SUBIDA PICO VELETA 2021

El pasado fin de semana llegó el día. Después de meses de preparación, de liarme para ello en un calentón entrenando con Rafa por el monte en una conversación del tipo... "oye, que si vas tú, me obligarás a ir a mí. - ¿En serio? - En serio. Si me dices que te apuntas, este año será el de mi estreno allí", aprovechando lo que yo consideraba un pico de forma y en un momento de disfrute deportivo montañero increíble. Después de mucho tiempo, al fin, tocaba enfrentarse al que ha sido, sin duda,  EL RETO (en mayúsculas) deportivo de mi vida. El pasado domingo tocaba enfrentarse a la subida al Veleta.

 

Ha pasado, como digo, mucho tiempo desde que un día entrenando con Rafa decidí participar y a pesar de decidirlo con tiempo de sobra y haberlo hecho, creo, como hay que hacerlo, en cuanto a desnivel acumulado y kilometraje semanal, mi sensación el viernes por la noche, camino de Granada con Rafa, era que me faltaban kilómetros y ascenso acumulado, que no llegaba en forma para afrontar la barbaridad de kilómetros y altura que tendría por delante el domingo.

Nos reunimos para cenar con el resto de acompañantes en esta locura, Serafín en la carrera y Pili de soporte moral, aguantamos la tentación de dejarnos llevar por la noche granadina y cenamos ligero y nos acostamos pronto. Creo que todos sabíamos lo importante que era descansar los dos días previos y a ninguno se nos pasó por la cabeza echar por tierra la carrera a cambio de algún tipo de fiesta nocturna. A nuestra edad y con Granada más que conocida y pateada de jóvenes, las prioridades eran otras. 


El sábado recogimos temprano la bolsa del corredor y el dorsal sin inconvenientes, retrasos o aglomeraciones. Todo un acierto, como vimos, haber comprado por adelantado la camiseta de manga corta aparte de la de manga larga que incluía la bolsa y merchandising variado de la prueba. Al ser mi estreno, y si sobrevivía, pensé, quería tener todos los recuerdos posibles de la prueba y, además, el diseño de todo el material de esta edición era de lo mejorcito que se había visto en ninguna edición de la carrera así que... pasé por caja sin dudar. El precio de la inscripción había subido respecto a anteriores ediciones y no incluía muchos elementos que sí entraban en otros años, pero siendo mi primera edición, como digo, el aspecto económico no me importaba demasiado. Me preocupaba más, y mucho, ser capaz de terminar la subida y hacerlo sin lesión.

A 5' de la salida, desde el hotel. Qué lejos y qué alto, el Veleta...

Nos tomamos la víspera de la carrera con la misma calma que la noche anterior. Comer sin excesos, nada de pateos al ardiente sol andaluz... Solo buena comida, piscina de hotel y cama reparadora. Había mucha tela que cortar a la mañana siguiente.

La noche anterior fue, con diferencia, la peor noche previa a cualquier gran evento deportivo que haya hecho. Ríete tú de los nervios pre maratonianos. Estaba muerto de miedo. Leía crónicas, veía vídeos, de pasadas ediciones, de corredores y corredoras que ya habían luchado contra el ascenso al Veleta y no podía dejar de pensar que me había equivocado. Aquello me venía muy grande. 50km, más de 2500m de ascenso constante, acabar a más de 3000m de altura… ¿dónde me había metido?




El despertador sonó a las 5:30, pero yo ya estaba dándole vueltas a la cabeza media hora antes, despierto. Desayuné, me vestí (por suerte gasté una hora la noche anterior preparando todo) y, puntual, Rafa me llamaba a la hora acordada para salir del hotel, elegido increíblemente bien por él mismo, por su experiencia en 4 Veletas ya, a 5' de la salida.

Con Pili, Sera y Rafa ya preparados nos dirigimos al paseo, a la salida, con una temperatura buenísima, y nos metimos en el cajón. Aquello arrancaba. No había marcha atrás. Rodeado de gente que comentaba ediciones pasadas (un corredor del Carmencita de Novelda llevaba ya 6 ediciones en sus veteranas patas), hombres y mujeres en apariencia fortísimos, mi cabeza seguía diciéndome... "¿qué has hecho?"




