ONIL TRAILS 14K 2024
Ha llovido mucho desde la última entrada del blog. Me despedía en junio, con la crónica de la espectacular media de Confrides, pensando en el maratón del Trail Valle de Tena, pero el exceso de km, no saber/querer parar a tiempo cuando sientes molestias ni descansar como es debido hicieron que un músculo desconocido para mí, el peroneo, dijera "hasta aquí has llegado" y me impidiera a finales de julio seguir corriendo y mandara a paseo mis planes de viajar a Panticosa a por el que iba a ser mi tercer maratón de montaña.
Mucho fisio y descanso, salvando la salud mental gracias al gimnasio, la natación y algo de spinning y elíptica, y a mitad de septiembre empezaba a correr de nuevo, con calma y con muchísimo fondo y fuerzas perdidos (qué desagradecido el Trail, si lo dejas un par de meses...). Volviendo poco a poco a los entrenamientos, sintiéndome lentísimo y pesado, caminando en zonas donde antes entrenaba y corría subiendo sin problema, bajando todavía peor (era posible, parece) de lo que ya bajaba antes en la montaña, acumulé algo de km y desnivel y a principio de octubre me atreví a volver a ponerme un dorsal, aunque fuera en modo entrenamiento.
Elegí una carrera conocida, el Trail de Onil, en el que ya había participado en su versión de 25km en 2022 y del que tenía buen recuerdo. Este año, pensando siempre en tomarlo como entrenamiento con dorsal, había que ser precavido y no jugarse recaer en la lesión, así que elegí la distancia de 14km y como mi amigo Rafa también se apuntaba, pero a la de 25, y las dos carreras salían a la misma hora, nos plantamos bien temprano en la salida para recoger dorsales y entrar en calor café en mano unos minutos antes de echar a correr.
Por allí andaban ya los corredores de la versión larga, la de 40, entre los que pude saludar a Jaime Castells de A To Trapo. Vimos su salida, en una prueba con escasa participación, y al coche a prepararnos para la carrera.
De nuevo en la salida, con las dos distancias arrancando al mismo tiempo, el ambiente era muy distinto. Más participación, mejor temperatura y, después de mucho tiempo, de nuevo, los nervios pre carrera de nuevo sintiéndose en el estómago, por mucho que aquello debiera ser, me repetía, un entrenamiento, sin más.
Me despedí de Rafa al arrancar la carrera y me dispuse a salir con mucha calma, sin dejarme llevar por el pelotón ni lo mucho que me gustaba estar de nuevo corriendo, esperando que el pie no se quejara de nuevo después de mucho tiempo sin dar guerra (la lesión del peroneo se sentía siempre muy dolorosamente en su inserción en el lateral y planta del pie).
Empezábamos a correr cerca del Ayuntamiento y en solo 500m ya encarábamos la subida a la montaña, en un inicio de circuito que se estrenaba este año. En ese punto, en una calle que creo que alcancé a identificar como Montecarlo, la pendiente aumentaba de tal manera que en solo 100m ya me salía más a cuenta caminar que intentar correr. Pisábamos ya pista montañera y hasta el primer km y medio no volví a trotar un poco, cuando el camino se volvió algo más cómodo.
Poco después, la carrera volvía a endurecerse y alcanzar pendientes de más del 20%, subiendo sin parar hasta los 1000m y llegando al final de la primera de las 2 grandes subidas que teníamos por delante esa mañana.
Me veía adelantado por muchos corredores, no solo de mi distancia, sino también de la de 25km, y el recorrido no me parecía tan atractivo como lo recordaba (en 2022 corrí con lluvia fina y mucha niebla), pero, a pesar de todo, lo estaba disfrutando.
El siguiente km era una bajada bastante cómoda que nos dejaría en el inicio del último ascenso "serio" de la carrera, así que entre mi torpeza habitual bajando, aumentada por el parón por lesión de más de mes y medio, y mi miedo a desfondarme demasiado rápido, bajé con calma y sin forzar demasiado.
Hice bien, pues la subida hacia la cresta de la sierra de Onil resultó más dura de lo esperado, me puso las piernas a prueba y necesitó de todas mis fuerzas y limitadas habilidades trepadoras.
Ya en lo más alto, trotando un poco, se veía delante de nosotros, a lo lejos, la zona del Reconco de Biar, por la que ya había entrenado alguna vez y a la que se dirigía la carrera de 25km, separándose de la nuestra cuando llegamos al avituallamiento que había poco después del km 6. Aunque la carrera era muy atractiva en aquella zona, no envidié en absoluto a los corredores que giraban a la izquierda para bajar y dirigirse hacia Biar mientras yo me tomaba con calma la reposición de líquidos y pegaba un bocado a un plátano, mientras nuestra carrera corta bajaba hacia la derecha, por la cara opuesta a Onil, en una zona de la sierra con mucha más vegetación y más frondosa.
