TRENCACLOSQUES 2022

Con el subidón de moral todavía en el cuerpo después de las buenas sensaciones la semana anterior en Solana Trail, siete días después tocaba encadenar el tercer y último fin de semana de carreras que me monté casi sin darme cuenta al apuntarme a todo lo que se me ponía por delante. La competición/entrenamiento con dorsal me llevaba a Forna, al Trail Trencaclosques, 21km por una zona completamente desconocida para mí en una carrera del circuito de trail de La Marina, hermana pequeña de la brutal Botamarges que se organizaba esa misma mañana.

Compartía de nuevo viaje con Rafa y Ale y disponíamos otra vez, como en La Sagra, de vehículo acondicionado para dormir los tres así que decidimos no perder tiempo madrugando y viajando hasta Forna y pasamos la noche anterior a la carrera a pocos metros de la salida.






A diferencia de nuestro último viaje juntos, aquella noche no concilié el sueño más de 2h seguidas y cuando lo conseguía no dormía cómodo y en profundidad. Cuando casi lo había conseguido, el ruido de coches y corredores que salían a enfrentarse a la ultra Botamarges a primerísima hora de la madrugada volvió a despertarme y casi sin darme cuenta llegó la hora de despertarse. Mala cosa, tres findes de carrera seguidos y que el tercero toque afrontar la prueba sin descanso, me dije, mientras desayunábamos y bajábamos después al área de salida.

Un café de última hora para espabilarme un poco y aclimatarme (no hacía nada de frío, pero estaba algo destemplado) y rápidamente y con puntualidad arrancábamos. Perdimos de vista a Ale rápidamente y empezamos a trotar en suave bajada alejándonos del pueblo. Iba con Rafa, comentando que tal vez era de los días en que peor me había sentido en mucho tiempo para correr, y en los primeros metros fuimos juntos. Sin quererlo, me adelanté un poco mientras la carrera giraba al fin hacia la montaña y empezaba el primer ascenso allá por el km 2 y ya no volví a ver a mi amigo. Tal vez sería bueno, pensé, correr en solitario y sufrir la que yo consideraba muy probable pájara en solitario a mitad de circuito, como entrenamiento mental.

Teníamos por delante unos 3km de ascenso ganando más de 350m así que pensé que había que tomárselo con calma. Las piernas, sin embargo, no sufrían mucho al trote y tardé mucho en echar a andar. El camino era cómodo, por pista amplia, y se prestaba a alternar carrera y trote rápido sin mucho esfuerzo.

Sin dejarme llevar por las inesperadas buenas sensaciones de la subida saqué bastones y quité algo de carga a las piernas. Aquello iba a ser largo y tenía un pequeño trauma de la pájara de La Sagra. Mejor no jugársela, me repetía.

En aquel primer ascenso escuché a mis espaldas una crítica sobre mi forma de usar los bastones que descubrí rápidamente que venía, bromeando, del amigo Curro, que dispuesto a cubrir todo el circuito de carreras La Marina se había apuntado a la prueba. Comentando con él la carrera, las experiencias pasadas y futuras por el monte y admirando el paisaje llegamos casi sin sentir al final de la subida, en lo alto de Els Frares.Teníamos por delante una bajada inclinadísima durante 1km,  perdiendo unos 200m de altura, por un camino muy estrecho y resbaladizo por la humedad y las lluvias de los días anteriores que obligaba a correr en fila de uno y frenar el ritmo, provocando un tapón de corredores enorme.



Compartiendo algunos km con Curro, en tirantes
y sin sufrir nada el tío, como refleja su cara

Conseguí bajar sin caerme (muchos no tuvieron esa suerte) y cuando el terreno se volvió más corredero de nuevo empezó la carrera de montaña "de verdad". El camino que nos llevaría a lo alto de Covatelles subiendo más o menos gradualmente, con algún pequeño repecho, era un espectáculo natural. Senda estrecha, vegetación espesa, verde y húmeda a ambos lados del recorrido cerrando a veces la vista de nada que no fuera la carrera y la montaña, camino bastante sencillo de correr o trotar cuando la inclinación lo permitía....

Me planté en la cima de Covatelles casi sin darme cuenta, cubriendo ya cerca de la mitad del recorrido, acumulando unos 10km en las piernas. ¿Se estaba dando MUY BIEN aquello esa mañana, contra todo pronóstico?

El tapón de la primera bajada había frenado a muchos corredores y estar ya a media carrera había estirado tanto el grupo que corría sin muchos participantes cerca, lo que me permitía ir muy concentrado en mis sensaciones, regulando y, sobre todo, disfrutando de la carrera.

