XOSSES CREVILLENT 2025

No me había dado cuenta hasta esta edición de 2025, pero podría ser que Xosses de Crevillent, tal vez junto a Pego Trail, sea la carrera de montaña que más he repetido en mi corto historial trailero. Después de mi primera y sufridísima participación en 2014 también estuve por allí en varias ediciones post COVID, siempre con buenas sensaciones. Este año la carrera encajaba bien como entrenamiento para Garmin Mountain Festival, el maratón en el que participo solo dos semanas después de Xosses, así que, animado por coincidir allí con Rafa, Serafín, Pili y poder ver a mi amigo Ramón en la organización con su club, decidí apuntarme sumando mi cuarta participación en la prueba.

Llegaba a las 17:00h a Crevillent con Rafa, y al abandonar la protección del aire acondicionado del coche la sensación de bochorno nos dejaba claro el principal obstáculo de esa tarde en la carrera. Más de 30 grados, sensación térmica de algunos más, seguro, por la increíble humedad propia de Alicante y un horario de salida, 18:30h, que nos iba a poner a correr sin que hubiera bajado mucho la temperatura en la hora y media que teníamos todavía de espera. Subimos a la Plaza de la Constitución, donde se daría la salida, saludamos a Ramón, que ultimaba con su club los detalles organizativos del arranque de la prueba y rápidamente nos refugiamos a la sombra de una terraza en un bar, después de recoger el dorsal y la camiseta.

Allí, con café granizado en la mano intentando refrescarnos un poco, empezaba a juntarse mucha gente, a pesar del calor y el clima tan poco apetecible para meternos en el cuerpo 18.5km de monte bajo y poco más de 500m de ascenso acumulado. El club Km a Km de Elche era tan numeroso que parecía el club local. Pude saludar a Raúl Ortiz, también a Saray de ValeRunners y cuando Sera y Pili se unieron a nosotros y recogieron dorsales volvimos al coche a cambiarnos.

Ya sudaba un poco, solo de caminar por allí, y la pereza iba ganando la batalla mental a mis (pocas) ganas de correr. ¿Quién me mandaba ir allí para correr casi una media con aquel calor infernal? Me repetía que completar la distancia y correr con (previsibles) malas sensaciones sería un buen entrenamiento para el maratón así que, con esa idea en la cabeza, me cambié, cogí la gorra, chaleco con agua de sobra, aunque los avituallamientos eran frecuentes y los recordaba bien surtidos de líquido, y a la salida después de echar algunas fotos.


Nos situamos más adelantados de lo que me habría gustado, pero me dije que sería bueno para hacer el primer km y medio sin tropiezos ni tapones. Arrancamos, una vuelta por el pueblo y rápidamente a la calle Barranc, de subida, en dirección a la Rambla de Castelar. El primer mil pitó en el Garmin cerca de los 5'/km, más rápido de lo que debía, me dije, pues el calor desde bien iniciada la carrera era muy molesto y seguro que iba a frenarme.


Subida suave, dejando el polideportivo a la derecha, y ya en plena rambla pisábamos tierra y se estrechaba un poco el camino. El calor era sofocante y agradecía cualquier parón que viniera forzado por un pequeño atasco de corredores. Ganábamos altura gradualmente, con algún pequeño repecho, y comparándome con ediciones anteriores notaba que iba mucho más lento.


La cabeza, aunque iba con gorra, ardía como metida en un horno, y el aire se volvía irrespirable. Perdía muchos puestos con rapidez, pero me decía que, como en La Osera, recuperaría después (spoiler: NO)

No tardé en necesitar caminar en zonas donde en cualquier edición pasada corría o trotaba fácilmente. El calor me agobiaba muchísimo y empezaba a ser un problema, trasladado ahora también a mis manos, con los dedos hinchados como nunca. Pasada la zona de Els Pontets una rama me golpeó en la cara e hizo palanca sobre la patilla de las gafas. Tal era mi empanada mental provocada por el calor que pensé que las gafas habían ido a parar al suelo o que se quedaban enganchadas en algún árbol. Busqué, paré... Las gafas, cuando me di cuenta, estaban perfectamente puestas donde estaban, sobre el puente de mi nariz, en su sitio. Tenía un problemón con el calor, era un hecho.