Mantuve un ritmo aceptable durante los dos primeros km del largo descenso que teníamos por delante, mientras la pendiente y el terreno permitían correr con relativa comodidad, pero después de un pequeño falso llano allá por el km 8.5 la pendiente de la bajada aumentó, el camino se estrechó y tocó frenar la marcha. Corría prácticamente solo, a saber si por haberme quedado demasiado atrás en el pelotón, sin corredores a la vista delante de mí. ¿Tan mal lo estaba haciendo? Borré rápidamente los pensamientos negativos de mi cabeza y me centré en disfrutar y en bajar concentrado para no matarme por mi habitual y empeorada poca habilidad en descensos y la posible falta de fuerzas.
Dejé pasar a una pareja que escuché acercarse corriendo rápidamente y los vi alejarse sin poder seguir su ritmo hasta que del km 9 al 10, por una zona que creo que se llamaba barranco de Escalera o algo parecido, el camino se volvió cómodo para correr más rápido, con una pendiente de bajada menos pronunciada y con mucha vegetación cerrando el paisaje a ambos lados del recorrido. Cedí el paso a otra corredora y casi me salgo del trazado oficial de la carrera en una pequeña zona embarrancada si no hubiera sido por esa misma participante que me avisó de mi error viéndome desde una curva a lo lejos.
Encontré la baliza que no había sido capaz de localizar inicialmente y seguí bajando, hasta llegar al desvío que la carrera tomaba respecto al trazado original, cambiado en el último momento para no pasar, decía la organización, por una zona que con las últimas lluvias era mejor no atravesar corriendo.
Este desvío nos regalaba un repecho de 600m de recorrido hacia Onil ganando casi 100m de altura, donde descubrí que había regulado bastante bien las fuerzas hasta el momento. Subí muy rápido y di caza a la pareja que me había adelantado en la bajada anterior y a la chica que me había adelantado poco antes de mi equivocación de camino.
Sabiendo que desde ese punto ya tocaba bajar rápido me atreví a acelerar, poco después del km 11, pero el acelerón fue excesivo y no pude sostener el ritmo demasiado tiempo, lo justo para que la corredora a la que había ganado un puesto volviera a pasarme a la velocidad del rayo. Paré unos segundos, bebí, y decidí intentar seguirla, viendo al final de la bajada que pronto cambiaríamos a pista amplia de tierra y, más adelante, asfalto.
Mi compañera de carrera flojeaba, a lo lejos, y cuando pisé terreno firme subí el ritmo para alcanzarla. Me quedé a su paso unos metros, a ver su reacción (cómo echaba de menos estos piques absurdos en los últimos km de las carrera) pero la chica se rendía y cuando aceleré ni se inmutó y se quedó atrás.
Cuesta abajo ya por las calles de Onil me atreví a subir más el ritmo, pasando holgadamente de los 4:30/km, camino a la meta junto al Palacio -Fortaleza del Marqués de Dos Aguas.
Finalmente, paraba el reloj oficial en 1:50:24, en una más que meritoria e inesperada posición 87 de 191 llegados a meta, 20 de 47 veteranos, 76 de 142 hombres, más que contento con el resultado, después de tantos meses sin dorsal y habiendo estado parado por lesión.
Di buena cuenta del gran avituallamiento final que monta el club organizador, que monta una carrera de 10, mientras esperaba a Rafa, que a pesar de algún problemilla muscular hacía un carrerón y sigue estando más en forma que nunca.
Carrera a la que tocará volver, sin duda, a su distancia de 25km para pasar por el extremo del circuito que queda cerca de Biar y que me perdí esa mañana por no poder afrontar con garantías más km sin jugarme la salud muscular.
Ahora, a por dos carreras a las que les tengo muchas ganas: Pujada Penya Migjorn - versión 14km la semana que viene, uno de mis entrenamientos habituales junto mis subidas al Cabeçó o Serra Grossa, pero con dorsal y con esa misma idea, entrenar, sin más, y a la próxima semana la media de Costa Blanca Trails, a la que estaba apuntado antes de fastidiarme el pie y a la que ahora solo espero llegar en las condiciones necesarias para terminarla sin dolor y sin quedarme demasiado atrás en la tabla, con el incentivo, además, de volver a la montaña en la que mi pie dijo "basta" en mitad de un entrenamiento el 27 de julio.
Más adelante, en diciembre, Coto de Monóvar y, en enero, 25km de Ultramediterránea. Después... tengo muchas ideas en mente, pero habrá que ver primero como llego de forma (recuperar fondo y velocidad, de salud (sin lesión) y de motivación al final de este año.
Poco a poco, de momento. A por la montaña jijonenca en una semana y ya veremos qué camino seguir.
Os cuento cómo va todo en la próxima entrada del blog.
Cuidaos.
Como mola volver a leerte, igual que mola ver como se alejan loa de la larga y tú, corredor de la corta, emprendes la vuelta
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