TRAIL CABEÇÓ D'OR 2021

No pintaba bien, mi vuelta a la competición en Trail, después de mucho tiempo sin entrenamiento regular por el monte. El pasado 3 de octubre tocaba correr el Trail del Cabeçó d'Or y mis sensaciones no podían ser peores. Pocas salidas a la montaña después del Veleta y haber visitado en verano el circuito de la carrera, después de apuntarme, viendo que el tramo inicial no era nada atractivo y corriéndolo con unas sensaciones horribles, me hacían ser muy pesimista. Además, no me sentía nada en forma, en general, entrenando. Me sentía pesado, lento, y la báscula me mostraba esa semana un par de kg más de lo habitual para terminar de minarme la moral antes del día de la prueba. En la parte positiva... no sé ¿una carrera de 17km y casi 1000m de asc. acumulado por mi lugar habitual de entrenamiento podía ser buena para eso, para entrenar al menos? Nada claro, aquella mañana.

Así me sentía. Sin motivación, con los objetivos cada vez menos claros...
Así me sentía. Sin motivación, con los objetivos cada vez menos claros...

Imponente, el Cabeçó



Busot

Amanecíamos con un cielo ligeramente cubierto en Busot el domingo, algo que se agradecía, pues la salida se daría a las 9:30AM, algo tarde en mi opinión, siendo como son, calurosos, los primeros días del otoño alicantino y teniendo en cuenta que no era previsible tardar menos de dos horas en aquel circuito (no firmaba ni 2:30), por lo que a las 11:00, con el sol ya pegando fuerte, todavía estaría corriendo.

Conociendo la ubicación y las zonas de aparcamiento por mi desastrosa visita veraniega al recorrido meses antes, llegué con tiempo de sobra para aparcar al lado de la plaza desde la que se iniciaba la carrera y en la que recogería la camiseta y el dorsal (¿no se anunciaba también una braga para el cuello? no la vi...)

Recogida rápida y sin esperas, al haber llegado pronto, y de vuelta al coche primeros saludos a conocidos y amigos viendo cómo el parking se llenaba rápidamente. Por allí andaban Raulet, de mis SkyRunners, ya conocedor de lo que es ganar esta prueba o subir a su podio, con el que comenté sus posibilidades para ganar de nuevo. Él no lo veía claro, pero era lógico pensar así. Tocaba medirse con corredores de mucho nivel (aunque él lo es) y la primera plaza parecía que ya tenía nombre y apellidos sin posibilidad de luchar por ella. También saludé, desvirtualizándola al fin, a la gran Cristina Mantas, a la que me atreví a predecirle (sin equivocarme, como vimos luego) un puesto en el podio general femenino.


A ver si se me pegaba algo de estos dos (Raulet y Miguel)


Me cambié, aseguré llevar agua, sales y geles suficientes para la que pensaba que iba a ser una carrera agónica y lenta y me dirigí a la salida. Pude saludar antes de empezar a Miguel, amo y señor del Cabeçó (junto a Cristina diría que pocos en Alicante tienen tantos segmentos de Strava como local legend allí) y desvirtualizar a la también grandísima a la vez que humilde y simpática Nadia, otra corredora fortísima que sin duda pisaría podio aquella mañana, viendo su historial, habitual en los primeros puestos de la liga de 15 Cumbres en Alicante, por ejemplo.

Mientras tanto, Big Mike animaba la salida a ritmo de Chimo Bayo y nos subía la moral en el arranque de la carrera, puntuales a las 9:30.




Como ya sabía por mi entrenamiento de verano allí, el inicio debía tomarlo con calma, pero no quedarme tampoco muy rezagado. Cuesta arriba por asfalto, con una pendiente durísima, en poco tiempo nos meteríamos en un camino imposible de correr de otra manera que no fuera en fila de uno, casi sin posibilidad de adelantar, así que tocaba situarse bien.

Pocas veces podré decir que he estado por delante de Cristina
en una carrera xD, 4 puestos por delante
en este punto, ni 1km todavía recorrido

Me quedé a mitad de pelotón y me alegré de haber acertado con el ritmo elegido y la posición en la que me ubiqué en los primeros metros. Trotaba sin esfuerzo, me sentía cómodo (¡sorpresa!) y, sin darme cuenta, dejaba atrás rápidamente el tramo menos atractivo de la carrera. ¡Qué diferencia de sensaciones respecto a mi vista en verano al recorrido!

No tardó en pasarme como un rayo Cristina en la zona del recorrido que atravesaba una zanja. La animé a darlo todo porque estaba seguro que una plaza del podio era suya esa mañana.



Esperando terminar los primeros km de la carrera y sin pasarlo tan mal como pensaba que iba a suceder, rápidamente me encontré finalizando los 4km que separaban Busot del inicio del camino que ya conocía del Cabeçó, la subida por la solana. Me atreví a dejar atrás sin detenerme el primer avituallamiento, sobre el km 4.5, y me dispuse a subir por la ruta que tantas veces había recorrido subiendo o bajando en entrenamientos pasados, bebiendo de mis provisiones, pero sin parar.

