TRAIL LES XOSSES CREVILLENT 2023


La participación en Les Xosses este año estuvo en el aire hasta casi el cierre de inscripciones. ¿Carrera la semana anterior al imponente maratón de Benasque? Le di muchas vueltas según se acercaba el último día para apuntarme. Que si era bueno como tirada de 18 con avituallamientos, que si mejor no ir porque no sabría ponerme un dorsal sin forzar la máquina a tope sin frenarme ni tener en cuenta que debía ser una salida para acumular km y dejar la competitividad a un lado...

Al final, este último pensamiento es el que hizo que me decidiera. Debía ser capaz, me dije, de controlar el ritmo, de no forzar, de aguantar, aunque fuera media carrera, pisando un poco el freno, acabar fuerte. Si no sabía regular fuerzas en algo así, donde no me jugaba nada, ¿qué pasaría en el maratón del día 10, donde los excesos se pagarían bien pagados a partir del km 30?

Me apunté, aunque este año, a diferencia de mis dos  últimas visitas al circuito, no me acompañaban ni Ale ni Rafa, uno recuperándose de sus lesiones y el otro con compromisos familiares y laborales. Sí que me juntaría allí con Sera y Pili, corredor él (fortísimo, aunque diga que no), senderista ella. También saludaría en la salida a mi amigo Ramón, miembro del club organizador, que después de ayudar en la zona de salida subía a un cruce en la montaña para señalizar un desvío y que no nos perdiéramos.

Llegué con mucho tiempo de antelación y aparqué en la zona del obelisco, como en el 2022 y 2021. Subí hacia el mismo lugar donde los años anteriores daban los dorsales sin ver nada de la carrera cerca y... ¡ostras! ¡que este año se recuperaba la que creo que fue siempre su salida original, en la Plaza de la Constitución! (ya decía yo que me sonaba, de mi primera vez en Xosses en 2013 o 14). Para abajo rápidamente, subida de cuestecita hacia la plaza y ya estaba allí recogiendo el dorsal rápidamente.




Un sábado de junio por la tarde tocaría pasar calor corriendo, pero la semana de lluvias había refrescado el ambiente y el cielo todavía parecía que podría dejar caer alguna gota durante la carrera, así que el ambiente era muy bueno para correr por la sierra crevillentina, a pesar, eso sí, de la elevada humedad.

Me junté con Sera en el acceso a la zona de salida, saludé a Pacorro, que lo mismo le da ser la élite alicantina de la marcha en asfalto que reventar con marcaza una carrera de montaña y con las campanadas de la iglesia anunciando la media hora pasada de las 6PM arrancábamos.

Desconocía el inicio de la carrera, o no lo recordaba, si era el mismo de mi primera edición en Xosses, pero el perfil de asfalto inicial, dando una vuelta por las calles alrededor de la plaza, me pareció cómodo y no me costó trotar ligero. Sabía que empalmaríamos después con el recorrido que sí conocía, ya de subida hacia la Ciudad Deportiva, completando casi 2km y metiéndonos ya en terreno de montaña.





No vi a Sera delante de mí, así que tal vez, aunque me quería frenar, estaba yendo demasiado rápido. Mal asunto, ir más rápido que alguien tan fuerte como él, pensé. Cogíamos la Rambla de Castelar nos dirigíamos hacia els Pontets, con tramos muy estrechos que obligaban a ir en fila de uno a veces y frenar cuando había algún paso algo resbaladizo o que obligaba a parar en seco. Ya se podía adivinar allí, mientras tanto, subiendo poco a poco, cómo encontraríamos el terreno en todo el circuito. La lluvia se había acumulado un poco en ramblas y zonas embarrancadas y llenaba de charcos y barro el recorrido. Además, las zonas no inundables seguían húmedas, pero no resbaladizas en su mayoría, por lo que la pisada solía ser cómoda. Daba gusto trotar por allí, comparando sensaciones con otros años. ¿Tal vez más lento? Mejor, me repetía. "No has venido a competir". "Estos que corren tanto hoy no tienen un maratón de montaña como tú en 6 días".

Salimos al fin a la pista amplia de siempre, algo más de 1km con más de 100m de subida que otros años trataba de correr a la desesperada, pero que esa tarde decidí tomarme con mucha calma. A la mínima que el terreno picaba para arriba con más fuerza, rozando el 18% de pendiente, aflojaba y hasta caminaba rápido, lo que me permitió disfrutar un poco más que otros años de las vistas de la sierra de Crevillente, con La Vella delante, y llegar con fuerzas al giro en el que bajábamos rápidamente unos metros para desviarnos después a la izquierda a por la subida con más pendiente de la carrera.



