TRAIL SERRA D'OLTÀ 2023

Tenía una deuda pendiente con Oltà desde el 2020, cuando empecé "en serio" a correr por montaña y me puse por primera vez después de muchos años un dorsal, en el medio maratón Serra d'Oltà de aquella edición. Apenas recuperada la normalidad después de la pandemia, al final la carrera se recortó y quedó en 16km, unos 600md+ y muy poca participación, así que la media debía esperar y este 2023, con mi propósito de hacer todo el circuito de Trail de La Marina, encajaba en el planning de carreras y podía conocer el recorrido que me perdí hace 3 años, con 21km y unos 1000-1100md+.

La 5ª etapa del CTM me llevaba a Calpe el pasado fin de semana. El recuerdo de carrera dura, con terreno técnico en la cima y mi resultado en el 2020 no me hacían ser optimista sobre marcas o posiciones en la clasificación. Recordaba sentirme muy lento y torpe en los tramos más altos, bajar lento y acabarla en un tiempo muy lejos de la media. Además, había pasado el día anterior con el constipado en pleno apogeo, haciéndome estornudar muchísimo, impidiendo que durmiera lo necesario y que me despertara muy pronto, sumando solo 5h de sueño.



No pintaba bien la cosa, cuando tuve que despertarme antes de las 6:00AM para prepararme y llegar al aparcamiento al lado de la salida a las 7:30, una hora antes del arranque de la carrera. Me notaba cansadísimo, muerto de sueño. Me llegué a plantear, después de recoger el dorsal, dormir 20' en el coche a ver si me recuperaba, pero tal vez me despertaría peor, intuí, así que le pegué un trago al café que llevaba en un termo y me dispuse a afrontar la carrera lo mejor que pudiera.

Aunque veníamos de días fríos, ventosos, con algo de lluvia, la mañana del domingo amanecía despejada, en calma y con una temperatura inesperadamente alta que hacía replantearse las capas de ropa a utilizar. Sobraría, sin duda, la térmica que tenía previsto usar. Usé inicialmente manguitos y braga al cuello, aunque no tardaría en retirarlos con apenas 1000m de carrera en las piernas.

Me crucé con Curro, de Triarios, que lo mismo le da petarlo en medio ironman, nadando, corriendo asfalto o pateando monte, todo se le da bien al amigo. Comentamos brevemente la carrera y nos fuimos al pelotón. Allí, con las malas sensaciones de la mañana, decidí quedarme al final del grupo y ver qué tal me notaba según avanzaba la prueba.




mis caras en algunas fotos de esta carrera son para enmarcar...

Arrancamos puntuales, por tramos correderos y poca pendiente. A la vista, mis referencias habituales en el circuito. Un señor que suele arrancar siempre rápido, con respiración acelerada, que flojea siempre a media carrera, la bella corredora de Pego a la que dejo atrás rápidamente confiando, como siempre, en que no me alcance de bajada al final, la chica de Benissa que suele sacarme siempre unos 5' subiendo fuerte y sirviéndome de liebre a veces y bajando mejor... todo familiar y en la línea de otras carreras del circuito. También veo a Curro subir muy rápido y alejarse rápidamente ¿cómo se le puede dar bien todo a este hombre?

Tocaba recorrer unos 4km en dirección a la zona recreativa de Oltà, con perfil y terreno que permitían correr con relativa comodidad, endureciéndose únicamente los últimos 300m, llegando a la zona recreativa y al primer avituallamiento. Corría, para mi sorpresa, con comodidad y sin sentirme tan cansado como habría esperado mientras me preparaba en el coche. Me quedaba cerca, además, de la chica anónima de Benissa que tenía fichada como liebre temporal en otras carreras, lo que tal vez significaba que me estaba pasando de vueltas, pues la experiencia me demostraba siempre la superioridad de la joven. Trote alegre hacia la zona de la depuradora primero, dejando atrás el túnel bajo la nacional y pasando después por el que permitía atravesar las vías del tren y llegábamos al primer avituallamiento. Los km habían pasado rápidos, a 5' y poco los 2 primeros (más lentos que los 4' y pico/km del 2019, pero había que correr más distancia y desnivel este año, así que mejor reservar) y nada mal después los que llevaban a la zona recreativa.

