SAN SILVESTRE TORRESANA 2022


La Nochebuena y Navidad de 2022 pasaron este año en la capital, por asuntos familiares. Esto hizo que tuviera a tiro, desde la casa de mi hermana y cuñado en San Lorenzo de El Escorial, varias carreritas navideñas en ciudades cercanas esos dos días, algo que no dejé de aprovechar eligiendo al final entre todas, por recorrido y distancia desde casa, la de Torrelodones, la San Silvestre Torresana, que se organizaba la mañana del día 24.
Quién iba a decirnos que, en el centro de la península, alejados de la humedad alicantina, mi hermana y yo íbamos a encontrarnos un clima tan húmedo como el que nos recibió la mañana de Nochebuena en Torrelodones.
Al llegar, la niebla espesa y el frío convertían la jornada en una de las que invitaban a lo que fuera menos a ponerse de corto y correr. Además, la organización montaba, aparte de la carrera en la que participaríamos, de 5km, un 10k que salía antes de nuestra carrera y que hacía que, hasta que acabara esa prueba, no empezara el 5k, algo que retrasó mucho la hora programada de nuestra salida.
Ahí, esperando que llegara el coche escoba del 10000, estuvimos trotando un poco, refugiándonos en el pelotón que esperaba en un lado de la salida a que nos dejaran entrar, y fuimos haciendo tiempo hasta que toco arrancar.




La cosa empezaba fuerte. Cuesta de las buenas desde el primer metro, unos 200m alejándonos de la zona deportiva de la que salíamos, sube baja hasta el km1 por camino de tierra y a llanear hasta pasar por debajo de la A6.
Empecé mucho más rápido de lo que habría esperado, yendo por sensaciones, acelerando incluso en las cuestas. Sentí que con el terrible frío de aquella mañana me había quedado corto calentando, pero de todas formas pensé que iba bastante bien, teniendo en cuenta las malas sensaciones de la última carrera en Guardamar.
El paisaje ayudaba a dejarse llevar, con mucha zona verde a la vista y olor a vegetación y tierra húmedas. Esa humedad, precisamente, también parecía dificultar un poco la respiración, pero, como digo, me sentía bastante cómodo corriendo y no costó mucho mantenerse a 4:19/km el primer mil.
La cosa cambió, y mucho, después del paso subterráneo que salvaba la autovía. Ahí llegaba un ascenso constante de km y medio que se metía de lleno en Torrelodones en un callejeo bastante solitario (el clima no invitaba a estar en la calle) y que se pegaba bien a las patas.
Me entretenía viendo a los chavales que participaban en la carrera, chiquillos y chiquillas muy jóvenes que corrían como el rayo en equipos y con sus entrenadores al lado animando. También había mucho corredor de categoría junior que obviamente me pasaban a todo trapo.

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El ritmo cayó durante la subida, pero no quise mirar el reloj en ningún momento (los 4:19 del primer km los vi después en Garmin). No notándome en forma y viendo el reventón de Guardamar lo último que quería era palmar por segunda vez consecutiva.
Alcanzada la zona más alta del circuito tocaba callejear de nuevo y tirar para abajo hasta alcanzar de nuevo el paso subterráneo que ya habíamos visto y deshacer camino, de nuevo por calles sin mucha animación y casi vacías.
En esa bajada sí que fui ligero, según vi luego en el teléfono, 4:11/km sin proponérmelo. Iba cómodo, disfrutando, aunque algo saturado por llevar mucho tiempo al ritmo de un adulto que iba hablando sin parar con sus dos jóvenes corredores a los que no paraba de dar instrucciones y órdenes (un poco de silencio, dejar que disfrutaran y, ya puestos, corregirles en los miles de recortes que hicieron girando tanto sus niños como él, estaría bien, pensaba)
Llegó el momento de deshacer el camino ya conocido y ahí las piernas sufrieron más de lo que habría esperado. Las cuestas del principio se sentían mucho más duras en sentido contrario, ya con algunos km en las piernas, y tocó bajar la marcha. ¿Otra vez estaba haciendo una carrera malísima y reventando?
El final del ascenso antes del giro hacia la zona deportiva era con diferencia la peor de todas las cuestas. Apreté los dientes, notando que me volvía a frenar, pero saqué fuerzas para el último tramo, con perfil favorable y paré el reloj en 25:02, 36 de 197 en la gral. , 10 de 51 en mi categoría y 32 de 115 hombres.
Clasificación más que buena en aquel circuito de 5.5km con aquel perfil, aunque las sensaciones en el último tramo no lo fueron tanto.




Mi hermana llegaría poco después, consiguiendo segunda plaza en su categoría, lo que hizo que tuviéramos que esperar un poco en medio el frío torresano.
Contento con el resultado, con la carrera (la organización debe corregir lo de hacernos esperar a los del 5k) , con el avituallamiento y con la camiseta, de 42k de manga larga y buen diseño, de las que sabes que usarás, tocaba retirada para preparar las comilonas de esa tarde y del día siguiente (y de todas las fiestas), sabiendo que lastrarían los resultados de las dos carreras que había en el horizonte, la San Silvestre Toledana y la carrera de Reyes de S. Fulgencio.
En breve, más crónicas de las carreras pendientes.
Nos leemos.
Cuidaos.

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