MEDIO MARATÓN CIUDAD DE GRANADA 2023


Y diréis: ¿Un medio maratón de asfalto? ¿Qué ha pasado con la montaña, con el maratón de Benasque? Y os diré que no hay más explicación que la carrera fue una excusa, tan buena como cualquier otra, para reunirme con los amigos y echar el fin de semana después de mucho tiempo sin juntarnos. El que parecía un viaje habitual hace tiempo con mis queridos Rafa y Ramón a carreras fuera de la C. Valenciana o incluso España llevaba mucho tiempo aplazándose. Al final, teniendo Granada a poco más de 3h de casa y conociendo bien la ciudad la elección era fácil. Su medio maratón se organizaba un sábado por la tarde, permitiendo llegar con tiempo un sábado, comer, correr, volver a comer y descansar por la noche para retirarnos tranquilamente a casa el domingo. A todos nos venía bien la fecha y nos podíamos permitir escaparnos el fin de semana así que no hubo que debatir mucho para decidirnos por la media granadina, con fama de ser tan bonita como dura.

El viaje de los tres amigos parecía maldito, pues poco antes de la fecha Ramón se lesionaba y no nos acompañaría a la carrera, aunque sí que estaría el fin de semana con nosotros para la parte social-gastronómica del viaje, que prometía ser tanto o más buena que la carrera.


Ah, que esto de tapear por Granada no es bueno
unas horas antes de una media, ¿no?

El sábado antes de comer ya estábamos en Granada Rafa, MªJo. y amigos suyos que se animaban a disfrutar el finde con nosotros y Ramón se unía a la fiesta ya a mesa puesta en el primer bar de nuestra ruta de tapeo de mediodía. ¿Aquello podía beneficiar en modo alguno a cualquier propósito de marca en la media que arrancaba a las 19:30? En absoluto. Tripa llena, bebida abundante en el cuerpo para quienes no perdonaban ni una cerveza ni copa... La siesta no hizo milagros reparadores y con el calorazo de esa semana todavía apretando bien nos dirigimos hacia la salida, habiendo recogido por la mañana el dorsal y la camiseta en una más que modesta feria del corredor.

Allí estábamos, en medio de muchísimos corredores, Rafa, su amigo Iván y yo, pensando en cómo iba a pesar el tapeo del mediodía y el calor, además del poco o nulo rodaje asfaltero acumulado hasta la fecha.






En medio del ambientazo de la salida, casi sin darnos cuenta, llegó la hora de correr y, aunque éramos muchísimos participantes (a ojo ya se podía intuir cerca de 3000), no costó demasiado moverse con comodidad. ¿Qué hacer?¿Cómo plantearse la carrera? Mi idea era rodar con Rafa, sin forzar, al menos la primera parte del circuito, bastante llano. La segunda mitad tenía dos subidas que prometían ser durísimas, por el Albaicín y Sacromonte primero y después hacia La Alhambra. No había que calentarse en el primer 10000 ¿Hice caso a esta planificación tan sensata y conservadora? En absoluto.

El primer km pasó a poco menos de 5' el km, en grupo, con Rafa e Iván. "¿No vamos un poco rápido? Mejor reservar un poco, ¿no?" El perfil en ligero descenso en el siguiente km mandó a paseo las buenas intenciones y el 2º mil pasaba a 4:38. "Venga, vamos a frenarnos" ¿Lo hicimos? Para nada, Rafa seguía delante del grupo aprovechando el perfil favorable y, de nuevo, el siguiente mil pasaba clavado otra vez a 4:38. En aquel punto Iván y yo decidíamos frenar "de verdad", y no permitirnos ir a más de 5'km. Rafa fue alejándose cada vez más mientras yo agradecía internamente tomar aquella decisión. Me notaba lento, pesado, el calor seco me asfixiaba y dejaba sin humedad la nariz y la garganta... Quién sabe, me decía, si aquellos 3 km tan rápidos (en mi estado y mi nivel, para mí, lo fueron) iban a pasar factura después.

Empecé a agobiarme demasiado rápido. El circuito estaba bastante solitario en muchos puntos, no me sentía cómodo a ningún ritmo y mi acompañante, Iván, flojeaba y se quedaba atrás, así que tocaba correr solo. Quién me mandaría a mí meterme en aquello, pensé durante mucho rato.

