PEGO TRAIL 2023


Descubrí el Trail de Pego en 2021 y tuve claro que repetiría. No se organizó en 2022 por culpa de los incendios en la zona, pero en 2023 ya lo teníamos de nuevo en el calendario y encajaba en el planning como un buen entrenamiento de cara al maratón de Benasque, con 19km y unos 1000m de desnivel acumulado.

Igual que hacía dos años, me acompañaba en el viaje mi amigo Rafa, al que intentaría seguir todo lo que pudiera en la carrera, sabiendo que, seguramente, las piernas iban a protestar por la paliza de escaleras de la tarde anterior en la subida al Bali y que iba ser complicado aguantarle el ritmo.


Una vez allí, aparcamiento en la misma calle que la pasada edición, visita rápida a la zona de dorsales con una última carga de energía con el bizcocho que ofrecían allí, cafetillo en un bar y rápidamente al coche a prepararnos.

Conociendo el circuito, sabía que no debía quedarme muy atrás en el arranque, pues el camino se estrecharía rápidamente allá por el km 2 y situarse en un grupo demasiado lento penalizaría muchísimo después y sería difícil remontar, con muchos tramos donde sería imposible poder adelantar a nadie.




Arranque puntual, con mucha animación y tal vez más corredores que mi última visita a Pego y después del callejeo inicial de aproximadamente 1km y medio por el pueblo, sin desnivel, cogíamos una rampa de asfalto hacia la montaña nada más salir del paseo de Atzaneta. Apenas 500 metros antes de pisar monte, pero con tramos de pendiente que llegaban al 20% en algún momento, obligando a reducir la marcha y permitiendo comprobar cómo estaban las piernas aquella mañana.

Iba por delante de Rafa, pero algo me decía que tal vez había subestimado el poder destroza piernas de la subida al Bali. No estaba nada fresco y, entrando al sendero estrecho ya conocido del 2021, con la zona del castillo de Ambra a la izquierda, pensé que tal vez no había sido buena idea colocarme tan adelantado, en un grupo que corría relativamente rápido, aunque a partir de ese punto lo hiciéramos en fila de uno sin poder avanzar posiciones.

Teníamos por delante unos 2.5 km de subida hasta el primer avituallamiento. A pesar del incendio, el monte bajo seguía vivo y había revivido un poco y las vistas no eran tan desoladoras como habría esperado. Me comparaba con la anterior edición, donde las lluvias dejaron un terreno lento y resbaladizo, y notaba que subía más rápido que en 2021, a pesar de no estar al 100% aquella mañana.

Disfruté el camino hasta el avituallamiento y, allí, donde el circuito daba respiro durante 1km más o menos llano, adelanté posiciones y corrí cómodamente hasta la segunda mitad del ascenso más largo de la carrera, el que nos llevaría al punto más alto del circuito. Las vistas, como en la pasada edición, compensaban cualquier esfuerzo y todavía permitían engañar a la cabeza y no prestar atención a lo evidente, que las piernas no iban a aguantar aquel ritmo mucho más tiempo.

Adelanté a Carol Benítez, una bestia del trail, comentándole en broma que algo estaba haciendo mal yo si me ponía a su ritmo infernal habitual, a lo que me respondió que estaba teniendo problemas de visión y que buscaba un punto de retirada (al final solo fue un susto). Seguí subiendo, adelantando a corredores, sabiendo que seguramente en las bajadas muchos de ellos recuperarían posiciones adelantándome sin problema.

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Los tramos técnicos no fueron tan complicados como el año pasado, al estar todo seco, sin lluvias ni barro, y costó poco plantarse rápidamente en el segundo avituallamiento, recuperando un poco el aliento y mentalizándome para afrontar una bajada larga y con tramos algo estrechos y técnicos durante algo más de 3km. 

El descenso empezaba suave y sin dificultad, pero cuando la pendiente se volvió más complicada apareció mi conocida torpeza destrepadora y me frené. Cedí paso más de una vez hasta que Rafa se puso a mi ritmo. Sabiendo que él es infinitamente mejor que yo bajando, le cedí el paso y en cuestión de minutos ya lo tenía a muchísimos metros de mí, a una distancia que imaginé irrecuperable, por mucho que después en llano o subiendo pudiera remontar metros.

