SUBIDA VERTICAL GRAN HOTEL BALI 2023

Este 2023 volvía al calendario, después de dos años sin organizarse, la subida al hotel Bali de Benidorm y como entrenamiento de potencia y explosividad aprovechable para Trail parecía muy buena idea volver por allí después de haberlo conocido y sufrido/disfrutado en 2019 y 2015

En ediciones anteriores había entrenado escaleras y algo específico para una prueba como el Bali, más de 924 escalones, 52 plantas... agonía. Este año, solo había habido un entrenamiento de escaleras la semana anterior, un par de subidas al edificio Riscal de Alicante que no me dejaron buenas sensaciones y me hicieron pensar que iba a empeorar el tiempo de mi último paso por allí hacía cuatro años. Pensaba que la potencia de piernas que pudiera haber ganado en estos últimos dos años y medio de carreras de montaña me salvarían, pero los últimos entrenamientos decían todo lo contrario.





Me reuní como en las anteriores ediciones con mi hermana y mi cuñado en Benidorm con tiempo de sobra para comprobar cuál era nuestra salida (arrancábamos en oleadas de tres participantes a una hora concreta), recoger la bolsa del corredor y el dorsal y echar un vistazo al ambientazo de la prueba. Mucho nivel por allí, con bomberos que participarían en la prueba específica para ellos subiendo con todo el material, la élite, que corría aquello como parte del circuito towerrunning mundial... La azotea del Bali se veía altísima y era imposible no maravillarse sabiendo que había personas capaces de plantarse allí arriba en menos de 5' (el récord creo que baja de los 4:30...)

Pude saludar por allí a Miguel aka Big Mike Speaker, animando la prueba, nos hicimos una foto en la salida gracias al gran fotógrafo oficial, Rafa Romero, paisano y colega de mi cuñado y todavía pude saludar antes de que nos cambiáramos en el coche a María Mainez, con quien no había coincidido desde mi anterior visita a la carrera. Tremendo lo de esta mujer, aspirando a sub. 7' (conseguido) y entrenando escaleras allí, después en Monserrat y finalizando en la prueba con las escaleras más largas, en Suiza.

Mención especial a un participante de 79 años, Giovanni Potenza, que al llegar nosotros ya había subido 4 veces el edificio y lo subiría algunas más, entre participaciones en la prueba oficial y las que hizo por su cuenta (buscad, buscad información de este Sr. )




Llegó el momento de arrancar, la salida de mi grupo. Entramos por el pasillo dispuesto para ello desde la calle, ya que este año el recibidor del hotel tenía restringido el acceso únicamente a huéspedes y con la cuenta atrás habitual de 5 segundos tocó afrontar una de las pruebas más explosivas que conozco.

Me había propuesto empezar suave, sin subir de dos en dos las 3-4 primeras plantas, que tenían escalones cómodos. Todos los buenos propósitos se fueron a paseo en la primera zancada. Subí a todo trapo desde el primer peldaño. Que fuera lo que tuviera que ser.


Si ampliáis esta 2ª foto veréis bien
mi cara de "¿por qué me habré metido en esto?"

Las primeras escaleras, como comentaba, se subían con facilidad y había rellanos amplios y largos que permitían recuperar, pero poco después el "paisaje" (¿lo hay, dentro de un rascacielos?) era repetitivo y durísimo. Vueltas y vueltas subiendo las plantas del hotel con los ánimos en alguna de ellas de los huéspedes y de los voluntarios de la organización.

Tardé muy poco en sentirme muy cansado. La había liado, pensé. No llevaríamos ni 15 pisos y ya echaba el hígado. "Solo" había por delante... 37 más. Dejé de subir escalones al trote rápidamente y usando las barandillas subí de dos en dos cuando no podía correr y en los rellanos me permití correr un poco para frenarme de nuevo después. 

Tenía la sensación de ir muy lento, muy pesado, y a media carrera, cuando iba a echar el primer vistazo al reloj, decidí no hacerlo. Si iba tan mal... para qué castigarme más viendo un crono que anticipaba peor marca personal.



No quería mirar tampoco la numeración de las plantas, pero no pude evitarlo y aquello solo aumentó mi sensación de ir muy lento. Estaba reventado, con los cuádriceps rozando el fallo muscular, la garganta ardiendo en ácido láctico y todavía no había llegado al piso 40. Me había propuesto no olvidar que la numeración de los pisos empezaba después del rellano, con 5 plantas ya subidas, por lo que cada nº de planta era en realidad ese piso más seis, en altura ascendida, pero ya no sabía ni dónde estaba.

Al bajón físico le acompañó el moral allá por la planta 42, donde no pude evitar mirar el reloj y pensar que perdía mucho tiempo respecto a mi mejor marca en 2019, pero poco después los pisos con habitaciones terminaban y aparecía el ascenso a la azotea, con la meta a una o dos plantas de distancia ya.

Otro año más, tener la sangre más en las piernas que en la cabeza hacía que me olvidara de la distribución de números de plantas en la carrera. Miré el reloj y vi que estaba en tiempo de marca personal y que ya solo faltaba ver por cuántos segundos la mejoraba.

Este subidón de moral hizo que sacara fuerzas de no sé dónde y que subiera las escaleras metálicas de la azotea echando el resto, cerquísima del fallo de piernas y de la caída. Me mantuve en pie como pude y, como otros años, nada más salir a la azotea allí estaba el control de chip y la meta.


Paraba el reloj 23s más rápido que en 2019, en unos inesperados y sorprendentes 7:19 y renovaba MMP allí, contra todo pronóstico. Cogí algo de líquido y me tiré al suelo, apoyado en la pared, sin aliento, sintiendo los latidos del corazón en la sien, las piernas y la garganta, que quemaba como nunca del esfuerzo. La montaña parece que sí me había dado las fuerzas que pensaba que no tenía al arrancar, y me permitía ver mi nombre en la clasificación en la posición 73 de 232 en la general, 15 de 35 en mi categoría.

Por allí andaba ya mi cuñado, que se tomaba la "revancha" del 2019, donde le saqué 1s en la clasificación, entrando esta edición 3s antes que yo, y poco después subía mi hermana, que viniendo de lesión y poco rodaje ya estaba contenta solo con participar y acabar sin dolor.



Muerto, pero contento.

Es una prueba cara, corta, diferente, explosiva, pero... sin haber hecho entrenamiento específico, haber sido capaz de mejorar la marca una vez más me hace pensar que a poco que la preparara otro año bajarla de 7' estaría a mi alcance, así que tengo claro que no será la última vez que participe. Nos veremos en 2024, seguro.

La subida al Bali coincidía el mismo fin de semana que el Trail de Pego, una el sábado y el otro el domingo, pero decidí participar en ambas pensando (cómo me equivoqué, como leeréis pronto) que tanto escalón no condicionaría los 19km de montaña que me esperaban al día siguiente, pero esto os lo cuento en breve en la siguiente entrada del blog.

Nos leemos pronto.

Cuidaos.

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