LA OSERA 25K 2025

Por redes sociales, por conocidos, por la propia web de la prueba... El boca a boca siempre ha hecho que reciba información del Trail de La Osera con muy buenas valoraciones. La distancia que separa Alicante de Paterna del Madera (Albacete), siempre había sido el principal obstáculo que impedía que me decidiera a participar, pero este año, viendo el diseño de la camiseta y la cercanía a mi 48 cumpleaños me dije que no me la iba a perder, así que reservé alojamiento a las afueras del pueblo vecino, Bogarra, a 10 minutos en coche de la salida, y dormí la noche anterior allí, dispuesto a conocer si todo lo bueno que se comentaba de La Osera era cierto.

La llegada a Bogarra la tarde anterior ya permitía intuir que solo por el paisaje ya valía la pena las dos horas y media de viaje. Ignorante de mí, no imaginaba que en Albacete podía haber una zona montañosa como la que iba apareciendo en mi camino según me acercaba al pueblo. Descansé muy bien, dormí las horas que necesitaba y el madrugón no se sufrió tanto como otras veces, de camino a Paterna del Madera.

Aparqué sin problema a 5' de la salida, gracias a haber llegado con mucho tiempo de antelación , me quedé con los nombres de casas y alojamientos en la misma salida que cuando revisé para apuntarme a la carrera ya tenían colgado el cartel de completo y recogí el dorsal sin ningún problema, pues tanto el maratón que salía antes de mi carrera, la de 25km, mi prueba o el 10k que empezaría después no tenían mucha participación. ¿Me habría equivocado y aquello no era para tanto?

La carrera seguía dándome motivos para pensar que no, solo viendo la camiseta que venía en la bolsa y la cantidad de productos locales que incluía (pan casero, fuet, conservas de comida local, una torta dulce que casi no cabía en la bolsa...) Me quedé en una cafetería cercana que tenía habitaciones en las plantas superiores del edificio (tomé nota, Hostal Almenara) y café y tostada en mano esperé que se acercara la hora de inicio.


Por allí había mucho corredor albaceteño, pero también vi por allí clubes de Alicante, como el km a km de Elche o el Ginestar de Benissa. Sin estar masificado, el ambientillo deportivo-festivo ya animaba a correr. Me di una vuelta por la zona de la salida antes de empezar y pude ver que el paisaje que íbamos a encontrarnos en la carrera era sorprendentemente verde y frondoso, un terreno montañero con el que, como comentaba, no contaba en absoluto.

Me cambié, ligero de ropa para soportar el calor que previsiblemente tendríamos que soportar, y me quedé atrasado en el pelotón de salida, dispuesto a pasarlo bien y olvidarme de tiempos y marcas. No había ido hasta allí para reventar como lo hice en Confrides, así que si prisa y a verlas venir, pensé.

Arrancamos puntuales por camino cómodo y amplio durante 500m en constante descenso, en dirección a la montaña y cuando el recorrido empieza a subir la senda se estrecha formando fila de uno y haciendo muy complicado adelantar a nadie. He salido muy atrasado y el tapón hace que frene y vaya lento, pero como no voy pensando en ritmos ni posiciones en la tabla, me freno, no doy acelerones para intentar adelantar a nadie y voy con calma. Venimos de unas semanas de lluvias por la zona y todo está muy verde y húmedo. Pisamos blando, en zonas de pasto bajo o tierra compacta y por el momento las sensaciones no son malas, si comparamos con Confrides, donde en solo 1km ya sabía que tenía problemas y estaba fatigado.



Mil metros de camino ascendente ganando unos 140m de altura y en una zona que llaman Los Colladitos la subida termina, el camino se vuelve algo más amplio y empieza una bajada de km y medio hacia el rio Madera. Venimos de un ascenso que ha ido ganando verdor y frondosidad rápidamente y en este punto del circuito ya hay tramos en los que no es posible ver nada a nuestro alrededor que no sea un bosque alto y espeso que da sombra a gran parte del recorrido. La bajada hacia el río es cómoda y la fertilidad y humedad del terreno convierten aquello en un espectáculo natural que gana enteros cuando empezamos a correr escuchando cerca o directamente viéndola la corriente del río. Un vistazo a la izquierda y abajo permite ver una alfombra verde moteada de flores rojas y amarillas que invitan a parar y echar alguna foto, pero la carrera es larga y aunque voy fresco, no quiero quedarme demasiado separado del grupo en el que voy.



