CROSS URBANO NOCTURNO CIUDAD DE ORIHUELA 2019


En el 2018 mi compañera del club de natación Aquatic Alicante, Laura, me hablaba muy bien de un cross nocturno que se organizaba en su ciudad, Orihuela, capital de mi querida Vega Baja, pero no fue posible encajarlo en la agenda de carreras de la temporada. Dejé la prueba anotada en mi lista carreras pendientes y en este final de año que ya hemos dejado atrás decidí apuntarme, aunque con dudas. Mi experiencia en carreras en las que hay una gran mayoría de participantes que más que correr compitiendo van a trotar, acompañando a sus parejas o hijos, disfrazados o simplemente a andar durante el recorrido, no ha sido muy buena hasta hoy. Si ese es tu objetivo, perfecto, pero si, como yo, te apetece ir a correr como en cualquier otra carrera popular, en este tipo de pruebas, como me pasó en Alicante la primera y única vez que corrí su San Silvestre, suele ser difícil (o eso pensaba) correr con comodidad. En la prueba alicantina, hace algunos años, tardé más de un km en poder moverme sin problema, chocando con padres con carros, gente caminando etc. y, siendo una carrera de 4.5km, perder más de 1000 casi andando no tenía sentido para mí.
Pensando que tal vez la prueba oriolana podría darme los mismos problemas, intenté llegar el día 28, un sábado por la tarde, con la antelación suficiente para recoger todo, cambiarme, calentar y situarme lo más adelantado posible en la salida, evitando en lo posible los problemas que os comentaba.
La costumbre, por haber participado varias veces en la media y el 8k de allí, hizo que aparcara a las afueras, en la zona oeste, al lado del supermercado Lidl, lugar habitual de reunión de los corredores en el medio maratón, pero mala elección para el Cross nocturno, ya que me dejaba a, como mínimo, 15' de la salida. Al menos sirvió para forzarme a calentar, obligándome a caminar deprisa para recoger la completísima bolsa del corredor (camiseta, bufanda, toalla, naranjas...), volver al trote al coche y correr de vuelta a la salida una vez cambiado.

Con Rafa y Laura, Blancanieves y enanita esa noche.

Pude saludar brevemente a la "culpable" de que estuviera allí, Laura, y también a Rafa, que participarían disfrazados, y comenté con ellos la carrera, preguntándoles sobre su recorrido y perfil. "Tiene una subidica al final, hacia el seminario, pero en general es llano", me decían. Al acabar la carrera recordaría de nuevo esta conversación y lo de la "subidica"...
Me despedí de ellos, buscando las primeras filas en la salida, intentando evitar atascos cuando echara a correr. Con tanta gente en la calle animando, el ambientillo festivo con tanto disfraz y música y el grupo de percusión sonando de fondo apetecía correr y cuando se dio la salida empecé con demasiada fuerza. Si Orihuela es una ciudad que da gusto correr a la luz del día, sobre todo en el casco histórico, por la noche, con la iluminación habitual y la navideña se transformaba y ganaba en atractivo.





El inicio de la carrera permitía pasar por el trayecto adoquinado ya conocido por ser lugar de paso del medio maratón, cerca del Ayuntamiento y la calle Sta. Justa y su iglesia, en suave ascenso hacia la plaza Capuchinos.
No me importaba estar subiendo. Eran "solo" 6.5km y los iba a afrontar (de forma equivocada, como vería después) como si fuera un 5000. Así, subiendo por el viejo conocido falso llano a todo gas, llegábamos a la plaza en la que en la media cambiaríamos el sentido de la marcha y seguimos subiendo un poco más, haciendo el cambio de sentido rodeando 3 o 4 manzanas más arriba y viendo pasar el primer mil en unos 4:16. Demasiado rápido, pensé, pero llegaba una bajada larga también conocida, la misma bajada de la media, y podría recuperar el aliento sin perder demasiada velocidad. Pasaba el 2000 en 4:22 sin problema y me permití un pequeño respiro, acordándome de que al final habría una cuesta y que vendría bien algo de reserva.
Avanzamos hacia Orihuela Este, en la zona más solitaria del circuito, cerca de donde había aparcado. No había mucho público, pero la organización había situado en ese punto un altavoz con AC/DC a todo volumen y el ánimo no decaía. Había pasado el 3000 en 4:37 y el km 4 lo vi en 4:25 pero girando por la plaza de toros, de nuevo hacia el centro, el exceso de velocidad inicial empezó a pasar factura.
Además, aunque el perfil del recorrido seguía siendo muy llano, se iniciaba un suave falso llano que no ayudaba a mejorar la flojera de las piernas.


