INFERNAL TRAIL 27KM


La última carrera previa al maratón de Confrides me llevaba el día 24 de abril a Orba, al Infernal Trail, una carrera que anunciaba originalmente 25km y poco más de 1000m de desnivel positivo acumulado, pero que viendo el track de Wikiloc de los organizadores, Atlos, en realidad recorría 27km y subía casi 1400m en total, como pudimos confirmar al acabar la carrera.

La Catedral del Senderismo, llaman a la zona. ¿Algo sobrevalorado? Eso pensaba de camino a Orba, después de un madrugón que me puso en pie poco después de las 5:00AM para salir con Rafa hacia este municipio de la Marina Alta mientras veía desde la carretera con las primeras luces de la mañana la zona montañosa que rodeaba la zona. No parecía gran cosa, al menos desde lejos (¡qué equivocado estaba!)

Al final, salieron casi 3km más
y al menos 300m más de ascenso...

Con un día despejadísimo, sin viento, temperatura muy buena para correr (no más de 13-14ºC) y llegando con tiempo de sobra a recoger el dorsal, sin sentirme cansado a pesar de estar en pie tan temprano ¿Qué hacer? ¿Cómo iba tomarme mi último entrenamiento/carrera con dorsal antes del maratón? ¿Tirada larga sin forzar?¿Competir a tope?

Dio tiempo a tomar un café en Orba para comentar con Rafa la carrera y planearlo. Él no se sentía con fuerzas (decía, pero está más en forma de lo que piensa) para apretar y se quedaría atrás, dejándome tirar a mí. Por mi parte, decidí correr con comodidad los primeros 4km y ya vería después cómo sentía las piernas para el resto del recorrido.

Todavía con media hora de margen antes de echar a correr volvimos al aparcamiento, a 5' de la salida, y nos preparamos. Sobraban (acerté) manguitos, braga al cuello o cualquier cortaviento. Era previsible una jornada calurosa pasadas dos horas y con echar una gorra a un bolsillo de la mochila accesible sin quitármela y llevar líquido de sobra bastaría.

Ya en la salida pudimos comprobar la escasa participación de la prueba, por debajo de los 200 participantes probablemente. Tocaría correr casi en solitario en cuanto la carrera se estirara, teniendo en cuenta que era la prueba con más inscritos, muy por encima del maratón que salió media hora antes o la carrera de 15 que saldría 30' después.

Kike Moret y su característica voz, con AC/DC de fondo, daban la salida y echábamos a correr más o menos con fluidez por asfalto cómodo y llano. Según el track que tenía memorizado, unos 4000 metros iniciales fáciles y sin mucha cuesta.



Me encontré bien desde el primer minuto y traté de llevar un ritmo cómodo, sin forzar. Perdí de vista a Rafa, pero imaginé que iba detrás de mí a poca distancia, midiéndose él también. Tanto entrenamiento juntos hace que nos conozcamos mucho y sabía que me podría seguir fácilmente si no tenía molestias por una tirada larga asfaltera que hizo días antes.

Los primeros km pasaron a poco más de 5'/km con facilidad y antes del km 4, como esperaba, dejábamos el asfalto y nos metíamos en una senda estrecha, todavía corriendo con comodidad. El recorrido nos llevaba hacia la presa d'Isbert y atravesaba su túnel, lleno de barro y agua y no mucha luz a pesar de los focos que había. Tocaba caminar con cuidado por los laterales para no mojarnos tan pronto y evitar caídas.





Una vez dejado atrás el túnel empezaba la primera subida del circuito, camino a El Campell, y resultaba difícil no echar a andar. Saqué los bastones y subí con rapidez los dos km que nos separaban del segundo pueblo que atravesaba la carrera. Tenía a la vista a Saray, de ValeRunners, una referencia habitual para mí en carreras de montaña, ya que suele ser algo más rápida que yo y suelo compartir a más o menos distancia muchos tramos de carrera con ella hasta que, normalmente, me pega un mini hachazo y la pierdo de vista.

