PEGO TRAIL 2024


La etapa número once del circuito Trail de La Marina me llevó el pasado fin de semana a Pego, a correr por tercera vez la gran prueba que organizan allí. Conociendo la zona gracias a mis anteriores participaciones, en 2021 y 2023, la carrera ya es fija en mi calendario, esté o no intentando hacer todo el circuito, como sucede esta temporada. Si, además, el recorrido se renovaba, sin tener casi nada que ver con el de pasadas ediciones, la visita a Pego se volvía casi obligatoria, así que tocaba madrugón una semana más, acompañado por Rafa, para conocer la nueva versión de la carrera y comprobar si las piernas seguían respondiendo tan bien como en las dos últimas pruebas en las que había participado.
Aunque el día amaneció cubierto de nubes y sin previsión de que se viera el sol durante toda la mañana, la temperatura que encontramos al llegar a Pego era muy agradable. Como otros años, al recoger el dorsal se podía tomar un café con bizcocho en el mismo recinto, por 1€, así que con una pequeña dosis de azúcar y cafeína en el cuerpo volvimos al coche a prepararnos para la carrera. Mochila con agua y chubasquero por si al final llovía a medio camino, ninguna capa extra puesta pero sí manguitos y braga guardados por si el clima empeoraba en las zonas más altas y al pelotón de salida.


La carrera arrancaba, acertadamente, no desde el paseo, como otros años, si no desde la carretera, evitando así la zona de escalones que frenaba el inicio de la prueba y podía provocar algún tropiezo con tanto corredor junto en la salida. Aunque recorrido iba a ser distinto a de las ediciones que conocí, el recuerdo del camino estrecho que nos encontrábamos en los primeros metros de la montaña, que obligaban a ir en fila de uno, hizo que los dos primeros km los corriera ligero,  intentando no quedarme muy atrasado en el grupo, por si en el nuevo recorrido nos encontrábamos con un camino similar al entrar en terreno montañero. Además, al coincidir en la salida con los participantes de la prueba corta, situarse bien el pelotón podía condicionar mucho la carrera, hasta que se separaran los recorridos de las dos distancias.


No me equivoqué en mi predicción y, después de 2km en suave ascenso alejándonos de Pego, cuando tocó entrar en la zona de montaña el camino se estrechó tanto que tocó echar a andar cuesta arriba sin posibilidad de adelantar a nadie. Me quedé al paso de un grupo que subía ligero, y no tuve la sensación de perder mucha velocidad respecto a la que habría llevado aunque la senda fuera más amplia. Con 1km de subida por delante y 200m de ascenso, tampoco es que hubiera podido correr demasiado.
Bajada cómoda de unos 10000m hacia la ombría de la Canal y otra vez para arriba, otro km y pico por delante, pero sumando más altura acumulada que el anterior ascenso. Las piernas iban solas, y las vistas despejadas del camino me dejaban ver delante y detrás de mí a participantes con los que ya había coincidido en otras carreras y que habitualmente iban por delante de mí unos minutos. No debía ir mal del todo, me dije, mientras buscaba con la mirada el final de la subida, momento en el que sabía que tendríamos un par de km cómodos en los que la carrera estiraría un poco.
Terminada la subida llegábamos a camino amplio y despejado, en suave tendencia ascendente, que permitía correr con comodidad. Las piernas no acusaban el esfuerzo acumulado todavía y pude correr sin dificultad. En un avituallamiento paré a beber y me vi superado por una joven de Pego que había tenido como referencia en muchas carreras del circuito, pero con la que no me cruzaba hacía varias carreras. La chica no paró en el avituallamiento y se alejó rápidamente ganándome terreno. Me dije que, como en otras pruebas en las que habíamos coincidido, debía ser capaz de seguir a mi liebre anónima unos km más, y salí disparado del avituallamiento a intentar recortarle metros.



