MEDIO MARATÓN TRAIL LLANERA DE RANES 2021


Mi primer medio maratón de montaña tenía fecha hacía meses y debía haber llegado la semana pasada en Confrides, pero tal como está la pandemia todavía la organización eliminó cualquier competición que no fuera la distancia de maratón, distancia muy lejos todavía de mis capacidades montañeras. En su lugar apareció en el calendario un desconocido para mí Trail de Llanera de Ranes, una semana después, el pasado domingo. Sobre el papel, al menos, un circuito muy corredero, desnivel moderado (apenas 900m con más km que mi última carrera, Granadella Trail), nada técnico, pero con un paisaje y recorrido mucho menos atractivo.

Los organizadores, Trifitness31, ya empezaron a dar señales de que la carrera iba a traer más disgustos que alegrías según se acercaba la fecha de la prueba. Cambios de horario, errores en los correos enviados... hasta que 24h antes de la carrera se coronaron. El medio maratón, que empezaba a las 8:30h, se trasladaba a las 12:30h por exigencias de la Generalitat, según ellos (no han dado detalles ni publicado comunicación oficial alguna del gobierno autonómico) Probablemente no era viable tener maratón, media, 14k, 9k y (creo) 6k con poca separación entre sus salidas y cumplir con la normativa sanitaria actual, por lo que espaciaron las salidas de todas las pruebas a lo largo del sábado, mañana y tarde, siendo, sin duda, la media, la más perjudicada, pues le tocaría arrancar a mediodía en una jornada previsiblemente calurosa.

Cuando recibí la noticia el viernes no se me pasó por la cabeza cambiar de planes. Correría. El calor sería una parte más de mi reto de completar mi primer medio maratón trailero. ¿Que haría mucho calor? Pues me cargaba con más agua de lo habitual, sales, geles y gorra con protección para el cuello y a darlo todo. No iba a echarme atrás 24h antes.



Mi motivación y buenos ánimos cambiaron cuando llegué a Ranera de Llanes a las 11:00 el sábado y recogí el dorsal y la discreta bolsa del corredor, compuesta por dos geles y una camiseta conmemorativa (de tirantes, eso sí, algo de agradecer de cara al verano). Hacía calor. Demasiado. Más de lo que habría imaginado la tarde anterior. La salida y el terreno más cercano, un polígono industrial y largas extensiones de terreno sin mucha vegetación ni monte bajo, no invitaban a echarse a la carrera a recorrerlos. Las piernas, en un breve intento de calentamiento que abandoné en 1', tampoco es que se notaran especialmente fuertes y el calor hacía que solo pensar en ponerse a correr, aunque fuera a trote cochinero, cansara.

¿Debía retirarme? Con esa distancia y desnivel, con aquella temperatura, iba a estar dos horas y media como mínimo allí, lo tenía claro. ¿Merecía la pena la paliza a la que seguro iba a someterme? Le daba vueltas mientras me cambiaba, revisaba que llevaba en la mochila toda el agua necesaria, bebía y descubría que había olvidado el protector solar, algo que solucioné rápidamente con la ayuda de un corredor que me ofreció toda la protección que llevaba encima mientras abría él un bote nuevo que tenía guardado.



Ya en el pelotón de salida todavía valoraba seriamente no salir. ¿Qué hacía allí con 22km por delante a esas horas, con ese calor, en un maldito polígono industrial y corriendo por lo que, al menos en el mapa, parecía que iba a ser un secarral? Me quedé en la última posición del grupo, lejos, separado de todos, dándole más y más vueltas hasta que decidí que había que salir. Valdría como entrenamiento para acumular km y si era duro, mejor, sería bueno de cara al Veleta.

Al contrario que en otras ocasiones, la música en la megafonía, el rock a todo volumen y los ánimos del speaker no me revivieron moralmente. Malditas las ganas que tenía de echar a correr, por más que intentaba convencerme de lo contrario.

Salimos cuesta arriba, puntuales, y con el perfil y el mapa de la carrera más o menos estudiados intenté hacer a buen ritmo los dos primeros km, por asfalto en subida suave. Las piernas rodaron a 5'/km sin dificultad, pero llegaron las primeras subidas medio serias y no dudé en bajar el ritmo y caminar rápido, todavía por asfalto y paisajes que me parecieron desérticos. Empezamos a cruzar caminos de tierra que me recordaban mucho a mis salidas por los Lagos de Rabasa y mentalmente me vine abajo. ¿De verdad había pagado por aquello? ¿Por dónde sería más fácil abandonar la carrera esa mañana?