La salida de la Rambla y la subida a la pista que nos llevaría hacia la subida a Loma Blanca fue lenta y sufrida. De nuevo, me acordaba de otras ediciones corriendo y trotando por allí sin problema, y me minaba la moral verme caminando sin poder dar ni una zancada. Tenía los dedos de las manos tan hinchados que cerrar el puño generaba una tensión enorme en los nudillos. ¿Palmaría de insolación? Me sonaba que en algunas ediciones anteriores habíamos corrido por la mañana, sin tanto calor, y que la pasada edición, aunque era por la tarde, fue semanas antes, no tan metida en junio ni con el bochorno brutal de aquella tarde.



La cosa no iba a mejorar, pensé, cuando cerca de una zona de aparcamiento la pendiente ganaba algo de dureza y nos acercábamos al último tramo, el más duro de la larguísima subida iniciada 3-4km atrás. Seguía siendo adelantado por muchísimos participantes, incapaz yo de trotar, aunque el recorrido diera un respiro y suavizara en algún punto el nivel de las cuestas. Cuando giramos a izquierda bajando, aproveché ese pequeño tramo de descenso para recuperar aire, pero no para recuperar terreno o acelerar, pues sabía que no tardaríamos mucho en empezar a subir, en un giro a izquierda que dejaba a la vista la larga subida que teníamos por delante, bien conocida de mi paso por allí en ediciones anteriores.

La cuesta no me pareció especialmente dura, a simple vista, y me animé a ganar posiciones subiéndola. Superado el primer tramo, unos 200m ganando unos 60 de altura, pequeña bajada algo complicada y a por el segundo, llegando ahí sí, al punto más alto del circuito, ganando alguna posición más. Por fin, muchos km de bajada, unos 3.5, si no me fallaba la memoria. Pensé que tal vez en ese descenso recuperaría fuerzas, aprovechando además que la tarde avanzaba y la temperatura bajaba algunos grados, pero estaba muy equivocado. Las piernas estaban cansadas, el calor me había desgastado a niveles inesperados y bajé muy lento.

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Primero, con cuidado, en la única parte técnica y con algo de dificultad de la carrera. Después, por una pequeña zona que parecía una rambla, algo embarrancada, habría sido fácil ganar velocidad y puestos en otra situación, como hice en pasadas ediciones, pero estaba muy cansado. Bajé como pude, seguí perdiendo puestos y corrí muy muy lento, pensando en llegar al avituallamiento que recordaba que habría cuando la pendiente de bajada se suavizara.

En este punto bebí mucho, me arriesgué a tomar isotónico (no estoy acostumbrado, pero había sudado tanto que seguro que era aconsejable) y retomé la carrera, parando antes a aliviar la vejiga y ajustarme el pantalón. Allí, a la sombra, tras el parón, sentí que me recuperaba un poco, y eché a correr dando caza a muchos participantes que me habían adelantado durante mi parada en boxes.

Decidí quedarme en un grupo grande, a su paso, acompañando a su ritmo a varias corredoras de Km a Km Elche, y usando a la grupeta de liebre avancé no rápido, pero sí con menos sufrimiento, el resto de km que teníamos todavía de bajada por delante. Llegamos al avituallamiento previo a la subida hacia la zona del Centro de Los Molinos y volví a beber y tirarme agua por la cabeza, subiendo caminando por una pista de cemento y asfalto que nos dejaría en una zona de pinada algo más fresca y corredera.

Saludé a Campos, de Km a Km de Elche, y fui dándome relevos con él hasta que iniciamos una larga subida que en Strava se identifica en un segmento como Barranc el Pla, en la que me encontré con fuerzas y troté, al fin, aunque fuera ascendiendo. Cuando echaba a andar también ganaba alguna posición y recuperé algo de moral, animándome a dar caza cuando podía a corredores que tenía delante. Sobrestimé mis fuerzas y en el mismo punto donde en 2023 saludaba a mi amigo Ramón y giraba a izquierda me volví a hundir viendo que la subida era más larga de lo que recordaba.

Troté como pude, caminé, y cuando por fin cogimos la pista que nos dejaría otra vez en el avituallamiento en el que había aliviado vejiga apenas podía correr ni cuesta abajo. Estaba cansadísimo y todavía teníamos que recuperar altura deshaciendo parte del camino que corrimos bajando en aquel punto. Subí caminando, casi 1km, ganando para mi sorpresa, otra vez, algún que otro puesto, y en el mismo punto en el que de bajada girábamos a la derecha bajando, allá por el km 6, en aquel momento, con unos 15km ya en las piernas, seguíamos recto, por fin de bajada constante hasta casi la meta, dirección a la Rambla de Castelar.