Después de superar un más que inefectivo protocolo COVID (que me expliquen de qué sirve separar en la salida a la gente si para entrar a los cajones todos estábamos apelotonados en el pasillo de entrada...) y entre los ánimos de Rafa, Sera, el speaker... empezaron las salidas en oleadas con 10 segundos de separación. 10, 9.8... ¡A correr!

Me pegué a Rafa como si me fuera (yo creía que sí) la vida en ello. Su veteranía sería mi salvación, pensaba, mientras, paso a paso, mi mentalidad iba cambiando y, sin darme cuenta, me empezaba a motivar. "No lo pienses. Corre."

Los 10 primeros km corríamos sin mucha animación en las calles y cuesta arriba, pero en suave pendiente. Ya sabía, por Rafa, que aquella "cuesta" era el aperitivo de un plato mucho más fuerte a partir del 10000.

Hacía fresco y este primer tramo de calentamiento pasó sin mucho esfuerzo, reteniendo, rezando por no gastar energía extra por la que seguramente mataríamos a partir del km 35. Estaba muy animado, para mi sorpresa. No sudaba, iba comentando la carrera con Rafa y después de pasar Cenes de la Vega y Pinos Genil, tal como anticipó Rafa, empezaba la fiesta.

Una curva a derechas nos descubría lo que iba a ser el resto de la carrera. Nos esperaban 40km de ascenso durísimo. Ahí empezaba "de verdad" la carrera.

Iba cargado de agua, geles y sales, temeroso de la mala fama de los avituallamientos de otras ediciones, pero todos los que fuimos encontrando estaban generosamente surtidos y repartidos en el trayecto en un número más que adecuado. Fuimos parando en todos los que encontrábamos, para tomar agua helada y algo de fruta, y nos propusimos (idea de Rafa que acepté sin reparo) tratar de emular el último entrenamiento previo a la carrera que hicimos juntos, la subida a Relleu, 26km corriendo, que hicimos con Sera (muy por delante de nosotros ya en la subida esa mañana en Granada). Los primeros km pasaban entre árboles, sombra, y con rampas que castigaban las piernas sin piedad, pero al estar todavía frescos y teniendo todavía un paisaje agradable no hubo muchos problemas para subir hasta la distancia que nos propusimos.




El control del km 22 pasó en dos horas largas, casi tres, y las piernas ya empezaron a dar señales de cansancio. Me dije que podría llegar al km 26 corriendo, sin andar, pero empecé a pensar que tal vez lo iba a pagar a lo grande después. Aunque corríamos pegados al tráfico abierto, poco a poco los coches fueron desapareciendo a nuestro lado y el paisaje empezó a cambiar. Ya empezábamos a ser mayoría los corredores y ciclistas, peleando en la subida. Llegó el km 26 y Rafa y yo nos felicitamos por llegar allí corriendo. Llevábamos la friolera de algo más de 3h trotando cuesta arriba y nos quedaba mucho camino por delante. Me animé al ver a Rafa tan entero y fuerte mentalmente, contento porque en otras ediciones ya habría parado a caminar. Íbamos muy bien, me comentaba, aunque mis piernas empezaban a quejarse cada vez con más intensidad.

Casi en el km 27 y después de un avituallamiento decidimos sacar los bastones. Tenía las piernas cansadas, pero el uso de bastones me dio la vida en aquel punto. Liberar un poco los músculos del esfuerzo del ascenso dejando parte de este esfuerzo a los brazos me dio un subidón de moral que me impulsó a caminar muy rápido. 




Hablábamos con ciclistas que subían sufriendo, con sus ánimos (yo pensaba que lo duro de verdad era subir aquello en bicicleta, pero ellos decían lo mismo de nosotros). También era frecuente comentar la carrera con otros corredores que se ponían a nuestro paso, o distraerse un poco viendo los hachazos que nos daban corredores simplemente andando o ver las estrategias de participantes que alternaban carrera, adelantándonos, con caminata, quedándose detrás después.

En cuanto al paisaje y el perfil, poquísimos cambios. Hubo un par de "descansos" con unos pocos metros de descenso, apenas 800 metros de longitud en total entre los dos, pero por lo general el perfil de la carrera y el entorno ya eran siempre los mismos. Rampas durísimas, cada vez más, giros de 180º en los que veíamos a otros participantes muy por encima de nosotros en muy pocos metros... Aquello empezaba a picar.