Decidí, una vez más, seguirla y atravesando el Campell, pasando por una bonita zona boscosa con agua cerca del Camping de Vall de Laguar llegué a Fleix con 6km en las piernas, sin acusar cansancio, terminando el primer ascenso del recorrido. Pisábamos, de nuevo, mucho tramo de carretera o cemento, ya en suave bajada, y mi sensación era la misma que cuando llegué por la mañana. "Otra vez como en el Trail de Tollos. Cemento, asfalto, pista ancha... ¿Catedral del Senderismo? ¿Dónde, que yo lo vea?"

Un desvío a la derecha nos descubría los famosos escalones del barranco y empezaba a hacernos bajar metros rápidamente, dejando entrever la merecida buena fama del Barranc de l'Infern. Las paredes altísimas a ambos lados del barranco daban la sombra necesaria para correr frescos y permitir que la vegetación creciera verde y frondosa. Había que llevar cuidado bajando y me dejé muchos puestos de la carrera por este motivo, pues los escalones tenían demasiados salientes rocosos para alguien tan torpe como yo en los descensos, obligándome a perderme parte del paisaje para no dar con mis huesos en el suelo.

De hecho, en esta bajada una jovencísima corredora lloraba a moco tendido sentada en un escalón acompañada por el que parecía su pareja, aparentemente por haber sufrido algún accidente. Me interesé por el estado de ambos, pero el joven me confirmó que se podían hacer cargo de la situación solos y continué mi camino.

Seguí en mi descenso, con cuidado, disfrutando cada vez más de las vistas y escuchando el ruido del agua que recorría la zona debido a las lluvias de los días anteriores. En un giro, ya bien metidos en el barranco, el causante principal del ruido acuático aparecía en el paisaje. Un salto de agua quedaba claramente visible en el centro del barranco, a no muchos metros de distancia. Aquel espectáculo natural invitaba a pararse y fotografiar, pero la organización ya lo había tenido en cuenta y un fotógrafo estaba unos metros más abajo en una curva capturando el paso de los corredores con el salto de agua de fondo.



Puse mi mejor cara y reduje un poco el ritmo para tener un recuerdo nítido de aquello gracias a esa fotografía y seguí el descenso, sin sobreponerme todavía a una especie de síndrome de Stendhal que todavía me tenía descolocado. ¿Cómo podía no conocer aquella zona, aquella maravilla natural que ahora recorríamos, que había tenido siempre a una hora de camino desde casa?

En la parte más baja del barranco tocaba atravesar una corriente de agua en la que la punta de las zapatillas se caló. Llevaba calcetines de recambio, pues era previsible pasar por zonas con agua, pero decidí esperar a ver si se secaban bien y no era necesario parar (acerté, por suerte, como vi después)

Si la bajada había sido puro disfrute el ascenso por más escalones como los que bajé no dejaban atrás en atractivo al tramo escalonado anterior. Avisé a Saray de que le cogía el relevo y la adelantaba, después de muchos metros muy juntos, y decidí que aquella subida se podía hacer a más velocidad.

Las piernas respondían y los escalones eran amplios, permitiendo dar un pequeño salto, 2 o 3 zancadas, otro salto y, así, subir con comodidad. Saqué muchos metros de distancia a mis perseguidores y rápidamente me quedé solo en aquella larga subida, algo que hizo que en algunos puntos me costara adivinar si iba por el camino correcto, por haber tramos con balizas muy separadas.

Me di cuenta de que, aunque el recorrido finalmente iba a ser de 27km y unos 1400md+ y así lo subió a Wikiloc el organizador (aunque los carteles siempre anunciaron otra cosa) el perfil del circuito que aparecía en nuestro dorsal no era el correcto y no se correspondía con el relieve real. Según el gráfico, debería estar bajando, pero me encontraba todavía una larga subida hasta el km 10.

