SPRINT TRAIL DE L'ABDET 2021


Me habían recomendado la zona para correr y los que conocían el circuito del Trail de L'Abdet, una nueva prueba de montaña que se ha estrenado el 31 de octubre, coincidían todos en la descripción de sus bondades. Paisaje espectacular, recorrido duro pero atractivo y zonas en común con mi gran reto de la temporada, el maratón de Confrides.

Con apenas unos minutos de inscripciones abiertas ya estaba apuntado hacía meses, con lo que mi dorsal fue de los que habitualmente lleva la élite del atletismo: 1. Anécdota aparte (que generó muchas bromas antes, durante, y después de la carrera con el resto de participantes y los fotógrafos de la prueba), como comentaba en la crónica de Pego Trail, llegaba al día de la carrera con la motivación por las nubes y sintiéndome fuerte. Iba a competirla a tope, sin duda.


La mañana de la carrera coincidía con el cambio al horario de invierno, así que llegaba con una hora más de sueño y más luz solar, lo que me permitió ver nada más llegar el espectacular paisaje de la zona de L'Abdet y Confrides, totalmente desconocidos para mí hasta la fecha. No exageran (salvando las distancias) llamando Los Pirineos Alicantinos a parte de aquella zona. El espectáculo visual amaneciendo ya invitaba a recorrer aquello y quemar zapatilla por el monte.




Recogida rápida del dorsal, con las primeras bromas sobre el número asignado, saludos rápidos a Cristina Mantas y Miguel Navarro de vuelta al coche y a prepararse. Amaneció muy nublado, amenazando más lluvia aparte de la que ya había caído el día anterior, y el viento parecía que iba a ser fuerte, pero la temperatura era muy buena, agradable. Manguitos, braga, cortaviento al chaleco ligero que llevaba con un par de softs con agua y una gorra y ya estaba listo. 

Salida puntual a las 8:30 a ritmo de AC/DC y ya desde el comienzo la carrera picaba sin piedad hacia arriba. Al menos durante km y medio no dejábamos de pisar asfalto con una pendiente que ya nos hacía entrar en calor. Había empezado muy rápido. La cercanía de corredores como Miguel o Cristina y, no muy lejos, Isabel Deltell, me indicaban que probablemente mi ritmo era demasiado alto, pero me sentía fuerte. A ver hasta dónde llego, me dije.


No tardamos en dejar el asfalto y coger una suave bajada por pista cómoda y rápida. Me relajé un poco y casi sin darme cuenta ya estaba de nuevo subiendo. Recordando el perfil, llegaba un largo ascenso de unos 6km que debían sumar al final casi el total de los 1000m acumulados que anunciaba la carrera. Decidí tomármelo con calma, saqué los bastones cuando noté que las lumbares iban algo cargadas y seguí subiendo rápido, aunque me había propuesto frenar.


El terreno estaba embarrado y resbaladizo en algunos tramos, pero nada que ver con el Trail de la semana anterior, en Pego. El paisaje, según ascendíamos, dejaba unas vistas increíbles a izquierda y derecha. Empezaba a sentirme algo cansado, por el exceso de velocidad inicial, pero ¡cómo me gustaba aquello!

Había visto alejarse hacía tiempo ya a Cristina y a Isabel (buena señal para mí, no seguirlas y estar lejos de sus ritmos infernales), pero todavía subía demasiado cerca de Miguel, por delante, siendo él muchísimo más fuerte que yo. 

En un giro lo vi y frené un poco para dejarle pasar, indicándole que, si yo iba a su paso, tenía un futuro muy negro pocos km después, arriesgándome a reventar a mitad de carrera. No llevábamos ni 300m de ascenso y debíamos llegar hasta 1000, así que... mejor reservar.

Todavía lo seguí unos metros, pero la pendiente subió de nivel y me quedé clavado viéndole alejarse. Con todo, aunque me algo notaba cargado de piernas, tenía la sensación de estar subiendo muy bien.


Bebí sin sentir que lo necesitaba demasiado en el avituallamiento del km 4 y seguí subiendo animado por las buenas sensaciones. Mi punto fuerte (si es que tengo alguno y puedo llamarlo así) en el Trail es el ascenso así que había que aprovechar que el camino era favorable, aunque la inclinación cada vez nos frenaba más.

Allá por el km 7 el circuito nos daba un respiro de algo menos de 1km, pero no había que confiarse. La peor pendiente de la carrera estaba por llegar, coincidiendo también con uno de los puntos más espectaculares visualmente de la carrera.






Aparecía delante de mí una pared de roca a la derecha y una subida terriblemente vertical cerca de la pedrera que bordeaba el paredón de piedra. Hacía rato que llevaba los bastones montados y me felicité por no haberlos dejado en el coche. Iban a ser necesarios, aunque mi motivación y las fuerzas de las piernas seguían casi al 100% todavía.

Aceleré. Me gustan ese tipo de subidas. Siento que puedo ganar posiciones y tiempo y es una especie de colchón que saco para contrarrestar mi lamentable técnica de descenso, donde pierdo parte de ese tiempo y adelantamiento en la clasificación. Fui dejando atrás grupos de corredores, que me cedían paso (la broma sobre mi dorsal seguía presente) y me permitían subir muy rápido, mucho más de lo que habría pensado.