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Me permití parar a beber, a bajar manguitos y quitarme la braga del cuello para refrescar y retomé la marcha rápidamente. Recordaba que, en el 2020, pocos metros después de aquel punto, subíamos rápidamente hacia el ascenso más duro que también recorreríamos esa mañana, pero en el circuito de la media, el original, tocaba coger en su lugar una bajada larga y bastante corrible por la cara este de la sierra. Un pequeño repecho, bajada suave de nuevo y sobre el km 6.5 ya tocaba afrontar la subida más larga y dura del recorrido, la que nos llevaría a la cima 4km después.

El ascenso comenzaba suave, en camino estrecho y rápidamente ganaba pendiente. Me quedé al paso de dos corredores, a un ritmo que nos parecía cómodos a los tres y que nos permitía subir casi sin sentir, comentando la carrera, hasta que en un momento de la subida noté que yo podía ir más rápido, animado por las buenas sensaciones y las espectaculares vistas de la zona, primero hacia el oeste con Bernia al fondo, y después con la costa de Calpe y el peñón de Ifach a nuestra derecha. Pude dar caza a mi anónima liebre femenina de Benissa (al menos la camiseta de su club era de esa localidad). En un momento en que la subida dio un suave respiro, mientras yo alternaba carrera y caminata rápida, alcancé a la chica y justo cuando iba a superarla, pensando que me la estaba jugando y que si la adelantaba era porque, o bien yo iba demasiado fuerte y palmaría en breve,  o ella no tenía un buen día, la chica (Gemma, creo que vi en el dorsal) aclaraba las dudas. Me pidió consejo (a mí, pensé...) sobre qué hacer con los geles si tenías un día malo de estómago (ya decía yo que no era normal poder seguirla).Había pasado mala noche y no sabía si jugársela tomando un gel que pudiera vomitar o que generara una descomposición de barriga de consecuencias incómodas y fatales. En mi corta experiencia, le comenté, yo prefería no arriesgar. Mi recuerdo del maratón de Madrid de 2015 o la media de Murcia de 2017 hacían que aconsejara dejar el gel para otra ocasión, tal vez comiendo en su lugar algo del avituallamiento que supiera que toleraba bien.


Fuimos subiendo casi al mismo ritmo hasta el paredón que recordaba del 2020, un tramo de carrera que nos dejaba en El Pinet (creo que se llama así), con una pendiente que llegaba a superar el 40% Comentando la carrera con la chica y otros corredores noté que tal vez subía algo más lento que en el 2020 en esa misma zona, demasiado cómodo y conservador tal vez, pero había que tener en cuenta que llegábamos con 4km más en las patas y unos cientos de metros de ascenso acumulados por encima de lo que llevábamos entonces. Reservar fuerzas para pasar la temida zona técnica de la cima, como creía recordar, tampoco parecía una mala estrategia.

Superado el primer repecho ya solo quedaba subir un poco más durante casi 1km hacia La Mola y, después, seguir ascendiendo durante algo más de 1km hacia el punto más alto, por la cima de Oltà. Había temido aquella zona desde que había arrancado a correr a las 8:30, pero me sorprendí moviéndome con mucha más agilidad de la esperada en un terreno que, aunque era algo peligroso para los tobillos, no era tan difícil como esperaba. Tal vez estos 3 años de experiencia acumulada, tal vez unas piernas más fuertes...Aquello no estaba siendo tan duro como imaginaba. No podía correr a todo trapo, obviamente, pero tenía la sensación de moverme mucho más rápido que en el 2020 por aquella zona.

Mi acompañante había decidido jugársela y tomarse el gel y se había quedado atrás hacía tiempo, así que con la carrera bien estirada ya corría sin mucha compañía. Lo estaba pasando en grande, contra todo pronóstico, y estaba disfrutando del recorrido y las vistas ('¡qué vistas!) como nunca.







El primer tramo de bajada, algo más de 1km por el barranc de La Mola, también me había parecido complicado sobre el plano, revisándolo el día anterior, pero resultó ser menos técnico de lo esperado y lo bajé con mucha menos dificultad de lo que esperaba, notándome rápido en muchos tramos y cediendo muy pocas posiciones hasta llegar de nuevo a pista corrible, ya con 12km en las piernas y en la cara oeste de la sierra. Pisteo rápido y cómodo, recordando mucho al gran Trail Nocturn Lluna d'Oltà (seguramente con más de un punto en común con la carrera, me pareció recordar) y avituallamiento que tomé con mucha calma, aprovechando para reponer bien líquidos (¡qué calor empezaba a hacer!), comer un trozo de plátano pequeño y seguir a por la última subida de la carrera, 1.3km que nos llevarían hacia la cara norte de la falda de la sierra por camino cómodo primero y, después, por una subida pedregosa que hizo algo más lenta la carrera en aquel tramo.