Cerca del río dejamos de bajar, corriendo en paralelo y subiendo progresivamente hacia Batán del Puerto, durante casi 2km, para volver a subir en el pueblo, donde repongo líquido y me mentalizo para afrontar el ascenso más largo de la carrera. Toca subir hasta el punto más alto del circuito durante casi 7km, metiéndonos en las piernas unos 650m de altura, y los primeros 1000 metros ya suman 170m de desnivel, así que saco bastones y subo con velocidad constante, pero sin prisa.

No hay terreno técnico, solo pista amplia que seguro que a gente más fuerte que yo no le cuesta correrla en todo el recorrido. Si hasta el momento el bosque y el terreno ya parecían espectaculares, ese tramo de carrera lo vuelve a superar. Silencio absoluto, sensación de no tener ni idea de dónde estamos, alguna ardilla cruzándose por el camino, huellas de jabalís recientes...Cuánta vida y qué bonito es esto. Mire donde mire solo veo árboles altos, vegetación húmeda... El olor de todo aquello es casi agobiante. La pista permite avanzar alternando trote y caminata y el grupo se ha estirado.

Me ha ido adelantando a tirones un corredor que cada vez que me supera me deja escuchar una respiración forzada que indica que no va nada bien. Le adelanto, lo veo sudando a mares y cara de no pasarlo bien, y poco después me vuelve a adelantar, calzado con unas Nike de asfalto y cámara de aire tal vez no adecuadas para el terreno y con un vaso de plástico en la mano. En uno de los adelantamientos desfallece y lo dejo atrás, para quedarme esta vez en compañía de una joven corredora cartaginesa con la que me doy relevos durante muchos metros, tantos y al mismo ritmo que al final acabamos conversando, en los tramos de caminata rápida, volviéndose así el camino mucho más ameno.

No lo he hecho voluntariamente, pero creo que he ido subiendo el ritmo poco a poco y cada vez veo más cerca al grupo que tenemos delante. Tomo un último relevo a mi compañera de camino dejándola atrás y echo a correr, sintiéndome fuerte y aprovechando que, aunque seguimos en camino ascendente, la pendiente es más suave. Gano un puesto, otro, otro más y disfruto del recorrido como un enano. Qué acierto venir a esta carrera, me digo, cuánto ha merecido la pena el viaje. Después de un duro repecho, allá por el km 10, llegamos a la zona de El Encebrico, una pequeña aldea que años atrás estuvo habitada pero que ahora está en ruina y sin población, en mitad de la sierra del Segura. Recupero el aliento, disfruto una vez más de las vistas, algo más despejadas aquí, y afronto el último tramo de la larga subida, el último km y medio, donde subiremos 200m hacia el punto más alto de la carrera, cerca de la cueva de La Osera.


Sigo ganando de vez en cuando alguna posición y no voy mal de piernas, aunque la pendiente y el esfuerzo acumulado en varios km de ascenso empiezan a sentirse en los músculos. Rozando los 1300-1400m la vegetación ya no es tan espesa, pero a cambio hay una vista aérea espectacular de toda la zona montañosa que nos rodea. De nuevo, pienso, qué acierto, venir hasta aquí.

Llegamos por fin al punto más alto de la carrera y toca empezar a bajar. Se inicia un descenso dividido en tres tramos. Primero, 300m de nuevo entre árboles, a la sombra otra vez, que bajo con sorprendente facilidad (cuánto bien está haciendo el entrenamiento de fuerza en las patas), Después, algo más de 1km con suaves sube baja en los que el camino solo se adivina por las balizas y en el que hay que llevar cuidado por dónde pisamos, pues la vegetación alta oculta muchas piedras. Una mala pisada me fuerza a corregir la zancada y el gemelo protesta amenazando rampa desde ese momento y obligándome a bajar un poco el ritmo. Maldigo, espero que no vaya a más y sigo a lo mío, disfrutar del recorrido.



El tercer tramo de bajada es el más inclinado de toda la carrera, unos 600m de descenso en los que perderemos más de 160m de altura. La Cuesta de la Cebera, creo que la llaman, una parte del circuito que creo que en alguna edición la han puesto en sentido contrario, subiéndola. Me lanzo cuesta abajo, sintiéndome con fuerza en las piernas, pero se me va la mano con la velocidad y hay un punto en el que he bajado tan rápido que las piernas casi no llegan a tiempo a los apoyos y después de un micro infarto viendo que no pierdo pie de milagro bajo el ritmo y termino la bajada.

