ATZAVARES TRAIL - VALL DE LAGUAR - ORBA 2024

El día dos de marzo tocaba volver al Circuito Trail de La Marina, a su etapa número diez. La décima prueba me llevaba a Vall de Laguar, a Atzavares Trail, un recorrido muy parecido al que conocí en 2022 cuando la carrera se llamaba Infernal Trail, salía desde Orba y tenía 3km más.

Después de una semana de descanso de dorsal, una sesión de fisio que devolvió a la vida a mis cargadas patas y entrenamientos más que aceptables llegaba al día de la carrera sintiéndome animado y en mejor forma que en las últimas pruebas del circuito, pero con algo de miedo todavía. ¿Reventaría demasiado pronto?¿Las piernas se sentirían cansadas en los primeros 4-5km y llegaría al km 10 fuera de juego y con la cabeza saboteándome la carrera? Decidí que saldría muy conservador, olvidándome de tiempos y posiciones, disfrutando del circuito (tenía muy buen recuerdo del 2022) y esperando terminar animado y sin odiar este deporte. Para mis resentidos ánimo y moral era muy necesario disfrutar de una carrera como no lo hacía hace mucho tiempo y el escenario y el recorrido de esa mañana eran más que favorables.

La carrera empezaría en Campell, acabaría en Orba y la organización ponía un servicio de autobuses a nuestra disposición para salir desde la meta hacia la salida a las 7:30AM, así que el madrugón, teniendo 1 hora de camino desde casa, era de los que pican. Aparqué al lado de la meta y me metí en el primer bus que salía hacia Campell. Aunque en Orba el clima parecía bueno, fresco, pero con un día despejado y sin viento, al llegar a Campell el aire soplaba helado, con fuerza, haciéndome pensar si correr con chaleco cortavientos o no.


Desayuné en una cafetería del pueblo, haciendo tiempo hasta las 8:30, y poco después me di una vuelta por Campell, buscando un lugar resguardado de la ventolera . Me quedé en una plaza, charlando con Pep, al que conocí en la nocturna de las Faldas del Puig, me cambié y dejé la mochila en el furgón guardarropa que nos llevaría todo a la meta.

Calenté un poco y me quedé atrasado en el pelotón de salida, confiando en poder remontar puestos poco a poco. Después de un minuto de silencio en memoria de un inscrito en la carrera que falleció recientemente arrancábamos cuesta arriba por el asfalto de Campell. Las primeras sensaciones no podían ser mejores. Nada de cansancio y las piernas moviéndose sin sentir. ¡Qué gusto, después de tanto tiempo sin notarlas así!

En apenas 2km ya estábamos camino a la entrada del sendero que nos bajaba por el espectacular Barranco del Infierno y sus miles de escalones, desde Fleix. Aunque me adelantó mucha gente, tuve la sensación de que bajaba muy bien, incluso mejor que en 2022, y me planté en el fondo del barranco en mucho menos de lo que pensaba, disfrutando de las vistas.


La salida del barranco hacia el Pou de la Juvea era el ascenso seguido más largo de la carrera, unos 1.7km ganando cerca de 350m. No subí tan rápido como en 2022, pero no me importaba. Llevaba bastones, por si las patas protestaban, y los usé de manera preventiva, subiendo con relativa comodidad y gozando del espectáculo natural de la zona. El último tramo que nos permitía abandonar el barranco, por asfalto, resultó ser más empinado que ningún otro de la subida, pero en pocos metros el desnivel se volvía favorable y tocaba bajar de nuevo hacia el fondo del barranco, hacia Font de Reinós, durante casi 2km que se bajaron con mi habitual torpeza descendedora cuando el terreno se complica (diría que bajé peor que en 2022 ese mismo tramo) pero que pasaron sin sentir, por puro disfrute deportivo en aquellos caminos entre aquel paisaje que casi había olvidado después de 2 años sin estar por allí.