Quise probar las fuerzas en ese punto y compararme de nuevo con las otras dos ediciones. Subí fuerte, adelantando a muchos corredores, sin dificultad. Saludé a J. Agulló de Km a Km de Elche, pasándole en hasta la parte más alta de la carrera para ser superado por él después en una bajada algo técnica que, como siempre, me frenaba, aunque en general diría que me movía por aquel tramo con más soltura que ninguno de los años anteriores.

Antes de empezar la bajada larga todavía subíamos un poco más y, después de recuperar oxígeno y volver a disfrutar de las vistas bajé torpemente el primer tramo de descenso.

La historia de mi vida trailera hasta el momento. Subidas fuertes ganando muchos puestos que se convertían en inútiles después, bajando torpe y lentamente y siendo superado a toda velocidad por todos los corredores superados metros atrás y otros nuevos que donde yo me movía con miedo y torpeza ellos bajaban como el que va a por el pan.




La bajada se volvió cómoda y recordé que otros años en ese punto aceleraba y ganaba minutos al crono que después perdía agónicamente en las dos subidas largas que todavía tenía por delante, algo que creo que esa tarde comenté con un corredor que se puso a mi ritmo un rato. Mejor reservar, comentábamos, mientras me felicitaba mentalmente por ser capaz de estar conteniendo un poco las fuerzas y no haberme dejado llevar por el efecto dorsal hasta el momento.

En el siguiente avituallamiento me había dado caza Sera y ya no lo veía cerca, así que me dije que el orden natural de las cosas volvía y, de nuevo, pensé que estaba gestionando bien las fuerzas para el que era mi objetivo principal, hacer entrenamiento de 18km sin forzar mucho.

La bajada terminó y una subida corta hacia la zona del Centro Educativo de Los Molinos volvía a sumar desnivel a las patas, con un ascenso corto seguido de una pista sin mucho ascenso, entre pinos, que era una gozada pisar cayendo el sol y con el clima fresco y el ambiente húmedo.

Una bajada corta y la carrera ya pasaba el km 10 y volvería a subir, con fuerza si no recordaba mal. Donde otros años penaba, por haber subido muy fuerte el primer tramo de la carrera y haber bajado más fuerte todavía, esa tarde llegaba con más energía que nunca. La zona embarrancada que atravesábamos de subida estaba enfangada en muchos tramos, con charcos por todas partes, pero el ambiente, la sensación de energía y ver que incluso cuesta arriba trotando o incluso caminando rápido recuperaba muchísimas posiciones en la carrera hicieron de ese tramo y del resto del recorrido hasta la meta la parte más divertida de la carrera para mí.

Adelanté de nuevo a J. Agulló, siempre animándome cuando me veía. Grupos que me habían pasado como el rayo de bajada en los 3km de descenso desde el km 6 al 9'5 ahora caminaban y se quedaban detrás de mí. Ahí, sí, sin control, el efecto dorsal fue incontenible y tiré para delante, dispuesto a recuperar todas las posiciones y minutos que pudiera haberme dejado en la primera mitad. Las piernas no protestaban y el corazón tampoco parecía sufrir. Solo había 8km por delante. ¿Por qué no dejarse llevar ya?



No tener las malísimas sensaciones que recordaba en aquel punto de la carrera otros años me animaba a probarme. ¿Y si troto este tramo en que la pendiente se suaviza? ¿y si ahora voy a por ese grupo de delante? Cuando empezaba a plantearme aflojar un poco para recupera algo de aliento escuché la voz de Ramón animándome desde lo alto de la que sería la penúltima subida más o menos larga de la carrera, cerca del km 12.5. Me dije que podría llegar trotando hasta el cruce que gestionaba como voluntario de la carrera mi amigo, ganando así más posiciones a corredores que seguían caminando en ese ascenso. Lo conseguí sin mucha dificultad, tanto que hasta yo mismo me sorprendí al pasar trotando sin mucho sufrimiento cerca de Ramón y despedirme girando hacia la izquierda, en una bajada suave y corta que nos dejaba unos 800m de bajada suave hacia el mismo punto donde 6 km antes nos desviábamos a la derecha en la larga bajada desde la primera cima.

Seguía ganando posiciones, tomando agua y alguna gominola en los avituallamientos y subiendo fuerte, aunque fuera caminando. Deshaciendo camino, seguíamos hacia la rambla de Castelar, primer subiendo hasta el cruce del km 6 y después bajando hasta meternos de nuevo en la zona embarrancada, ya hacia Pontets, con 15km en las piernas.