Olvidé el dibujo del dorsal y me fie de mi memoria, recordando el track de 27km que había visto en wikiloc. El ascenso terminaba en Pla de l'Avenc, donde avituallamos, con comida, bebida y líquido suficiente para iniciar un descenso cómodo hacia el barranco.

Seguía yendo prácticamente solo, cruzándome con pocos corredores de mi distancia y viendo a algunos ya del maratón. Las piernas respondían, pero mi torpeza descendedora hacía que perdiera algo de velocidad, algo que propició que, al fin, volviera a ver a Rafa, que se ponía a mi paso, una alegría para mí después de tanto tiempo en solitario.

Comentamos cómo nos había ido la carrera hasta el momento y coincidimos en nuestras impresiones sobre el circuito hasta aquel punto en el que volvimos a juntarnos. Aquello era un carrerón y había sido todo un acierto inscribirse. Rafa parecía ir más o menos como yo de fuerzas y motivación, así que, desde ese momento, sin decirlo expresamente, decidimos correr juntos el resto de la carrera.

Desde el km 12 se iniciaba una larguísima subida hasta punto más alto de la carrera, en el km 16, en una zona bastante más desprotegida del sol que el resto y en la que el calor empezaba a apretar y a hacer necesaria la gorra.

Teníamos un descanso cerca del km 14, bajando por el Barranco del Tuerto, pero después el ascenso era rápido en muy poca distancia, con algo de viento. Las vistas, como todo el recorrido hasta ese punto, hacían que valiera la pena el esfuerzo. Como comentaba con Rafa.... ¡qué bien lo estábamos pasando!

El final del ascenso nos dejaba en una carretera camino cuesta abajo o en llano hacia Benimaurell, ya con prácticamente el resto del circuito en clara bajada o en terreno plano.

Decidimos tomarnos con calma el avituallamiento en la plaza del pueblo, meternos en el cuerpo algún gel, guardar los bastones, beber sin prisas, comer un pedazo de sándwich e iniciar el descenso hacia Fontilles. Mi corredora/referencia, Saray, nos alcanzó mientras descansábamos y arrancó mucho antes que nosotros, inalcanzable y sin que la viéramos más hasta la meta. Todavía caminaríamos un poco, bebiendo con calma, tomando gel, antes de echar a correr. Las piernas empezaban a acusar el esfuerzo, pero teniendo el resto de carrera con perfil a favor, podíamos permitirnos ser optimistas y pensar en un buen final de carrera.



Salimos de Benimaurell y en un repecho encontramos un avituallamiento que no esperábamos y un cruce que ni las voluntarias acertaban a saber bien dónde llevaba y qué participantes, los de 25 o maratón, debían tomar. En aquel punto, bajaban los maratonianos (de ahí el avituallamiento, ya que ellos no entrarían a la plaza de Benimaurell) y nosotros girábamos a la izquierda. Perdimos algo de tiempo en esa confusión con los itinerarios, única falta más o menos grave de la organización, que finalmente les restó 7km a los del maratón y unos 2 a los de 15, y cogimos una pista amplia y cómoda que invitaba a correr, pero que puso en evidencia el desgaste físico por las subidas anteriores. Teníamos las piernas más cansadas de lo que esperábamos y no hubo fuerzas para acelerar tanto como habríamos querido.

El camino hacia Fontilles alternaba tramos de pista de asfalto, tierra o cemento con otros en los que corríamos por senda arbolada cuya sombra daba tregua al calor cada vez más intenso. Además, en más de un giro o cruce la señalización no era muy visible o creaba confusión haciendo referencia al maratón y no a nuestra distancia, haciéndonos parar unos segundos para decidir cuál era el camino correcto.

Con el medio maratón en las piernas entrábamos en una larguísima pista hacia Murla en la que casi no había protección contra el sol y en la que el perfil era algo más llano, obligando a correr sin la ayuda del desnivel favorable, sobre terreno duro. Era, con diferencia, la parte más fea del recorrido, en un momento en el que mentalmente había que tener la cabeza fría para aguantar el ritmo y no perder de vista que ya solo quedaban unos 4km por delante y no muchos metros de ascenso.