El avituallamiento me había renovado energías y subí con rapidez, ganando varios puestos y alcanzando a corredores que me habían adelantado con facilidad subiendo a la cima o bajando por el barranco. Cuando allá por el km 14, por el pas de la Canal, empezábamos el descenso que enlazaría después con la zona recreativa y la repetición en sentido de vuelta de los 4 km iniciales, sentí la carrera como completada. No conocía aquella zona y disfruté como nunca un descenso en el que, sin ser muy difícil, noté que bajaba mucho mejor de lo que lo habría hecho tiempo atrás. Al escuchar la música de la zona recreativa a lo lejos hice cálculos y, sabiendo que el camino después se podía recorrer con bastante rapidez, vi que la carrera acabaría en menos de 3 horas si no me dormía demasiado.

Bebí una última vez, en el avituallamiento del área recreativa, y salí a correr lo más rápido que pude, con cuidado los primeros 600m, los últimos con algo de dificultad, y después ya pensando en darlo todo hasta la meta, un propósito que pude aguantar poco tiempo. Pasaba del km 18 al 19 en menos de 5', pero de repente las piernas se frenaron y el corazón no dio para mucho más. El pisteo hacia el Parque de la Creatividad se volvió largo y pesado y ni siquiera el típico pique final para ganar una última posición consiguió que corriera más rápido. Intenté durante muchos metros alcanzar a un corredor del triatlón La Vila, llegando a superarlo unos metros durante un par de minutos, pero en un último repecho inesperado, de apenas 10m, eché a andar, bebí, y cuando el corredor se puso a mi paso e hizo lo mismo, comentamos la carrera y durante los últimos metros ya corrimos juntos, compartiendo el sufrimiento de aquellos interminables últimos metros y comentando todo lo bueno de la carrera. Mano a mano con mi inesperado acompañante, crucé la meta en 2:53. Las buenas sensaciones y la idea de que había hecho una buena carrera no eran un espejismo, viendo la clasificación. 103 de 232, 39 de 75 en mi categoría y 94 de 185 hombres, para una carrera de unos 21km y que rondaba los 1000 / 1000 y  pico metros de desnivel. Menos de 3h y en la primera mitad de la tabla, disfrutando como un enano. ¿Para qué pedir más?



El avituallamiento final estaba al nivel de aquel carrerón. Música en vivo, bocadillo, bebidas... Me junté con Curro, que había llegado al menos un par de minutos antes que yo (qué crack eres, compañero) y nos sentamos en las gradas a dar buena cuenta de la comida y la bebida mientras nos poníamos al día después de mucho tiempo sin cruzarnos, esperando que se nos uniera después su compañera de club,  María, que acababa 4ª de su categoría habiendo llegado mucho antes que nosotros.

La carrera se había dado muchísimo mejor de lo esperado. El circuito había resultado ser menos duro de lo que recordaba y el recorrido y las vistas en los tramos más altos eran increíbles. Además, estaba tan bien montado, con tantos avituallamientos y tan bien atendido, con una camiseta de calidad en la bolsa del corredor, que aquella mañana convertía en carrera fija para mía esa prueba para los próximos años.

Moral por las nubes para las próximas citas deportivas que han de cerrar un año muy bueno por el momento, en cuanto a resultados de carreras para un corredor popular del montón como yo. Con Oltà se acaba el circuito hasta mitad de enero, donde lo retomaremos en su 6ª etapa, los 26km de Almédia Trail en Callosa d'en Sarrià, pero antes de acabar el 2023 todavía habrá tres pruebas más en mi calendario. Primero, el próximo sábado 23, el Trail de Vallada, una media que promete ser dura y técnica, por lo que me han contado. Al día siguiente, si el Trail no me ha dejado fuera de juego, la San Silvestre Monovera, una vieja conocida para mí que siempre he disfrutado muchísimo cuando la he corrido y que este año tiene el incentivo de conseguir que me reúna allí con mi amigo Ramón y quién sabe si Rafa también se animará. Y para despedir el año, una San Silvestre, esta vez conociendo la de Santa Pola el día 31 por la tarde.

Os cuento cómo va todo en la próxima entrada del blog. 

Cuidaos.


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