El terreno ayudaba, pues poco después de arrancar nos metíamos en senda amplia que nos dejaba después en la carretera d'Almiserà, siendo fácil recuperar el terreno perdido respecto a la joven pegolina, más todavía cuando el camino bajó hacia el fondo del pequeño barranco por el que trotábamos.
Se iniciaba entonces la subida más larga del recorrido, unos 3km que nos llevarían al punto más elevado de la carrera, Tossal Gran, subiendo en total más de 350m. Las piernas seguían respondiendo, conseguía tener a la vista a mi liebre local, el paisaje animaba a disfrutar a tope la subida y al no haberse separado las carreras corta y larga todavía no tenía la sensación como en otras carreras de estar casi solo o demasiado atrasado.
Tuve durante mucho tiempo a una chica siguiéndome de cerca, pero en estúpido pique me propuse no ser superado y subí el ritmo hasta que apareció un desvío en el camino, que bajaba hacia la izquierda a los corredores de la prueba corta (mi perseguidora era de ese grupo) y nos guiaba en línea recta hacia la cima al resto. Este intento de no perder un puesto me permitió llegar al único respiro que daba la subida habiendo ganado metros respecto a mis competidores de la prueba larga y quedarme muy cerca de mi joven liebre anónima, cuando allá por el km 10, por el refugio de la Figuereta, tocaba afrontar el último km de subida, el más duro.



Me encontré más fuerte de lo esperado y me permití adelantar a varios corredores, aunque la subida fuera dura, hasta ponerme al rebufo de la chica, justo detrás. Di por buena la posición, pensando que tal vez la joven estaba en mejor forma de lo que recordaba yo y temiéndome el reventón por intentar seguir a alguien más fuerte que yo. Me mantuve siguiendo su estela por los últimos metros de la subida, los más técnicos y empinados, hasta tocar la cima y empezar por fin una bajada que recordaba haber visto en el perfil que sería suave durante 2km.
El terreno era algo complicado de correr, pero me sentí más seguro de lo habitual en suelo tan pedregoso como aquel. No pude, de todas formas, mantener el ritmo de mi anónima liebre, que se alejó muchos metros, y perdí algún puesto (la historia de mi corta vida trailera...) contra corredores más hábiles que yo en descensos mínimamente técnicos. A pesar de todo, las vistas y las buenas sensaciones en las piernas me estaban haciendo disfrutar la carrera como nunca. Ya no teníamos apenas metros de ascenso por delante, solo bajada, y me sentía con fuerzas para bajar con seguridad, aunque tal vez no con rapidez. Qué gran acierto el cambio de recorrido, me dije, con un circuito que permitía ver Pego y alrededores desde lo alto durante tanto tiempo, por zonas que todavía permitían ver los restos de los últimos incendios, pero en las que la vida volvía a abrirse camino y se recuperaba poco a poco la vegetación.

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Sobre el km 14 llegábamos al último repecho del recorrido, apenas 400m de camino subiendo unos pocos metros, donde pude dar caza a un grupo de corredores y volver a tener a tiro a mi referencia femenina. Caminé, bebí un poco, hice un rápido chequeo interno de sensaciones en piernas, corazón y ánimos, todo muy favorable, y me dispuse a afrontar el resto del recorrido, cuesta abajo, tratando de no perder muchos puestos y de seguir de cerca a la joven de Pego, que se alejó rápidamente bajando y me hizo olvidar pronto esa parte de mis propósitos.
Me quedé en un grupo de 5 corredores con el que nos fuimos dando relevos en una bajada que disfruté muchísimo. Me daba mucha seguridad ver por dónde pisaban ellos para seguirles después, y su ritmo era muy cómo para mí y no tan lento como habría esperado de haber bajado en solitario.
Un pequeño tropiezo de uno de ellos, sin gravedad, por suerte, redujo el grupo a tres corredores y cuando cedí el paso para quedarme detrás del mini pelotón me resultó imposible seguir su ritmo.
Por suerte, el terreno cambiaba por completo y llegábamos primero a una senda amplia en la que se podía correr con mucha comodidad y, después, a una bajada de hormigón larguísima que me pareció recordar que ya corríamos bajando también en pasadas ediciones.