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Un giro a izquierda, señalizado por dos voluntarias cerca del Trinquet de Murla seguía dejándonos en un camino que alternaba carretera de asfalto y pista de cemento, pero que al menos ya nos tiraba de cabeza hacia Orba, prácticamente en línea recta.

Rafa parecía flojear, pero ir hablando con él en el ascenso hacia Benimaurell y en la bajada hasta el punto en el que estábamos me había ayudado a no sufrir demasiado mentalmente, así que le esperé unos metros, me quedé a su paso y aguanté la bajada como pude. Un último tramo por zona boscosa y algo técnica ponía a prueba los ya más que cansados músculos. Temía, por la flojera, no poder levantar bien el pie en algún salto o apoyar y que las fuerzas fallaran, así que bajé lento. Hubo un amago de rampa en el muslo derecho, pero no se repitió y el terreno mejoró poco después y ya no fue necesario ningún esfuerzo extra.

Cogíamos de nuevo camino de cemento o asfalto y escuchábamos al fin la megafonía de la meta a lo lejos. Ya estaba hecho. Un par de giros ya por carretera cercana al polideportivo y teníamos la meta a la vista, habiendo visto en el Garmin hacía rato los 27km.



Solo quedaba felicitarse por la carrera y poner buena cara para la foto de la meta, parando el reloj oficial en 3h55:33 (no me veía por debajo de 4h saliendo de Benimaurell), posición 81 de 154, 74 de 125 hombres y 34 de 49 en mi categoría, un resultado más que aceptable para mí, rozando la media. Como anticipábamos, la carrera medía algo más de 27km y acumulaba en total casi 1400m de ascenso, algo que a muchos les pudo parecer inesperado y demasiado por encima de lo anunciado, pero que a mí me venía muy bien de cara al reto de mayo. Una tirada larga con dorsal en una carrera buenísima y acompañado de mi amigo ¿para qué más?



Tenía que estar (y lo estoy) contento con el resultado. Circuitazo que, aunque abusa al final un poco de pista fea y solitaria, es en conjunto, sobre todo por el espectacular paso por el Barranc, un carrerón que no hay que perderse y que si en el futuro marca mejor los cruces, desvíos y señaliza algo mejor algunos tramos lo tiene todo para hacerse grande.

Mientras reponíamos fuerzas a la sombra, cansados pero contentos con el resultado, muy bueno para los objetivos de cada uno (Rafa para 101 Ronda, yo para el maratón), sobre el césped, en la meta, con bebida y un bocadillo que daba la organización para reponernos, en mi cabeza ya empezaba a verme en la próxima parada, la gran cita de Confrides el catorce de mayo. Al fin, empezaba a sentirme capaz de completarlo, después de semanas con sensaciones reguleras y acabar las tiradas largas entrenando (las que han ido a 30km o más) demasiado reventado como para pensar en seguir los 12km más que exigirá Confrides.


Toca seguir mirando hacia delante. A menos de 20 días para el maratón, con un par de entrenamientos largos más en el camino, el trabajo está casi hecho y la carrera de Orba ha sido una inyección de moral inesperada para llegar al 14 de mayo con la sensación de que es posible afrontar el reto de la temporada en condiciones. Tocará ser duro mentalmente, ya que después de tantos entrenamientos en compañía el día del maratón finalmente correré en solitario y eso no lo he entrenado tanto. Por suerte, diría que las piernas sí que tienen la capacidad de soportar la paliza que supondrá la "vueltecita" por La Serrella que es el maratón de Confrides.

La próxima vez que leáis el blog sabréis si sobreviví y acabé o no, si crucé la meta y quién venció, la montaña o yo. ¿Podré con el reto? Empiezo a creer que sí.


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