Había comido y bebido en el primer avituallamiento con calma y en cantidad más que suficiente, sin tener que tocar nada de mi mochila, así que confiaba en llegar al final de la carrera con reservas de agua, geles y barritas por si el bajón aparecía. Con 2km de bajada por delante hacia Font d'en Carròs, zona del segundo avituallamiento, no parecía que fuera a haber problemas en cuanto a abastecimiento de líquido o sólido, así que... una preocupación menos, pensé.

El descenso hacia el pueblo fontero lo disfruté tanto o más que la subida que superé km atrás. Cuando la senda nos dejó en el asfalto agradecí pìsar algo de suelo firme y plano y cambiar la zancada, así que por la zona del barranco de Muntanyelles gané algo de ritmo hasta llegar a la rotonda donde comí y bebi de nuevo (¡qué bien surtidos estaban los avituallamientos y qué bien nos atendían!) y giré de nuevo hacia la montaña, dispuesto a afrontar la subida más larga de la carrera, unos 5km en los que ganaríamos algo más de 500m.




Primero por pista de asfalto, luego camino de tierra ancho y, poco después, de nuevo en plena montaña, la carrera seguía sorprendiéndome. No habría imaginado nunca que el recorrido fuera tan espectacular, con tanta zona verde, estrecha y espesa y, sobre todo, ni en mis mejores pronósticos contaba con sentirme tan fuerte en el km 15, a mitad de subida, ganando puestos mientras dejaba atrás a muchos corredores que no habían gestionado bien las reservas de energía y penaban en la última subida.

Coincidíamos brevemente con el camino que dejamos atrás en el km 8 y 2km después la subida acababa en el mismo punto por el que pasamos en el km 5, de nuevo en lo más alto de Els Frares. 17km acumulados y ni rastro de fatiga o sensaciones malas. Definitivamente, era mi día, me dije. Bajamos 1km hacia el último avituallamiento, punto en el que fui consciente de que iba a irme a la meta sin tocar nada del agua ni la comida que llevaba encima, valiéndome únicamente de los avituallamientos, y con las reservas repuestas y la moral por todo lo alto me dispuse a bajar lo mejor que mi lamentable técnica descendedora me permitiera hasta el final de la carrera.

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Tenía por delante 1km de bajada técnica y 200m de descenso, pero las piernas respondían y mi habitual torpeza bajadora no hizo acto de presencia. ¡Ostras!¡Si estoy adelantando todavía a algún corredor! (vale, alguno era porque iba con rampas hasta las pestañas, pero no iba a aflojar el subidón por eso).

A falta de solo 1km tocábamos de nuevo asfalto casi en el mismo punto donde el Garmin marcó el primer 1000 del recorrido y la carrera ya estaba casi acabada. Un largo y suave giro a izquierda nos dejaba en la meta y tocaba felicitarse después de 21km y 1000md+. Paré el reloj en 3:00:57, 3:00:38 real (otra vez rozando sub.3h en M.M. y viéndolo pasar por muy poco...), posición 164 de 260, 76 de 117 en mi categoría.



Por ahí andaba Ale hacía mucho tiempo, corriendo al nivel (nivelazo) de la segunda mujer de la general, y poco después (muy poco) llegaba Rafa, que incluso con el tapón del principio y sus molestias en la rodilla bajando corría como la bestia que es.

Mientras dábamos buena cuenta del gran avituallamiento de la meta, todavía seguía sorprendido de las buenas sensaciones y la buena gestión que había hecho de esfuerzo y concentración en la carrera. Lo había pasado en grande, corriendo y viajando de nuevo con los amigos. Acababa muy entero, sintiendo que podría haber echado más km y notando, por fin, que tal vez sobrevivir a Costa Blanca Trails estaba a mi alcance. En solo 3 semanas había pasado de casi pensar en dejarlo (La Sagra), resucitar (Solana Trail) y clavar esa mañana en todos los sentidos una carrera como creo que debe hacerse en este punto del entrenamiento para los 46km de Finestrat. Mira que si al final consigo acabar la carrera en noviembre... 





Por cierto, ¿dije que terminaba en Forna la serie de fines de semana seguidos compitiendo? Mentira. Os cuento una más (solo una más, la 4ª y última de la serie de 4 findes), en la siguiente crónica, la de la carrera de las empresas de Alicante. 5km de asfalto precedidos de 28km brutales de montaña la mañana anterior que terminaron de confirmar que no estoy tan mal como pensaba.

Os lo cuento en la próxima crónica.

Cuidaos.




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