, pues llego tan tarde que los fotógrafos ya están ocupados con la entrega de trofeos, y paro el reloj en 3:50:39, 12 por la cola entre 104 participantes (¡qué pocos!), 4º por la cola entre 34 veteranos, 82 de 105 hombres. 




Recupero energías con un bocadillo espectacular, bebida y dulce en un avituallamiento final muy bueno atendido rápida y eficientemente por muchos voluntarios, mientras comento las penas de la carrera con Rafa y compañeros puntuales de la prueba que me voy cruzando. Rafa ha hecho un carrerón, como todos los que corre últimamente, y coincide conmigo en la dureza de la prueba y la dificultad técnica del circuito en muchos puntos. Yo, me he vuelto a replantear muchas cosas durante las casi 4h que he tardado en terminar y casi estoy decidido a abandonar el Circuito, el Trail y los grandes objetivos que tengo a corto medio plazo, pero la cosa cambia con la cabeza fría días después, descanso y una sesión de fisio que duele como nunca, pero que parece haber medio resucitado las patas y eliminado la constante sensación de fatiga y carga de los músculos.

Mañana me toca enfrentarme a Atzavares Trail, que yo conocí hace unos años como Infernal Trail en un recorrido ligeramente distinto, y lo hago más animado que en las últimas dos pruebas y con la sensación de que las piernas van a acusar el esfuerzo mucho más tarde que en las últimas carreras.

No aspiro a otra cosa en Orba mañana. DISFRUTAR, en mayúsculas, del recorrido, olvidándome de tiempos y ritmos. Tal vez vuelva a terminar de los últimos, pero necesito sentirme a gusto, no vacío desde el km 5, y acabar fuerte mentalmente, con ánimos para la siguiente carrera y sin pensamientos negativos. Antes de Ondara había acumulado muchas carreras, poco y mal descanso y mucho estrés.

Mañana, espero que sea muy distinto todo, de una vez por todas.

Os cuento cómo va todo en la próxima entrada del blog.

Cuidaos.

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