Tocaba afrontar 4km de camino en ascenso, con un descanso de 1km por medio, en dirección a Benimaurell, con un avituallamiento en el final del primer pico que aproveché para tomar aire, beber y coger un puñado de pasas y un trozo de plátano.

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En mi cabeza tenía como meta volante el final de la subida desde Benimaurell hacia una zona montañosa que no conocí en 2022. Según el perfil de la carrera, allí, en el km 14.5 ,recorreríamos durante 2km la parte más alta de la montaña para después bajar casi sin pausa hacia la meta, en el km casi 24. Por poco que llegara bien al final de esa subida, ya lo tenía hecho (me equivocaba, como veréis luego)

La subida picó más de lo esperado, pero, una vez más, las vistas compensaban todo el esfuerzo. Habiendo sido previsor y usando bastones daba algo de descanso a las piernas, cargando en su lugar hombros y espalda, pero no lo llevaba mal del todo. No estaba completamente solo, como en las últimas carreras, y tenía siempre delante un pequeño grupo de corredores a los que en algún momento intenté dar caza, sin conseguirlo. 

La salida de la zona embarrancada, como recordaba, después de una rampa imponente, nos dejaba en el asfalto, de bajada hacia Benimaurell. Apreté para acercarme al grupo al que perseguía y llegué al pueblo y su avituallamiento. Recuperé fuerzas y líquido y me dispuse a afrontar la parte que desconocía del recorrido, siempre teniendo en mente el "final" de mi carrera en el km 14.5, la zona teóricamente llana en lo alto de la montaña y el inicio de la bajada después.

El ascenso hacia la sierra del Penyó resultó más duro de lo esperado, iniciándose por una pista de cemento y hormigón en la que alterné trote y carrera como pude, al ver a dos ancianas que subían caminando aquello como el que va a por churros, sin dificultad alguna (no podía ser que esas señoras subieran tan ligeras y que yo no pudiera ni trotar). Cogimos camino de montaña poco después y al dejar atrás varias zetas apareció un poste haciendo referencia a la subida que seguíamos y hablando de "crestas". El recuerdo del cresteo de Moixent hizo acto de presencia rápidamente. ¿La había liado y aquello iba a ser algo llano pero técnico e incorrible? Efectivamente, me equivoqué en mis previsiones y el tramo más alto de la sierra resultó ser un camino de 2km muy técnico (recordemos mi casi inexistente técnica de carrera en montaña), que me hizo ir lentísimo subiendo y bajando roca sin que pudiera dar dos zancadas buenas seguidas.





A pesar de todo, la cabeza seguía fría y no me agobiaba el bajón físico y la cantidad de tiempo que perdía en aquellos dos km. Las vistas despejadas de la zona eran espectaculares, con Benigembla y Parcent a la vista desde casi 800m de altura, mientras avanzaba lenta y torpemente, acompañado únicamente de dos corredores que parecían sufrir tanto como yo aquel tipo de terreno.

Algunos pasos con cadenas, para subir o bajar, hacían más entretenido el camino. Me atreví a mirar el reloj, cuando llegó el final del cresteo, y vi que iba a tardar mucho más de lo esperado si la bajada no se daba bien, y viendo lo técnico del terreno algo me decía que al menos el inicio del descenso iba a ser tanto o más lento que el cresteo.




Acerté, y un nuevo paso con cadenas ya dejaba claro que al menos el principio de la bajada no iba a ser rápida en absoluto. Desde el collado de Cavall Verd hasta la meta habría algo más de 7km de bajada, sumando más de 700m de descenso, pero con algunos repechos que meterían 140m más de ascenso acumulado aproximadamente. 

El primer km y medio nos bajaría al mismo punto donde pasábamos el primer km, cerca de la Font de Gel. Las piernas no estaban para mucha fiesta ya, camino a ese cruce del km 18, y lejos de recuperar, aquella bajada terminó de castigar los cuádriceps, permitiendo apenas bajar con comodidad o trotar en llano y obligándome a caminar por poco que apareciera el más mínimo ascenso.