Nos alcanzó Ale, de Se Nos Va La Pinza - Alicante, con el que habíamos compartido uno de los últimos entrenamientos, y se quedó a nuestro paso ya para el resto de la carrera. El sufrimiento en compañía, en grupo, lo es menos, pensé y, efectivamente, los primeros km siendo ya un trio fueron muy buenos.

Pasábamos ya el km 35 y el ritmo era muy ligero. Las vistas imponían a tantísima altura, mirando atrás viendo todo lo que habíamos dejado a nuestra espalda. En un cálculo rápido de Rafa vimos que estábamos a ritmo de marcón (para mí bajar holgadamente de 7h lo era) y me vine arriba y empecé a tirar del grupo, intentando mantener el ritmo de Ale (fresquísimo). Quién iba a pensar que cerca de Pradollano los ánimos iban a ser esos, me dije. Envidiaba un poco a aquellos que fueron acompañados por un coche de familiares o amigos durante el camino, con masajes, comida, agua, ropa, todo a petición cuando quisieran, pero en el fondo me decía que mi meta la disfrutaría más, al valerme todo el camino por mí mismo.

Rafa y Ale, mis salvadores aquella mañana.

El paisaje lunar, de piedra y asfalto rotos y escasísima vegetación aparecía ante nosotros cada vez en mayor extensión, pero aquello no nos frenaba. Estábamos en muy buen momento físico y mental y hasta nos permitimos trotar, pero pasado Pradollano la cosa cambió, ¡y de qué manera!

Mis piernas acumulaban una tensión y dolor en todos y cada uno de los músculos que las mantenían que no había sentido en la vida. Había tomado sales con frecuencia y había dado buena cuenta de los avituallamientos sólidos, comiendo sandía y dátiles hasta saciarme, pero el miedo a la rampa, a la lesión, empezaba a ser real. Tomé el único gel de los que llevaba que usaría en la carrera, uno con cafeína, confiando que el estómago siguiera "en calma", y traté de seguir concentrado. "No pienses. Sube" (Nota mental: todo el agua, geles y barritas que llevaste, Jordi, mejor en casa a la siguiente, que sobran)

Reduje la marcha, lamentando frenar a Rafa y a Ale, que estaban mucho más enteros que yo, convencido de que podrían acabar 10' antes si no me hubieran tenido que esperar.








En un avituallamiento pedí reflex en los gemelos y detrás de las rodillas a los enfermeros de una ambulancia de Cruz Roja. Acercándonos al km 40, con mucha carrera por delante (al rimo que llevábamos, la había), el cuerpo empezaba a decir BASTA

Las interminables zetas no ayudaban a llevarlo mejor. Si antes de aquel punto estaba eufórico, viendo que había llegado más allá del km30 de aquella barbaridad deportiva en la que me había metido, llegado al km 42 me sentía al límite y empezaba a ver como muy probable no llegar a la cima. "Bravo, has acabado un maratón. Ahora sigue, que "SOLO" tienes 8km más por delante que al ritmo que vas no harás en menos de 1h, pensaba.

De nuevo me apoyé en mis queridos acompañantes. Hablando con Rafa y Ale aquel bache fue pasando y, al saber que la prueba probablemente no alcanzaba los 50km (todos los años medían unos 48), y que en esta edición parecía que algún tipo de recorte dejaba la meta en unos 47, me animé. El clima, por otra parte, no parecía que fuera a castigarnos ya a tanta altura. Alguna racha de viento frío que llegó a arrancarme la gorra, pero, en general, soportable sin tener que usar manguitos ni braga. Teníamos suerte, en ese sentido. La antena de comunicaciones que vimos muy alta hacía km, ya quedaba por debajo de nosotros. ¡Qué barbaridad de altura y que forma de subir y sufrir!





No veíamos a mucha gente corriendo ya. Solo caminar ya era agonía. Un corredor llegó a ofrecerse, medio en broma, medio en serio, a pagarnos 50€ por nuestros bastones porque había olvidado los suyos y estaba en las últimas. Compartir el sufrimiento final con otros corredores o con mi grupo daba ánimos para seguir tirando para arriba, ya a más de 3000m de altura. ¿Cómo podía verse tan cerca ya el pico y parecer no llegar JAMÁS?