No me equivocaba, y aquel camino nos dejaba en el cruce en el que el antiguo recorrido se separaban las carreras corta y larga en sentido contrario. Ya solo faltaba echar el resto, cuesta abajo, correr el asfalto del Paseo del Calvario lo más rápido que pudiera y disfrutar la recta final, en el paseo Cervantes, sabiendo que entraría en meta en un tiempo que sería inferior a las 3h en medio maratón, algo más que suficiente para mí en mi estado actual. Una última subida de ritmo para que el minutero no llegara al 40 y paraba el reloj en 2:39:17, 125 de 206 en la general, 115 entre 170 hombres, 48 de 69 en mi categoría, algo más cerca de la mitad de tabla que otras veces, pero, de nuevo, sin conseguirlo, aunque revisando mis dos visitas anteriores a Pego diría que allí terminé exactamente igual, en cuanto a situación en la tabla tanto en general como en categoría, así que igual tocaba reducir el nivel de autoexigencia y autocrítica y alegrarse por las buenas sensaciones y por saberme capaz de haber echado más km allí, después de los 19.5km del circuito y sus 1000m de ascenso acumulado.





Me reuní con Rafa, que se colocaba rozando el top 50 de la prueba en un tiempazo que vuelve a confirmar lo fuerte que está y daba buena cuenta del gran avituallamiento final habitual de esta carrera, con bocadillo y bebidas que en esta edición eran opcionales al inscribirnos, pudiendo elegir entre pagar camiseta+avituallamiento o no al apuntarnos, algo que comenté después en las RRSS de los organizadores, ya que creo que una reducción de precio en la inscripción eligiendo no camiseta, pero sí avituallamiento sería un gran acierto, que camisetas ya tenemos mil pero el avituallamiento diría que lo queremos todos.

Carrerón para repetir, por lo bien montado que está y lo espectacular que es el acertadamente renovado circuito (que irá a mejor todavía, cuando la vegetación termine de recuperarse de los incendios) Voluntarios animando y señalizando todos los cruces conflictivos, entrega ágil de dorsales y de avituallamiento y camiseta al final...Sin duda, para mí, una de las mejores del Circuito Trail de La Marina.


Ahora toca pensar en las tres últimas pruebas del circuito. La semana que viene, Arrapapedres en Benialí, la carrera más larga de las 14 del circuito, con 26km. Después, Senija y su Camí dels Bandolers y, para acabar, Confrides, que iba a ser en versión de maratón para desquitarme de mi abandono en 2022 pero que he decidido correr en la distancia de medio maratón, cambiando la inscripción que ya había hecho, al no sentirme con la fuerza mental suficiente para un reto así y no haber acumulado el entrenamiento semanal que creo necesario para completar una prueba tan dura. Cuando decida tomarme la revancha, lo haré sintiéndome con el entrenamiento y fuerzas necesarios. Un segundo abandono en el mismo lugar del primero sería un mazazo difícil de superar, teniendo en cuenta que incluso preparado a conciencia un maratón es una prueba tan dura que puede dejar fuera de juego a cualquiera.


Me voy a centrar en llegar en condiciones a Valle de Tena a finales de agosto. La liberación mental al haberme quitado el maratón de Confrides del horizonte, junto al pequeño resurgir físico y mental que noto en las últimas carreras me animan a preparar bien en estos meses una prueba que promete ser durísima, pero a la que espero llegar habiendo cumplido los km y desnivel semanales necesarios y con una alimentación y frecuencia de ejercicios de fuerza mejores que los actuales.

Nos leemos en breve, después de Arrapapedres.
Cuidaos.




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