Bebí mucho y comí más, en el avituallamiento del 18, pensando que tal vez remontaría los siguientes 6km, y el camino plano y despejado me permitió moverme más rápido de lo esperado, aunque cansado, pero la salida de una pequeña zona embarrancada, una pequeña rampa no muy larga, terminó de dejarme fuera de juego. La bajada en dirección a la Font d'Isbert no fue todo lo rápida que habría querido, necesitando parar a caminar incluso cuesta abajo. Iba a tardar en llegar a meta muchísimo más de lo que había pensado, pero la cabeza seguía clara y fría. El circuito era espectacular y hacerlo mejor o peor era lo de menos. Estaba disfrutando de la carrera, a pesar de que las patas estaban ya KO, y no sentía como en las últimas carreras que quisiera dejar de competir, abandonar el circuito o esa misma prueba... Todo era mejor que en las carreras anteriores, incluso yendo mal como iba, y ser consciente de aquello me animaba muchísimo.

Una larga bajada hasta el km 20 nos dejaba ya cerca del asfalto de Orba, prácticamente en llano ya, aunque con alguna pequeña rampita por el camino que de nuevo volvía hacerme caminar. Estaba empezando a saturarme de tanta bajada y a necesitar ver cerca la meta, sintiendo muy largos y pesados aquellos últimos km.


Ya es el asfalto camino al polideportivo intenté trotar, pero cuando aparecía una cuesta en el recorrido, por suave que fuera, el calor y la flojera me frenaban hasta casi hacerme andar otra vez. Aquellos "pocs kilometrets" que quedaban, según nos iban diciendo todos los voluntarios que aparecían en los cruces (trabajazo de 10, el de esta gente) se hacían eternos, pero al final reconocí el terreno, recordándolo de esa misma mañana buscando aparcamiento por allí. Giré y apareció por fin el polideportivo. Un par de curvas y ya estaba pisando el césped artificial de la pista y cruzando el arco de meta. ¿La marca? Lo de menos, esa mañana, 4:01:38 para unos 24km y más o menos 1300md+, posición fuera del top 15 de cola después de dos carreras desastrosas, 107 entre 140 gral. 89 de 112 hombres, 44 de 53 veteranos (qué inmerecida poca participación tiene esta carrera en particular, y el circuito de medias en general...)


Lo mejor, olvidando tiempos y posiciones, la buenísima gestión mental de la carrera, disfrutando a tope del entorno (no os la perdáis si podéis ir, ¡espectacular!), sintiendo que las piernas marchaban solas muchos km, aguantando bien física y mentalmente los tramos duros y soportando muchos km yendo ya fuera de juego por habérmela jugado desconociendo el terreno de la cresta y la larga bajada posterior. Además, no haberme hundido, haberlo pasado bien a pesar de todo, no sentir el reventón extremo de las dos últimas carreras ni el bloqueo mental que últimamente me hacía pensar en retirarme de las carreras. En resumen, muy necesario y muy enriquecedor en muchos sentidos, el carrerón que montan allí. Y para acabar, un avituallamiento con pizzas recién hechas saliendo del horno sin parar, bebida, bizcochos... (no comí ya, ese mediodía) ¿Para qué más? A mí me tenían ganado ya para otra edición solo con media carrera en las piernas. El Atzavares Trail y yo nos veremos de nuevo, seguro.


Ahora toca pensar en la siguiente prueba, Tarahumara Trail, en Fontanars dels Aforins, este fin de semana, el domingo día 10. 24km también, pero unos 400m menos de ascenso acumulado, por un terreno que creo que vi de pasada en mi visita a Solana Trail hace dos años, con el que esta carrera creo que tiene uno o dos km en común, estando la de Fontanars en la cara norte de la Sierra de La Solana y la otra en la cara sur, en la zona que queda junto a Beneixama. ¿Objetivo? El mismo que en Orba: Pasarlo bien, no sentirme morir, acumular km sin que condicionen la semana y seguir sumando.

Os cuento cómo va todo en la siguiente entrada del blog.

Cuidaos.



  



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