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El ritmo cayó en picado, pero el sufrimiento se llevaba mejor gracias a la increíble animación de las calles de Orihuela, pasando por otra zona clásica de las carreras locales, la glorieta Gabriel Miró, meta de la media, con el público abarrotando sus aceras y la música a todo volumen.
Un pequeño rodeo cerca de esa plaza, completando el km 5 y viendo caer el ritmo a los 4:45/km sin remedio y cogíamos la calle San Agustín, recta y sin curvas hacia el tramo final de la carrera, el más duro, el ascenso al seminario.



El público seguía llenando las calles, animando y haciendo más llevadero el esfuerzo, pero las piernas no daban para mucho más. Empecé la suave subida hacia el puente de Poniente sin demasiadas fuerzas ya y, una vez superado el puente, viendo la pendiente de la calle que llevaría a la subida al seminario, casi me rendí. Había dosificado muy mal el esfuerzo, incluso si aquello fuera un 5000. Ya en el km 4 iba justo, pero desde el 5 y con las cuestas que tenía por delante estaba vacío. Por algún motivo que desconozco, había pensado que la rampa final era la del colegio diocesano que conocía por haber ido por allí por trabajo hace años, unos 100m muy empinados, pero nada si se comparaba con la subida que debíamos afrontar realmente esa tarde.
Unos 100m después de la entrada a ese colegio empezaba el ascenso al seminario, en un camino en zigzag que invitaba a caminar y recuperar el aliento por su pronunciada pendiente.

La catedral y, arriba, el seminario. Subida exigente.



Al no conocer la zona no sabía en qué momento terminaba la subida. Desconocía la longitud del ascenso y tenía el corazón latiendo a más de 180ppm, con la cabeza pidiendo a gritos parar, pero me había jurado que iba a llegar a la meta sin dar un solo paso caminando.
El público seguía llenando los laterales del recorrido animando y aquello terminó de darme la vida necesaria para seguir subiendo a pesar del sufrimiento. Cuando parecía que un giro de 180 grados era el final de la carrera ahí le seguía otro tramo de subida, tanto o más inclinado del anterior, en el que veías a corredores subiendo como podían y, mirando al recorrido del próximo giro, podías ver lo rápido que ascendía el trazado de la carrera sin tener a la vista todavía la zona de llegada. Casi al límite de mis fuerzas, por fin, una zeta resultó ser la última y apareció el arco de meta, con la entrada al seminario a la derecha.



Paraba el reloj en 31:31, 30:15 real, 123 de 794 en la clasificación general, 44 de 128 en mi categoría, 114 de 534 hombres, con las piernas temblando y sin aliento, pero sabiendo que aquella carrera era obligatoria en los próximos años. Allí, en la explanada del monte de San Miguel, en la puerta del seminario, con Orihuela iluminada muchos metros por debajo de nosotros, todavía se podía ver subiendo a muchos corredores y se apreciaba mejor la dureza del ascenso.




La "subidica" que me comentaban Laura y Rafa en la salida había resultado ser similar o más dura que la subida al Castillo de Santa Bárbara de Alicante y, por eso, por lo exigente del recorrido y lo atractivo y duro que era el ascenso al seminario y por la animación en las calles, por lo bien montada que estaba la carrera, con un avituallamiento líquido en la meta y chocolate y bollos en la plaza de la salida después, por la belleza de las calles oriolanas por la noche y por el deseo de revancha, tocaba marcar en diciembre de 2020 una nueva cita con aquel Cross.


Se han acumulado varias carreras en pocos días, así que os debo todavía las crónicas del día 31 y su San Silvestre Ilicitana y del 1 y La Aparecida, ya en el horno ambas y que espero publicar antes de correr la próxima, el 6 en San Fulgencio.
En breve, más.
Gracias por estar ahí.
Saludos.

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