No era un camino complicado, pero estaba muy cansado y cualquier salto o pisada algo irregular tenía que hacerlo muy despacio. La llegada a la Rambla se hizo eterna, pero cuando allá por el km 16 enlazábamos con el camino de subida en el mismo punto que en el inicio pasábamos el km 3.5, un poco más arriba de Els Pontets, empecé a ver la luz al final del túnel.


Costó como nunca deshacer cuesta abajo todo el camino de la Rambla. Las piernas no iban finas, superar a los senderistas se me hacía muy difícil por lo estrecho que era el recorrido a veces y la salida de la Rambla, en un pequeño repecho que nos dejaría en el lado contrario al que subimos al lado del Polideportivo, terminó de reventarme.

Ya corríamos por asfalto u hormigón pulido, deshaciendo el camino inicial, cuesta abajo. Donde en todas las pasadas ediciones apretaba, ganando segundos, en aquel punto me tenía que limitar a dejarme caer al trote. Todavía tenía, lo sabía, un último repecho por delante, el que nos subiría de nuevo a la plaza y la meta, y fue girar a izquierda y ver la cuesta y necesitar echar a andar. Recordaba haber acabado la prueba en 2023 en unas 2:05h, y ya pasaba holgadamente las 2:20, así que lo único que me impulsó a acelerar cuando por fin la pendiente se suavizó fue no querer ver las 2h30 en el reloj. Aceleré como pude, algo más animado cuando por fin hubo público en las aceras y crucé la meta en 2:28, posición 232 de 396 en meta, 61 de 85 en mi categoría, 205 de 320 hombres. Algo más de 20' respecto a mi última participación, pero teniendo en cuenta el clima y mi reventón, con momentos donde llegué a pensar que no llegaba sano a meta, bien estaba. 



Las caras...

En la línea de llegada estaba la fotógrafa de Acariciando la Luz y a su lado Erica, a la que hacía tiempo que no veía y que me sacó fotos con el teléfono. Allí en la misma meta estuvimos hablando un poco, pero estaba reventado y necesitaba líquido y descanso, así que saludé a Campos, que entró poco después que yo, recogí la bolsa del corredor que estaba entregando mi amigo Ramón y fui al avituallamiento final, que este año estaba montado mucho mejor de lo que recordaba, en un camino que giraba por la plaza, con un puesto para cada elemento de la bolsa y la comida y voluntarios marcando en el dorsal cada vez que nos daban algo, y un recinto cerrado y vigilado para que solo disfrutáramos de aquello los corredores.

Me junté con Rafa y Sera, todavía medio descompuesto por el esfuerzo, tanto que sufrieron un poco mi mal humor post meta y post insolación (mil perdones) y recuperando fuerzas y líquido empecé a ser persona de nuevo. Solo acabar la carrera, en aquellas condiciones, soportando tanta agonía, ya era un entrenamiento de los que curtían, sufrimiento entrenado para lo que nos encontraríamos en el maratón en dos semanas. Había que darlo por bueno, mientras disfrutábamos de bocadillo, polo de horchata, fruta, bebida... un avituallamiento que es uno de los grandes atractivos de la carrera, con buena fama más que merecida. Pude juntarme un rato con Erica, ya más descansado y con cabeza clara, y comentar largo y tendido sus proyectos deportivos y ponernos al día un poco, que siempre es un gusto hacerlo cada vez que lo hacemos en persona, más que por redes sociales. Me pasó las fotos que me hizo de meta (fotazas, ¡gracias!) nos despedimos y retirada al coche camino de casa, con el calor de la carrera todavía presente en el cuerpo incluso después de la ducha, con un metabolismo tan acelerado y cuerpo tan reventado del esfuerzo y las altas temperaturas que apenas dormí.





Carrera montada ejemplarmente, de las que curten, en condiciones como las de esta edición, pero a la que me pensaré mucho volver si la previsión es que se realice tan avanzado junio y por la tarde, a pesar de que sigo pensando que es una buenísima carrera de toma de contacto con el Trail y que cualquier corredor aficionado debería probar al menos una vez.

Ahora sí, fin de competiciones y a entrenar lo que falta hasta el maratón el sábado 28 de junio. No llego ni de lejos con la preparación de mis dos anteriores maratones de montaña, pero creo que sí más fuerte de piernas y cabeza, así que... paciencia y a acabarla, sin aspirar a marcas, solo a disfrutarla en lo posible (el entorno se presta a ello) y pasar un finde de montaña y amigos.

Nos leemos en la próxima entrada del blog, ya con (espero) la crónica del maratón conseguido.



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