8K ORIHUELA 2020



Orihuela, la capital de la Vega Baja, siempre es una buena elección para ir a correr. Los oriolanos montan desde hace más de 20 años la que es, seguramente, una de las mejores medias alicantinas, junto a otras pruebas el resto del año como el Cross nocturno de diciembre y la que elegí yo el fin de semana pasado, la 5ª edición del 8k que salía a la vez que el medio maratón, todas ellas con elementos comunes que las hacen grandes, como el precio ajustadísimo, ambiente en las calles que ya querríamos en las carreras de Alicante capital, organización del club local volcada en el participante (cómo se nota cuando el que organiza también corre...) , bolsa del corredor muy por encima de la media y un casco histórico que es una gozada recorrer a cualquier hora del día.

Mi gran amigo Ramón y yo, vegabaja power xD


No hubo que pensárselo mucho hace meses, cuando se abrió la inscripción, para apuntarme. El medio maratón era tentador, pero prefiriendo medias más alejadas del invierno y de la pasada Sta. Pola elegí una distancia más corta. 8000m no deberían ser tan sufridos como la distancia medio maratoniana, pensé (me equivoqué, como leeréis después) y, con la buenísima experiencia del año pasado, mi primera vez en esa carrera, podría servir para ver mi estado de forma actual. Por otra parte, como en ediciones anteriores de esta competición, ya fuera en media o en 8k, tocaba viaje con amigos, este año repitiendo con mi gran Ramón.

Con un clima nada invernal, muy diferente al que conocí la primera vez que estuve allí en 2012, única carrera que he corrido con cortaviento y malla larga, este 2020 la temperatura permitía correr en tirantes. Aunque me reuní con Ramón en Orihuela bastante pronto, el clima ya se sentía primaveral y después de un café y recoger rápidamente la bolsa (muy útil el chaleco de este año) pudimos cambiarnos y trotar un poco de camino a la salida, con tiempo de sobra.

Pudimos saludar a Roberto Correbirras en la Glorieta Gabriel Miró, en medio del ambientazo festivo de aquella mañana, con casi 2000 participantes en la calle, y mientras comentábamos las bondades de la carrera oriolana me di cuenta de que, gracias a mi habitual despiste, había olvidado ponerme el dorsal con el chip. Con la hora de la salida a pocos minutos tocó correr hacia el coche a buscarlo y correr también de vuelta, algo que me permitió sentir que no estaba, ni de lejos, en mi mejor día. Las piernas pesaban y el corazón se aceleraba demasiado, sin estar trotando demasiado. No pintaba bien la cosa, de cara a los 8km que había por delante.

Intenté convencerme de que con el rodaje de los primeros metros y el efecto dorsal aquello pasaría y que no me impediría correr bien y disfrutar de la carrera, mientras esperaba en el pelotón a que se diera la salida, no muy alejado, por suerte, del control de chip, ya que como pude comprobar el año pasado, el inicio de las dos carreras al mismo tiempo con tantos participantes hacía que se formara rápidamente un cuello de botella que impedía correr con comodidad los primeros metros.



Arrancamos y, aunque tal como esperaba, costó mucho encontrar espacio para moverse cómodamente, después de varios tira y afloja empecé a llevar un ritmo regular. Sin quererlo, parecía que las piernas se movían al ritmo objetivo, unos 4:30/km como muy rápido (mi ritmo del año pasado, aproximadamente, unos 36' al final)
Entre los ánimos del público y los grupos de percusión en vivo no tardamos en llegar al primer mil casi sin sentir, en uno de los 3 tramos del circuito en el que nos cruzaríamos con corredores en sentido contrario, las avenidas Príncipe de Asturias y Dr. Gómez Pardo. 4:27 el primer km era un buen ritmo, me dije, dándome ánimos, mientras veía la cabeza de carrera de vuelta por la avenida.
Me parecía recordar que el perfil del circuito era plano durante un par de km más así que no quise aflojar y, tal vez, se me fue un poco de las manos, pues pasando el km 2 Garmin avisó de un ritmo medio en ese segundo mil por encima de 4:20. Correr a 4:17 era demasiado rápido, lo tenía claro, así que regulé un poco mientras me preparaba mentalmente para segundo tramo del circuito que recorreríamos en ambos sentidos, esta vez durante unos 2km, en dirección al Palmeral de Orihuela.

El ritmo seguía siendo bueno y, de nuevo, ver corredores en sentido contrario permitía distraerse un poco esperando la llegada del cambio de sentido. El tercer mil pasó en 4:29, algo muy bueno, me felicité, pero supuso el fin de las buenas sensaciones y de la velocidad constante.
Empecé a notar demasiado en las piernas la más mínima elevación del terreno. Sentía demasiado calor y la meta, ni con la mitad del recorrido cubierto, empezaba a parecer muy lejana. Pasado el 3500 tuve la sensación de que era adelantado cada vez por más corredores. Me animó J. V. Zapata, mientras me adelantaba como un rayo, y poco después vi mi ritmo en el km 4. Corría a 4:43 de media ese cuarto mil, y todo apuntaba a que cada vez iba a ir peor.

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Llegaba a la parte más atractiva del circuito, callejeando de nuevo por Orihuela y sus calles adoquinadas, pero no había manera de olvidarse de las malas sensaciones ni remontar. Me acordé del entrenamiento de 10km del jueves y, sobre todo, de la natación exigente del viernes por la tarde. Tal vez no había sido buena idea pegarse la paliza nadando con la carrera tan cerca y un solo día de descanso no había sido suficiente. Así lo confirmó mi paso por el km 5, cerca de la Plaza de Sta. Lucía y con el único tramo del circuito con un ascenso más o menos notable a punto de llegar. 4:49 de ritmo medio, decía el Garmin. El reventón era un hecho.