Salida

Primeros metros, saliendo del polígono industrial


Costalón del km 3 al 4 para seguir minando mis pocas fuerzas y moral, avanzando poco a poco por algo ya parecido a una carrera de monte, y a seguir con el sufrimiento. Vi a algún corredor con bastones ¿no estaban prohibidos? ¡Qué bien me habrían venido! Qué largo iba a hacerse aquello...


Bajada no muy técnica y un par de paredones más, allá por el km 5 y cerca del 6, casi verticales y muy difíciles de subir al tener poca roca y mucha tierra suelta y con solo 7km la idea del abandono ya se queda clavada en mi cabeza. La siguiente bajada resultó ser tan inclinada como la subida y tocó agachar el culo y poner las manos en más de una ocasión, compartiendo penas con un grupo de corredores y corredoras de un equipo que parecía que iban sufriendo a mi nivel y con el que fui dándome relevos en función de quién llevaba mejor las subidas o bajadas.

Casi sin recuperación y ya entre bosque de pinos, dejando al menos el paisaje lunar atrás, tocaba afrontar la que seguramente era la subida más larga y vertical de la carrera, del km 8 al 9.5 aproximadamente, con el avituallamiento en mente. Y aquí hago un inciso. Avituallamientos. Si la carrera se pasó a las 12:30h, "tal vez" habría sido conveniente modificar lo comentado en el reglamento, donde ya sabíamos que habría solo 2 avituallamientos, y añadir alguno más por el tremendo calor que teníamos que soportar, algo que no habría pasado seguramente saliendo a la hora prevista. Pero ahí estaba Trifitness31 demostrando que le importaba muy poco lo que pudiera pasarnos (en su cuenta de Instagram la respuesta a una queja sobre el cambio de hora y posible reclamación se limita a "léete el reglamento". Después se han medio disculpado oficialmente y sí devuelven el dinero,  aunque recalcan que no deberían, porque así lo dice el reglamento)

Unos metros más tarde de lo esperado, cuando todavía peleaba contra la idea de marcharme, caminando demasiadas veces, llegábamos al oasis (a mí me lo pareció), al avituallamiento, con garrafas de agua fresca, fruta, dulces... Resucité y ahí la carrera cambió para mí. Me tomé mi tiempo para beber de sobra, comer, tomar sales, 1 gel, y dejar llenos de nuevo los depósitos de agua que llevaba encima, y con una pista ancha y muy corrible cuesta abajo por delante, a la sombra, eché a correr cuesta abajo con energías renovadas.

La segunda mitad de la carrera quedaba ligeramente más resguardada del sol, aunque el olor a resina de pino y romero, con las altas temperaturas, todavía era asfixiante en algunos momentos. 



El terreno se dejaba correr con relativa facilidad y yo, que me sabía el perfil casi de memoria y además lo revisaba con frecuencia en el dorsal, donde aparecía también, no paraba de pensar en mi meta volante, el km 16, punto en el que, en teoría, el terreno y el desnivel se volvían favorables y esperaba recuperar todo el tiempo perdido hasta el momento.

Daba caza a participantes que había visto alejarse mucho tiempo atrás. No me movía con la soltura que habría querido y en algunos pasos, de bajada, llegué a caer de culo haciéndome daño en el apoyo con las manos, por culpa de la tierra suelta y mi poca habilidad y fortaleza, pero no paraba de pensar en que llegando al km 16 tenía ya la carrera en el bolsillo, aunque fuera a tardar muchísimo más de lo que habría esperado y estuviera en las últimas posiciones (llegué a correr tan solo a veces que pensé que casi cerraba yo la carrera)