El viento soplaba con fuerza hacía rato, pero una vez llegamos al Pla de la Casa, el punto más alto del circuito, las rachas de aire casi nos tumbaban. Además, atravesábamos una zona muy técnica en la que costaba mantener el equilibrio. Momento duro, pero, pensé, ya tocaba iniciar la bajada y solo quedaría, antes, un último repecho que nos llevaría al Pas del contador, un avituallamiento y la bajada "de verdad", constante hasta la meta con un único ascenso del 14 al 15.





En la bajada después del Pla de la Casa las piernas acusaron tantos metros de subida tan rápidos (a mi nivel, obviamente). No pude acelerar como quise en llano o suave bajada, aunque la pista se prestaba a ello y algo más lento de lo habitual llegué al inicio del ascenso al Pas del Contador, alcanzado notando que las piernas empezaban a quejarse demasiado ya.

Esperaba una bajada cómoda, pero me equivocaba. El tramo más técnico y difícil de bajada aparecía ante mis pies y tocaba, de nuevo, perder velocidad y puestos mientras intentaba que el viento no me tumbara y me tirara pendiente abajo y me agobiaba sintiendo que frenaba a corredores detrás de mí.

Bajaba prácticamente solo, viendo muy lejos, abajo, corredores a los que había sido capaz de dar un hachazo terrible subiendo, y la soledad del camino me hacía ser más precavido. En grupo me fijo en las pisadas de los corredores de delante y me dejo llevar aunque el terreno sea complicado, pero yendo solo... tocaba resignarse y bajar lento (he visto después en las clasificaciones que solo perdí 8 puestos desde el control de la cima hasta la meta, así que tal vez no lo hice tan mal después de todo)




Una vez finalizada la maldita bajada alcanzábamos un tramo sencillamente espectacular, sobre el km12 - 13. Una pista cómoda permitía lanzarse y disfrutar nuevamente del paisaje, en suave descenso. La tierra húmeda y una fina alfombra de hojas de pino compactadas creaban un camino que invitaba a acelerar. Volví a ganar puestos, viendo pitar al Garmin en el km 13 unos sorprendentes 4:39. ¡Qué gozada de bajada y qué vistas!




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Todavía nos encontraríamos por delante una última subida del 14 al 15, pero aquello ya estaba terminado. Las piernas protestaron en la suave subida y me obligaron a caminar, casi al límite ya, pero el tramo de ascenso era corto y ya solo quedaba dejarse llevar cómodamente por otra bajada muy divertida y salir a la misma carretera de asfalto que nos vio empezar horas atrás.



Estaba cansado y no pude acelerar como habría querido, pero lo di todo. Con la voz del speaker escuchándose ya muy cerca me crucé con Isabel Deltell y Santi Navarro (habían acabado, obviamente, muchísimo antes que yo, tremendo el nivel de esta pareja) y sus ánimos terminaron de impulsarme a la meta. ¿Cómo lo habría hecho? No había mirado el tiempo total en toda la carrera. Me quedé solo en más de un tramo del circuito sin gente delante ni detrás. ¿Cómo sería mi clasificación?



Paraba el reloj oficial en 2:17:14 y resultó que eso me dejaba en la posición 118 de 254 de la general, 47 de 84 en mi categoría. ¿Pues no me había colado en la primera mitad de la tabla? (edito: parece que la clasificación no distingue entre corredores y senderistas, así que... aunque contento, no sé si acabo realmente a mitad de tabla :( ... ) Con lo bien que me lo había pasado y esa clasificación sentía casi que había ganado, con solo un año de experiencia trailera en mis piernas.



Repuse líquido y sólido rápidamente, hambriento y sediento, gracias al magnífico avituallamiento de la meta. Kilos y kilos de brasas y muchos voluntarios y voluntarias sacaban sin parar carnaza de la barbacoa y pan para acompañarla, así que no iba a decir que no a nada. Mientras tanto, pude saludar de nuevo a Miguel, que llegaba unos 7 minutos antes que yo habiendo corrido el día anterior 16km de monte y más de 1000m+, y a Cristina, 3ª mujer de la prueba, ambos con la vista ya en la más que segura y exitosa Costa Blanca Trail en sus distancias de 75km y maratón (vais preparados de sobra ¡y a qué nivel!)



Casi olvidé recoger la camiseta de la prueba, una espectacular prenda de TugaWear que era un recuerdo más que digno del carrerón que acaban de montar tan bien los organizadores. Lo tengo claro: Volveré.



Ahora toca centrarse un poco, un mes al menos (sin olvidar la montaña) en el asfalto, ya que las 2 próximas pruebas así lo requieren. Por un lado, Behobia-S. Sebastián, una carrera que ya probé en 2019 y que debía ser de nuevo motivo de reunión con mis dos grandes amigos, Rafa y Ramón, pero que este año tendrá un sabor agridulce al no poder contar con mi amigo Ramón por unos problemillas de salud (ánimo amigo).

Por otra parte, dos semanas después de Behobia, los 10km de la Jean Bouin de Barcelona, un 10k clásico de allí que voy a poder correr gracias a mi visita a la zona el último fin de semana de noviembre y que supondrá mi vuelta al asfalto catalán después de 5 años, tras mi paso por el espectacular Maratón de Barcelona en el 2016.

Os cuento cómo va todo en la siguiente entrada del blog.

Cuidaos.

PD: Fotografías de Footer Trotter, Pedro De La Torre Fotografía, Acariciando La Luz y Alberto López. ¡Gracias!


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