Poco después de pasar el parque Federico García Lorca nos quedábamos cerca de la Circunvalación y el perfil favorable se volvía plano. Un avituallamiento cerca de la Barriada de La Juventud marcaba el paso por el km 5 y, a partir de ahí, según había visto en el plano del circuito y su perfil, tocaba empezar a subir con poco o ningún descanso durante muchos km.

Perdía definitivamente a Iván, que no se veía con fuerzas ni ganas de mantener el ritmo que yo conseguía marcar sin proponérmelo, 5'/km y tocaba afrontar el resto de la carrera solo, ya que Rafa no aparecía en el horizonte hacía muchos minutos, seguramente, pensé, todavía a 4:38 y camino a una marcaza espectacular. No quise mirar el reloj los siguientes metros, sabiendo que la subida iba a frenarme, y solo pensé en no pasarme de vueltas, sentir en todo momento que no estaba forzándome y que habría fuerzas para la segunda parte de la carrera, la más dura.

Mantuve fría la cabeza, aunque todo iba en mi contra. El paisaje por el momento no era muy diferente del que podría ver en cualquier otra carrera, el pelotón estaba estiradísimo ya y no corría tan acompañado como antes... Alejándonos de la zona de la Chana, donde tapeábamos unas horas antes, todavía mantenía la batalla mental, evitando todo el rato el pensamiento que me acompañaba "¿aguantarás 21km?¿quién te mandaba meterte en esto?"

Creo que casi llegando al km 10, pasando la fábrica de cervezas Alhambra y el avituallamiento organizado por militares, llegué al peor momento de la carrera. El circuito empezaba a subir casi sin descanso y, si no recordaba mal el perfil, no pararía de subir, cada vez con más dureza, hasta salir del Albaicin casi 4km después.


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Aguanté como pude, forzándome como nunca a no mirar el ritmo y sufriendo mentalmente más que en toda la carrera. Subíamos en pendiente constante hasta la zona de la plaza de toros y un paso subterráneo que se hizo eterno nos bajaba de repente con rapidez para salir después de nuevo cuesta arriba en una rampa que servía de aperitivo para todo lo que vendría después. Llegaba el inicio de la parte más dura del circuito, después de una primera mitad muy dura psicológicamente.

En la carretera de Murcia algo cambió, camino al Albaicin. La pendiente ganaba dureza, pero mi ritmo no bajaba y empezaba a adelantar a muchos corredores. El calor no era tan sofocante ya y la altura que ganábamos dejaba unas vistas espectaculares de Granada a nuestra derecha.

De repente, unos carteles aparecieron sobre la acera. 500m hasta cima. 250, 100... Había subido infinitamente mejor de lo que pensaba y, además, disfrutaba en lo más alto de una panorámica increíble de la ciudad que invitaba a detenerse a fotografiar o grabar algún vídeo.

El paisaje, ya en el Albaicín, cambiaba radicalmente respecto a los km anteriores y la ambientación se volvía cada vez más espectacular, con más público y turistas, especialmente por los miradores de San Cristóbal y San Nicolas. Recuperé el aliento llaneando un poco y después bajando a todo trapo hacia zonas más céntricas, durante 2km, sin pensar mucho en que la cuesta de mayor dureza y pendiente todavía estaba por llegar, pues la carrera todavía tendría que subir hacia la Alhambra.

Escuché los ánimos de alguien llamándome por mi nombre, pero iba tan concentrado que no vi la cara ni reconocí la voz de MªJo, entre el público. Solo pensaba en llegar de nuevo a lo más alto de la segunda cima y ver qué tal se daría después el resto de la carrera.



En un giro a izquierda aparecía de repente un costalón impresionante que subía hacia La Alhambra y que dejaba clavados a los corredores, pero el público era más numeroso que nunca en esa calle y casi te subía a la cima con sus ánimos. De nuevo, aunque sufriendo, notaba que ganaba puestos y que donde muchos corredores casi echaban a andar yo seguía cuesta arriba sin cambiar el ritmo.