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Todavía encontraría dos subidas matadoras y algún paso por zonas con algo de agua y barro que cargaron de peso un poco las piernas, pero al fin apareció el km 16 y con él, pensé, debía iniciarse una gradual y cómoda bajada hacia el maldito polígono industrial. Los comentarios con los pocos corredores con los que me juntaba eran todos en el mismo tono. "¡Esto no es normal!, ¡qué poco avituallamiento!, ¡qué calor!, ¡lo que vamos a tardar en completar esto hoy!" El final del sufrimiento "de verdad" llegó en el segundo y último avituallamiento, allá por el km17 aproximadamente. Garrafas con agua y hielo para bajar la temperatura, charla breve con una pareja con la que fui toda la carrera tira y afloja pero que me dieron la vida mentalmente bromeando con la dureza del recorrido... Vi el final cerca, por fin. El camino desde allí era una pista larga de bajada muy limpia y aceleré. Me moría de ganas por acabar, y tal vez aceleré demasiado, pues cuando la bajada se volvió menos pronunciada y volvimos a llanear sentí que no había fuerzas para mucho más. La pareja me volvió a adelantar (descubrí que ya conocía al menos virtualmente a la chica, Isabel Deltell, como le comenté más tarde) y, a lo lejos, empezó a verse alguna nave industrial. Aquello terminaba, por fin, y menos mal, porque aparecían pequeñas rampas en la pantorrilla derecha y la parte trasera del muslo izquierdo que indicaban que empezaba a estar al límite (sensaciones desconocidas para mí, pues en más de 12 años corriendo jamás he tenido calambres corriendo)




Se hizo eterna, la llegada al asfalto del polígono, pero una vez allí me felicité por no haberme retirado y estar acabando la prueba. Un par de giros y el maldito arco de meta, que pensé no llegar ver a mitad de carrera, con el abandono cada vez más claro, aparecía a lo lejos. Ni miré el reloj al cruzar la meta, me daba igual. Solo quería sombra, agua y tirarme al suelo a reponerme. Al menos el avituallamiento final estaba a la altura que requería aquello. Bizcochos, fruta, agua, bocadillos, tuppers de macarrones... Los organizadores, no lo estuvieron tanto, y son responsables directos de que yo no piense volver por allí nunca más y me piense muchísimo participar en algo que monten ellos.

Paré el crono en 2:55:55, según vi después, y tardé en atreverme a mirar la clasificación en vivo (estúpido orgullo), imaginándome en las últimas posiciones, habiendo tardado casi 3h para 22km y poco más de 850m de desnivel acumulado. Cuando por fin comprobé los datos vi que, lógicamente, las condiciones eran las mismas para todos y que había terminado mucho mejor de lo esperado, en el puesto 88 de 157, 55 de 98 en mi categoría. No se presentaron 57 corredores y hubo (¿solo?) 8 abandonos, siempre según la web.



Estaba KO. Aquello había sido una de las experiencias más duras que recuerdo en mucho tiempo. De haber estado en alguna ciudad conocida o conociendo el terreno, probablemente uno de mis numerosos pensamientos de abandono habría sido una realidad, pero al no tener puntos de retirada claros al final superé todos los obstáculos y completé mi primera media de monte. Valía como entrenamiento de sufrimiento para el Veleta (esta idea me mantuvo con vida en más de una parada a caminar) y me servía para acumular 22km, como tirada larga. Vencer al sufrimiento, a las malas sensaciones, a la cabeza pidiendo retirada desde el km2, esa era la victoria real aquella mañana (y, oye, por qué no, acabar no muy lejos de la media en la tabla en mi estreno en la distancia)



Ahora toca centrarse en la preparación para agosto. Acumular km, muchas subidas constantes, mucho desnivel. Una especie de preparación maratoniana (así la afronto, aunque va a ser mucho más duro que correr 42km de asfalto llanos) pero metiendo todo el desnivel que pueda. 3 meses por delante para llegar lo mejor posible a Granada el día 8 de agosto. Estoy lleno de dudas. ¿Conseguiré acumular el entrenamiento necesario? ¿Lo estaré haciendo bien, preparándolo yo solo sin entrenador guiándome por maratones en que sí me prepararon? Al menos tengo claro que lo voy a dar todo por el camino. Haber superado el maldito trail de Llanera me ha dado una fortaleza mental que necesitaba. Ahora, a preparase durante menos ya de 80 días y que sea lo que tenga que ser.

Nos leemos en la próxima entrada del blog.

Gracias por estar ahí.

Cuidaos.

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