Aguanté como pude la subida hacia la Plaza de Capuchinos, habiendo saludado a Mike Portugués de espectador y a Pedro Moya a la carrera, pasándome a toda velocidad a un ritmo infernal, sintiendo todavía que seguía perdiendo posiciones y que era adelantado cada vez por más corredores.

Antes de acabar el suave ascenso que sentí como la peor de las cuestas el reloj marcaba el km 6 y ponía números al desastre otra vez: ritmo de 4:58/km para el sexto km y bajando.
Confié en poder recuperar algo de tiempo después del giro de 180 grados en la plaza, teniendo hasta la meta un perfil claramente favorable (o eso recordaba de ediciones anteriores) pero las piernas no daban para mucho más. Ni de bajada podía subir el ritmo, algo que quedó claro al pasar el km 7, cerca de la Plaza del Carmen y la iglesia de Santas Justa y Rufina, otro lugar emblemático del circuito. Garmin anunciaba un ritmo de 4:57/km mientras entrábamos en el último km, agonizando como nunca.
Puse mi mejor cara a Mariví en el puente de Poniente, agradeciendo su trabajo fotográfico y bromeando con ella pidiéndole que hiciera algo con la foto para que saliera bien y no con cara de muerto, que era como pensaba que se me veía desde fuera porque así me sentía por dentro.

El trabajo de Mariví Lobo haciendo fotos en las carreras populares de Alicante es impagable.

Lo que me alegré al ver a este señor indicando el desvío hacia la meta del 8k
(y más todavía por no tener que ir hacia la media...)

A pesar de todo creo que pude subir el ritmo a falta de 500m para el final. Cerca otra vez de la Glorieta Gabriel Miró las carreras se dividían, dejándonos a los corredores del 8000 a la derecha y a los de la media (¡menos mal que no corría 21km yo!) a la izquierda. Todavía quedaba pendiente la ya conocida ida y vuelta en paralelo a la plaza, pero al menos la agonía terminaría pronto. No había visto el tiempo acumulado en mi reloj, pero tenía claro que iba a quedar lejos del objetivo. Me habría gustado permitirme un último acelerón, darlo todo camino a la meta, pero estaba KO y me limité a arrastrarme hasta que puse un pie en el control de chip y paré el reloj.





Terminaba el sufrimiento en 37:43, 37:13 real, 202 de 684, 93 de 238 en mi categoría y 191 de 488 hombres. "Solo" 1:20 peor que en el 2019 y a un ritmo medio de 4:39/km. Tardé poco en reunirme con Ramón, que incluso en modo entrenamiento hacía una buena carrera, y pude saludar como otros años a Jose Mª, que igual que en Sax y en sus últimos entrenamientos hacía un carrerón y firmaba una gran preparación para Sevilla.




También me crucé con Nuria, conocida de RRSS, con la que todavía no había tenido el placer de hablar en persona, aunque sí que sabía de sus entrenamientos y los de su pareja, habitual en los podios alicantinos (un placer Srta. :) ) Y allí, incluso derrotado anímica y físicamente, todavía hubo moral para apuntarme a la media ilicitana del mes que viene aprovechando el precio reducido respecto al de la web que ofrecía el stand de la carrera a pie de meta.

De las carreras más sufridas que recuerdo, esta de Orihuela,
pero en la meta...a por MM Elche

Porque sí, la prueba fue desastrosa y supuso uno de los reventones más jodidos que recuerdo, pero entiendo que fue debido a la falta de descanso y que, con el reposo adecuado, igualar el tiempo del 2019 era posible, y en cuanto a la media de Sta. Pola, fue la primera del año y de la temporada, con la Navidad muy cerca y falta de rodaje, así que creo que puedo hacerlo medianamente bien todavía en medio maratón. Tal vez la velocidad es una batalla perdida esta temporada (ojalá pudiera ver al menos sub. 45' todavía en 10k) pero en larga distancia un sub 100', menos de 1:40 en MM, creo que está a tiro.



Como digo, aunque terminé rendido en Orihuela, sigo motivado de cara a lo que queda de temporada.
La guerra contra la báscula empieza a ver más batallas ganadas que perdidas, consigo acumular entrenamientos de calidad (uno al menos, aunque todavía no vaya fino y los resultados sean lamentables) y no fallo al gimnasio, una o dos veces por semana al menos. Tengo a la vista el Gran Fons de la Valldigna, 15km, el domingo y los 14km de la Base Aérea de Alcantarilla el 1 de marzo antes de la media de Elche, el próximo día 15, y creo que es posible llegar a esos 21km en condiciones de buscar algo mejor de lo conseguido en Sta. Pola.

De Orihuela salgo animado, a pesar de todo, con ganas de repetirla el año que viene (Orihuela debe ser y será corrida todos los febreros que pueda) y con moral para seguir afinando este año que va a ser de transición hacia los grandes objetivos de carrera de la próxima temporada.

Os cuento, como siempre, cómo va todo, en la próxima entrada del blog.
Gracias por estar ahí.
Saludos.

Comentarios

  1. Estos reventones, con el tiempo, llegan a tener su punto pedagógico /gracioso... Lo dicho, cabeza y planificación buena para Elche

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    1. Gracias Gal. Estoy de acuerdo. De esto me llevo una lección aprendida, y gracioso ya es, sin dejar pasar tiempo jajaja aunque maldita la gracia durante la carrera jaja. Elche... queda un mes para acumular km, afinar 1kg al menos y tratar de mejorar Santa Pola. Creo que puede ir bien (icono de brazo fuerte jaja , que no sé por qué no sale)

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