El calor, por fin, nos abandonaba y entre tanto árbol apenas pasaba un rayo de luz, ayudando a sufrir mucho menos de lo que podría esperarse cuando arrancó la carrera. Los carteles de aviso de fin de cima estaban allí también, pero, como comenté con otros corredores, después del cartel de 500 o 100m para cima... diría que todavía pasaron unos 1000 antes de llegar al punto más alto del circuito.

Con 16km en las patas y prácticamente todo el desnivel ya cubierto, tocaba recuperar el aliento, dejarse llevar cuesta abajo disfrutando del ambiente festivo y de la animación del público, y tratar de remontar el tiempo que pudiera haberme dejado con tantos km cuesta arriba.

No había mirado el reloj hacía mucho tiempo, así que no sabía nada de ritmos medios ni pronóstico de fin de carrera, por lo que me limité a correr por sensaciones, sin más. Saliendo de la pronunciada cuesta abajo después de la Alhambra recibí los ánimos de Ramón, al que me pareció entender que decía que tenía a Rafa a medio minuto. "¿medio minuto? Poco me parece, se habrá equivocado, con el hachazo que nos dio en el primer 10000" y también pude saludar mientras me adelantaba como un rayo a Ramón Gzlez., con el que coincido por Alicante y provincia en montaña y que también se había animado a patear el asfalto granadino aquella tarde.




Empezaba a acusar el esfuerzo de los km anteriores y me atreví a mirar el reloj. Si subía el ritmo igual hasta bajaba de 1:49, contra todo pronóstico. Apreté, confiando que el perfil fuera favorable, como recordaba, y solo pensé en pasar un km tras otro, metas cortas, de 1000 en 1000 metros.

El ritmo era bueno y parecía que me iba a permitir entrar en menos de 1:50. El 1:49 se escaparía por segundos, seguramente. Todavía había fuerzas para acelerar en el último km, ya teniendo cerca la meta y escuchando a lo lejos la megafonía. Lo di todo cuando vi que la hora cuarenta y nueve se alejaba por muy poco y crucé la meta en 1:49:02 real, 1:49:24 oficial, 816 de 2977 participantes en meta, 777 entre 2470 hombres y 146 de 459 en mi categoría.

Busqué a Rafa, seguro de que estaba en meta al menos 5 minutos antes que yo, mientras recuperaba líquidos en el avituallamiento. Resultó que había llegado unos 4s después que yo, algo que tardé en comprender y asimilar, al no haberlo visto en ningún momento después de perderlo de vista en su rapidísimo arranque de carrera, pero que quedó claro al ver el vídeo de su GoPro en los últimos metros de la carrera, donde se me veía pasar detrás de él en la recta final concentradísimo mirando al frente.







Después de comentar la carrera y reunirnos con Ramón y el resto de amigos, ya solo quedaba ducharse y volver al tapeo granadino para recuperar fuerzas, contento con una carrera que había empezado con sensaciones muy malas pero que acabó muy bien, con sensaciones buenas, con una gestión de coco de la que estar orgulloso y satisfecho con el resultado, visto el poco entrenamiento de asfalto previo, la comilona del mediodía y el perfil del circuito. La clasificación no me dejaba en mal lugar, después de todo.

Una carrera que solo por su segunda parte, la animación de ese último 10k y el recorrido merece estar en la lista de obligatorias en vuestro historial, no lo dudéis. Si, además, se sigue organizando un sábado por la tarde y permite quedarse allí a dormir, descansar, y volver a Alicante el domingo en pocas horas... Solo hará falta que nuestro amigo Ramón quiera probarla para que le acompañemos y organicemos otra salida a Granada, sin dudar.





Ya, de cara al maratón de Benasque, solo queda una salida suave en modo entrenamiento con dorsal en Xosses de Crevillent este sábado día 3 (espero ser capaz de correr con el freno echado), cubrir sus 18km sin forzar y llegar bien a Benasque el día 10. Los últimos entrenamientos me dejan ver algo de luz al final del camino, con sensaciones buenas y fuerza mental y física, por ejemplo, en la tirada más larga que hice, 30km por Cocentaina, Muro de Alcoy y cima de Montcabrer. Quién sabe, igual puedo con Benasque.

Os lo cuento en breve.

Cuidaos.


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