Fotos del gran Alberto "El Sombrilla"


La altura no parecía haberme afectado a unos 2200m, pero en aquel punto, ya no sé si por el cansancio o realmente por la altura, cualquier giro brusco de la cabeza provocaba un preocupante mareo. ¿Me desvanecería a tan solo 5km de la meta y despertaría en una camilla sin poder acabar la prueba y con algún tipo de lesión con secuelas irreversibles? La película que me montaba en mi cabeza, por suerte, se interrumpía hablando con Rafa y Ale y, al fin, viendo corredores que habían acabado y que bajaban en sentido contrario.

"Ya queda menos", decían, aunque yo no veía nunca el final de la prueba. Cada giro de 180º suponía una sorpresa desde hacía muchos km. ¿Cómo iba a ser la hostia que nos iba a dar el Veleta después de aquella curva? ¿Y después? ¿Y en la siguiente?

La pendiente volvió a crecer cuando ya estábamos, de verdad, cerca de la meta. En algún momento creí que la llegada se encontraba en lo más alto, junto a una pequeña caseta que se vía muy lejos y muy arriba, pero Rafa me corrigió casi acabando. "Cuando giremos allí a lo lejos veremos el arco de meta a 200m", me dijo en un momento de la carrera. Contuve las lágrimas de emoción. Era incompatible romperse a llorar con respirar adecuadamente, así que opté por reprimir emociones.


Allí estaba, después de 6h larguísimas, interminables, casi 7, el arco de meta. Un speaker. Altavoces. Megafonía. Gente descansando. Corredores de vuelta a casa. Aquello terminaba y había podido con la subida. Un sprint final épico se me hacía imposible, al acabar, como no podía ser de otra manera, en una cuesta arriba con una pendiente imposible a aquellas alturas, así que me limité a abrazar a Rafa durante los últimos metros, andando, posar para la foto de meta (aquello debía ser inmortalizado, pensé) y cruzar al fin el control de la meta, en 6h 57m., posición 420 de 552, 98 de 126 en mi categoría y 377 de 492 hombres ¿a quién coj... le importaba la clasificación, si solo llegar arriba vivo ya era todo un logro?












Ahí sí, por fin, me desahogué un poco. Abracé a Rafa con fuerza, al borde del llanto, y también a Ale. Me habían salvado de dos pájaras monumentales que de hacer la carrera en solitario me habrían mandado seguramente a casa sin acabar. No podía estarles más agradecido.

Choqué la mano poco después a una corredora que nos acompañó toda la carrera, caminando y corriendo, que llegaba poco después que nosotros y se rompía a llorar mientras hablábamos y nos felicitábamos. Bajaba casi 1h su tiempo respecto a su primera edición, el año pasado. Joder, si casi me echo a llorar yo también, comentábamos.

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No tenía casi fuerzas para subirme a un cajón a echarme una foto con mi querido Rafa, mi apoyo moral durante la carrera y los entrenamientos, pero gracias a los bastones conseguí ponerme en pie e inmortalizar así el momento. Había podido con el reto más duro de mi vida.

El avituallamiento era más bien escaso (algo de fruta y no mucho líquido) No perdimos mucho tiempo en la meta. Nos abrigamos un poco y nos retiramos al micro bus que nos bajaría al telesilla y de ahí a una cabina que nos seguiría bajando hasta donde habíamos dejado el coche la tarde anterior, reuniéndonos así con Pili (mil gracias por los ánimos) y Sera, que hacía una carrera espectacular y se había plantado en la meta en menos de 6h.




Había que felicitarse y así lo hacía, mientras reponía fuerzas con una espectacular hamburguesa. Había podido subir pegado a Rafa, disfrutando y sufriendo mano a mano la carrera con él de principio a fin, había podido acabar (objetivo principal), llegaba antes de 7h (algo totalmente inesperado aunque admito que sí, que, en el fondo, lo esperaba/deseaba, a pesar de que tal vez no es real 100% al ser algo más corta esta edición, pero me da igual, el tiempo no era un objetivo) y, hoy puedo decirlo, no hay lesión aparentemente aunque al día siguiente apenas podía caminar del dolor que tenía en todos los músculos y tendones de las piernas, sin excepción.