El terreno que habíamos subido con facilidad al principio se volvía algo resbaladizo de bajada, con agua y barro que hacían que tuviéramos que llevar cuidado en cada zancada, pero yo seguía a lo mío. Recuperar posiciones, ir de grupo en grupo avanzando a la mínima que la pisada era medio buena.

Una última subida a la izquierda en el km 16 nos sacaba de la rambla y terminaba con el terreno difícil. Ya solo quedaba camino fácil de correr y cuesta abajo, recordé, primero dejando atrás la Ciudad Deportiva y luego dejándonos caer por el largo camino que terminaba en el Obelisco de Crevillent.

Aceleré para dejar atás, otra vez, a otro grupo que tenía delante, sufriendo esa vez más que las anteriores para rebasarles (tal vez ese grupo era mi tope, por la velocidad que llevaban y la que me vi obligado a coger yo para superarles, pensé)

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Estaba tan concentrado en la carrera, en las buenas sensaciones, que tal vez me pasé de acelerón y, además, olvidé que la carrera no terminaba en esa larga recta, como las dos ediciones anteriores. Habría que bajar más (hacía un rato que el reloj pitaba con los 18km anunciados ya registrados) y, además, tocaría subir la cuesta que había visto al principio, al recoger el dorsal.

Pregunté con un gesto de manos y cabeza a Protección Civil en el giro y confirmaron lo que sospechaba. Tocaba acabar cuesta arriba, pero ya estaba cerca el final. Me había pasado de acelerón, seguro, pero había un orgullo competitivo estúpido que me impedía aflojar y ser rebasado por los que metros atrás había adelantado en un sprint/pique absurdo, así que tiré fuerte incluso cuesta arriba, echando el hígado, y ya cerca de la plaza, más llano, conseguí acelerar un poco más al ver la meta cerca, con los ánimos de la gente ( mi exvecina Irene y pareja de Pacorro me animaba también allí) y crucé la meta en 2:04:51, 2:05:00 real, posición 127 de 265 llegados a meta, 26 de 65 en mi categoría, con mención especial a ese último km y pico que después vi en Garmin que había pasado a unos espectaculares (para mí) 4:30/km











Había que estar contento. La carrera se había disfrutado a tope de principio a fin, había sabido frenarme la primera mitad lo justo para disfrutar más que nunca la segunda parte, en la que siempre había penado en otras ediciones y no acababa en los puestos de cola como había pensado que lo haría. Estar en el primer 50% de la clasificación, tanto en la gral. como en mi categoría, sin pensar en competir la carrera a tope, estaba más que bien, para mí. Sacaba un ritmo medio más rápido que en el 2022 sobre más o menos la misma distancia y unos segundos más lento que en 2021 (aunque hay que tener en cuenta que en esa edición la carrera fue 2k y poco más corta)

Para acabar una tarde espectacular de deporte popular, solo faltaba dar buena cuenta del impresionante avituallamiento final que teníamos en la meta, juntándome de nuevo con Sera, Pili y Ramón y saludando de nuevo a J. Agulló y felicitando a Saray, una de mis referencias en carreras, siempre delante de mí, inalcanzable, que aquella tarde entraba (creo) antes de 2h.

Para recuperarnos y reponer fuerzas, tortilla, barbacoa... comida y bebida para no necesitar cenar (ni casi desayunar al día siguiente), junto a una bolsa del corredor buenísima (imposible enumerar de memoria ahora todo lo que incluía). Sin duda, una carrera ejemplar en todos los sentidos a la que volver año tras año.


Y ahora sí. Ahora toca pensar en lo que me espera este sábado. 42km. 2650m de ascenso acumulado distribuidos en dos subidas larguísimas con dos tramos finales cada una de unos 5-6km donde subimos unos 800-900m en cada una. ¿Podré con ello? ¿El clima nos respetará y no haremos rafting más que trail running? ¿Sabré dosificar las fuerzas y no llegar reventado al medio maratón, justo antes de la segunda y más dura gran subida?

Tantas dudas, nervios y ganas...

Nos leemos en breve y os cuento cómo ha ido todo.

Cuidaos.

Comentarios

  1. Crónica brutal, que alegría ne dio verte!

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    Respuestas
    1. Gracias Gal. Si me hubieran dicho en mi primera participación allí hace unos 9 años lo mucho que iba a gustarme la carrera pasado el tiempo no me lo habría creído, pero así es. Carrerón. Una alegría verte un ratico por allí y a mitad de carrera. Ojalá estés a tope pronto y compartamos de nuevo carrericas o entrenamientos :)

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