He ganado más posiciones según voy bajando y ahora, durante un km más o menos cómodo dirección a La Cabeza, todavía doy caza a más de un corredor. Paro en el siguiente avituallamiento, ya con más de 15km en las patas, felicito a los voluntarios y organizadores por el carrerón que montan y lo bien surtidos que están los avituallamientos, hablo un rato con un corredor de Elche y sigo mi camino hacia el Pico de La Cabeza, en el que será el último gran ascenso de la carrera, solo 1km, pero cerca de 200m de subida.


Muchos grupos de corredores están desfalleciendo en esta subida y voy adelantando cada vez a más participantes. He llegado muy fresco a este punto del recorrido y bastones en mano me voy entreteniendo y olvidando de la dureza del ascenso, pensando en ganar puestos y superar grupos de corredores. Finalizada la subida, todavía habrá que crestear durante 1km en suave descenso, de nuevo fijándonos en las balizas, pues el sendero tiene tanta vegetación que es casi invisible. Otra vez, las vistas despejadas de la sierra a nuestros pies tientan a parar y grabar y fotografiar, pero estoy de subidón, viendo la cantidad de posiciones que gano, así que acelero como puedo, paso un último mini repecho allá por el km 18 y, ahora sí, directo en bajada constante de vuelta a Paterna del Madera, con más de 2km de descenso por delante.

El gemelo protestaba hacía rato, pero un pequeño descanso a estirarlo parece que lo ha dejado como nuevo, así que bajo bastante bien. El calor se nota en los tramos más despejados, que cada vez son más según bajamos, pero ha habido tanta sombra y humedad durante todo el recorrido que los veintilargos grados que debe haber no se han sentido.

Corro de bajada como nunca, ahora sí, en terreno algo más técnico, con tramos que me recuerdan a las bajadas pedregosas del Migjorn, pero sigo fuerte de piernas y continúo adelantando a corredores y, ahora, a mucho senderista. Hace rato que me adelantó como un rayo el primer maratoniano, a un ritmo infernal, y pienso que tal vez tendré que dejar paso a otros participantes de la larga y frenarme, pero consigo avanzar sin interrupciones sin tener que frenarme demasiado.

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Nos acercamos a Paterna del Madera, por fin, y bordeamos una pequeña corriente de agua por un camino verde y húmedo, con hierba tan alta que no me deja ver bien donde pisar y me tuerzo el tobillo en un tramo sin aparente dificultad. Parece que los tendones se han ido fortaleciendo con el tiempo, no hay secuelas y sigo adelante, llegando a una subida que nos mete ya en el pueblo, en la zona de la iglesia, echando el hígado, ahora sí, con tantos km acumulados.

Volvemos a la pista de cemento y después asfalto que bajamos al comenzar la carrera y ya solo queda trotar con calma para girar finalmente a la derecha y acabar la carrera (carrerón) en 3:34:12, posición 69 de 160 llegados a meta, 25 de 57 en mi categoría, 59 entre 125 hombres.




Repongo líquido y energías en el avituallamiento final, comentando la carrera con la que fue muchas veces compañera de carrera (y rival a batir siempre, aunque jamás pudiera con ella) en el circuito de medias de La Marina del año pasado, Gemma de Benissa, que había participado en el 10k, y retirada  rápidamente a cambiarme y a hacer camino a casa pues, aunque el post carrera tenía fama por la fiesta y comida, quedarme allí 2h haría que me diera más pereza todavía afrontar las 2 horas y media de coche que me separan de casa.

Carrerón con fama totalmente merecida y al que sé que volveré. La versión que he conocido de 25km hace que me plantee correr la modalidad larga, pues la organización, paisaje, terreno... todo, hacen que esta carrera sea sin duda de las 5 mejores que haya corrido nunca en mi corto historial trailero. Con tiempo, solo sería mejorable si consiguiera alojamiento en el mismo pueblo, para solo tener que dejarme caer de la cama y ni tocar coche para ir a la carrera. No os la perdáis, si tenéis oportunidad.

Ahora toca pensar en las siguientes carreras. Hoy mismo, sábado 14 de junio, a las 18:30h, una edición más de Xosses de Crevillent, una carrera muy bien montada y con un recorrido rápido para el que esté en condiciones de correr a tope, que seguro que hoy estará condicionado por los casi 30 grados a los que empezaremos a correr. No llego sintiéndome especialmente rápido y dudo que pueda repetir la marca de mi último paso por allí hace dos años, así que mi único objetivo es cubrir el kilometraje, 18km y medio, y acumular para la paliza de montaña que me espera en dos semanas, el maratón de Garmin Mountain Festival en Vall de Boí. Nos leemos en breve y os cuento cómo ha ido todo.



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