Enfrentarme una vez más a mis límites físicos conocidos hasta hoy, al reto de avanzar km más allá del maratón, con un ascenso tan salvaje como el del Veleta, sabiendo que iba a estar sometiendo a mi cuerpo a un esfuerzo de más de 6h (creo que nunca había estado más de 4), una vez más, creo que me transforma física, pero, sobre todo, mentalmente. Cambia, y mucho, la perspectiva ante retos pasados y futuros y da una fortaleza psicológica insospechada no solo para el deporte, si no para la vida diaria. ¿Volveré al Veleta? Volveré.

AGRADECIMIENTOS:

  • A mi familia. Siempre.
  • A ti, Rafa, por acompañarme en el camino antes y durante el trayecto y descubrirme aspectos deportivos de mí mismo que desconocía y por hacer tan fácil completar la locura que supone subir al Veleta
  • A vosotros, Ramón y Sera, por creer en mis posibilidades más que yo mismo, muchas veces.
  • A compañeros puntuales de entrenamientos (o no tan puntuales y sí esenciales, mención especial a Sera nuevamente aquí)
  • A todos los que os interesasteis en algún momento por esta burrada en la que me metí y me dedicasteis alguna palabra de ánimo.
  • A ti, lector/a, por llegar hasta aquí sin decidir bloquear este blog o mis redes sociales.
A todos/as vosotros/as: GRACIAS

Nos leemos pronto.

Cuidaos.

Comentarios

  1. Joder cabrón, me has emocionado leyéndote. Eres grande amigo, y sabes bien lo que me alegro por ti

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    1. Muchas gracias Gal, lo sé, nada como el cariño de los amigos. Cómo nos acordamos de ti por allí, joder.

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  2. ¡¡ENHORABUENA!!!!Jordi, la primera vez siempre es inmensa. Yo dije que no volvía a subirlo y me mentí a mi mismo. Cada año es una carrera diferente, siendo la misma subida.

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    1. Gracias, Alberto. No sé si llegaré a tus 11 ediciones acumuladas pero ya a media subida, incluso sufriendo, tenía claro que esta no era mi última visita a la carrera. Es indescriptible la sensación de poder con ese monstruo que es la subida al Veleta Un placer saludarte y gracias por las fotos espectaculares fotos que he tomado prestadas de tu blog (como ves, te cito en el pie de foto y enlazo ahí a tu blog para que quien no te conozca vea tu inmensa calidad deportiva y humana) Un abrazo

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    2. Alberto es de otra pasta, pero por su calidad humana, te lo aseguro

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  3. Joder Jordi!! He tardado un poco en leerte pero las vacaciones y el calor no me dejan hacer cosas productivas jaja. Me molan tus "mini" relatos y como expresas todo lo que te pasa por la cabeza y las piernas en tus carreras. Buen blog si señor!
    Vaya pasada de reto! Estos saben a gloria y bien que os lo habéis currado. Hemos ido siguiendo todos tus entrenamientos y lo que lo habéis trabajado y de verdad que enhorabuena! Chapeau!! Si llevara sombrero me lo quitaba jaja.
    Seguro que ya estás recuperado y pensando en el próximo reto! Ya nos contarás. Un abrazo y me alegra verte tan feliz!
    Todos sabíamos que lo ibas a conseguir!

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    1. ¡Gracias! :) En la vida me han dolido tanto las piernas haciendo deporte como me dolieron acercándome hasta el 38 y ya hasta el mediodía siguiente, pero... ¡qué sensación, poder con aquello! Yo no lo tuve tan claro, poder terminar jajaja Efectivamente, recuperado ya y de vacaciones de carrera creo que al menos una semana más, aunque ejercicios de fuerza y algo de cardio por mi cuenta sí que hago ya. El próximo reto... espero que sea poder finalizar un maratón de montaña en marzo como muy tarde :) Ya iré contando. Gracias por pasarte por aquí y tragarte el ladrillazo que he dejado jajaj ¡Un abrazo! (tenéis algunos más confianza en mis posibilidades que yo, muchas veces jaja)

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