Disfruté la bajada, aunque las piernas no iban finas y me movía torpemente, en la zona embarrancada que nos llevaría después de una pequeña subida al punto en el que las carreras corta y larga se separaban, aproximadamente en el km 11.5


Tocaba subir de nuevo para hacer un bucle en la segunda y última gran subida, ganando más de 300m en algo menos de 2km. La pista no estaba embarrada como el año pasado y agradecí no quedarme clavado al fango, pues la flojera de piernas era ya una realidad y ni con bastones se notaba mejoría subiendo.

Me había propuesto dar caza a mi amigo Rafa en aquella durísima subida, que recordaba bien del 2021, con tramos muy verticales, sabiendo que en los ascensos no se me da tan mal como en las bajadas, pero cuando iniciamos el tramo con pendiente más dura supe que no había remontada posible.

Estaba muy cansado, el Bali pasaba factura y tocaba resignarse y tratar de hacerlo lo mejor posible. Había adelantado a una corredora 1km antes y en aquel punto vi que la tenía cada vez más cerca, así que me tomé aquello como una forma de motivarme, impedir que me alcanzara, y subí todo lo rápido que permitían mis fatigadas patas.






No recordaba lo duros que eran los últimos metros del último ascenso y me frené al llegar a lo más alto. Tomé aire, disfruté de las vistas, de nuevo, y asumí deportivamente mi derrota al ser alcanzado por la chica que me seguía cada vez más cerca hasta que me superó. Traté de seguirla en la zona técnica y llana de la cima, hasta que me puse a su paso iniciando la bajada, técnica inicialmente.

Vimos a la primera corredora parada por lesión y nos interesamos por su estado, pero ya estaba siendo atendida y tenía teléfono activo y con cobertura, así que seguimos nuestro camino.

De bajada, mi compañera de descenso me cedió paso, algo que rechacé ya que ella bajaba muy bien y yo no iba adelantarla por muchos metros, aunque pudiera. Comentando nuestra poca destreza descendedora , la carrera y el circuito de la Marina, casi sin darnos cuenta llegamos de nuevo al cruce de la carrera corta y la larga.

El terreno no había sido tan difícil de pisar como en 2021, sin charcos ni barro, y había bajado mucho mejor que la pasada edición. Dejé atrás a mi acompañante y bajé rápido hacia el pueblo, viendo que, aunque era imposible dar alcance a Rafa (a saber cuántos minutos llevaba ya en meta antes que yo),  mi marca de 2023 iba a ser mejor que la de hacía dos años.

La pista de cemento, muy inclinada hacia abajo, hacía que las plantas de los pies sufrieran con las zapatillas de trail que había elegido, duras, para correr con seguridad el terreno de Pego, pero una vez en asfalto y con menos pendiente todavía pude subir un poco el ritmo.







Un último sprint pasando el paseo del Calvario (nombre apropiado para ser zona de paso del final de la carrera, pensé), y nos metíamos ya en la zona de meta, el paseo de Cervantes, acelerando en estúpido pique final para no ser superado por mi compañera de bajada en los últimos km.

Paraba el reloj en 2:40:09, 2:39:53 real, 86 de 122 en la gral., 37 de 46 en mi categoría, mejorando unos 9' la marca de 2021.

Rafa ya estaba por allí 3' antes, habiendo hecho un carrerón y demostrando su buen estado de forma, que es imbatible cuando las rodillas no le dan guerra en las bajadas. Saludamos a Seve, de Se Nos Va La Pinza, y con los compromisos familiares de domingo tuvimos que dejar pasar el espectacular avituallamiento final de la carrera y marcharnos rápidamente a Alicante.




Teniendo en cuenta el doblete Subida Bali+Trail Pego, el fin de semana había sido muy bueno. El trail había sido espectacular, dejándome con ganas de volver una vez más y agradeciendo, en el fondo, que no se aprobara el circuito de este año, de 21km y que dejara el de 2021. Si en 2024 se modificaba y se convertía en medio maratón, más motivos para repetir en una carrera organizada ejemplarmente en una zona natural espectacular que todavía sobrevive, a pesar de los incendios.



No habría tiempo esa semana para dormirse demasiado, pues el maratón de Benasque se acercaba y la semana siguiente había que enfrentarse, después de 2 años, a un medio maratón de asfalto, el de Granada, y vete tú a saber cómo iba a darse aquello sin entrenamiento específico y después de un mediodía de tapas granadinas, pero esto ya os lo cuento en la próxima entrada del blog.

Nos leemos pronto.

Cuidaos.

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