Comentando con otros corredores la carrera, trotando cuando se podía (pocas veces), la subida se hizo muy amena y tener cerca a participantes que me sonaban de otras pruebas y cuyos tiempos eran, en mi opinión, muy buenos, me hacía pensar que no iba tan mal como había anticipado.

Me pasó Miguel poco después, rapidísimo, sin parecer acusar su entrenamiento el día anterior, de unos 16-17km y muchos metros de desnivel y, aunque por un momento intenté acompañarle (inconsciente de mí), rápidamente borré la idea de mi cabeza. Ni en sueños podría seguir el ritmo de competición de un tipo tan fuerte y, en realidad, la subida no se me estaba dando nada mal. Había algún adelantamiento por mi parte a veces y otras era yo el adelantado después, a partes iguales, creo, pero, en general, tenía la sensación de estar en la mitad del pelotón constantemente.

Empecé a notar algo de cansancio cerca de Polset, punto más alto de la carrera, con algo más de 7km ya en las piernas, pero tenía la impresión de que había regulado bien el esfuerzo y que tendría energía para hacer una buena bajada.

En Polset estaba mi amigo Rafa, que había salido a entrenar, había hecho cima y esperaba en ese punto del circuito haciendo fotos. ¡Cómo me alegré de verlo! Antes de iniciar la larga bajada por las zetas y racó de Seva hasta el parking paré un momento a beber de nuevo parte de mis reservas de agua, gracias a lo cual di tiempo a que me alcanzara Rafa, que iniciaba también su descenso. Se unió a mi carrera y empezamos la bajada como si estuviéramos entrenando en una de nuestras innumerables visitas al Cabeçó.

La compañía de mi amigo, las buenas sensaciones... no sabía qué era, pero nunca me había encontrado tan bien bajando en aquella zona. Comentando la bajada y la carrera con Rafa me di cuenta de que corría muy rápido. Mucho más que cualquier otro día que hubiera entrenado allí. Confiado, pisando con seguridad, bajé en tiempo de récord personal aquel tramo hasta casi llegar al parking (así lo pude ver después en Strava, 2' mejor que ninguna otra de mis visitas a esa montaña en ese segmento). ¡Cómo lo estaba disfrutando y cómo agradecía estar corriendo con mi amigo en mitad de la carrera!


El avituallamiento antes de llegar al parking era parada obligatoria. Había bajado a tope y necesitaba reponer líquidos y recuperar un poco el aliento. Daba caza allí a corredores que había visto bajar mucho antes que yo y eso me animaba. Por error, bebí isotónico en lugar de agua y maldije: "¿me descompondría aquello el estómago?" No le di muchas vueltas a esa duda y arranqué rápido. Dejaba atrás a corredores conocidos que yo consideraba mucho mejores que yo y tenía la moral por las nubes, siempre acompañado por Rafa, que me seguiría hasta el aparcamiento y ahí se retiraría a casa.

El muslo izquierdo terminó con la fase eufórico-flipada que atravesaba. Una molestia preocupante en el femoral, amenazando calambre, empezó a ser demasiado repetitiva y constante. Por suerte llegaba una zona de pista rápida y cómoda muy larga y podría estar mucho tiempo sin forzar la máquina, dejándome llevar cuesta abajo.



Ya en el parking decidí parar en una ambulancia de DYA para que me echaran algo similar a Reflex en el muslo, pero tuve mala suerte. No tenían NADA de lo que pedí y tardaban mucho en encontrar alternativas. "Creo que el Reflex está en la ambulancia del siguiente avituallamiento", escuché.

Fui adelantado por muchísimos corredores en este punto y al final, sin solución por parte de DYA, reinicié la marcha, confiando que aquellas amenazas de calambre no estallaran definitivamente en forma de un rampón de verdad que seguramente me dejaría fuera de juego.

Me despedí de Rafa y tomé el camino de S. Cristóbal, un cambio de última hora en el circuito que nos ahorraba muchos metros de asfalto y algunos de desnivel y nos dejaba a cambio una bajada que no conocía, muy entretenida y cómoda, a la sombra, que nos llevaría poco después a la senda hacia el avituallamiento que no utilicé en el km 4, ahora en el km 13 de vuelta.

El muslo molestaba incluso cuesta abajo y me obligaba a reducir la marcha. Tomé un gel sin mucha confianza en sus efectos y salí a una zona despejada, acompañado por un corredor que se quedó a mi paso y con el que comentamos lo pesado que empezaba a hacerse el calor. Pedí a otro participante que avanzaba a mi ritmo, algo atrasado, que me pasara la gorra que llevaba en mi chaleco, a mi espalda, para evitar tener que parar a desabrochar y perder tiempo. Quién sabía si después de una parada larga los músculos dirían basta.

Hicimos en un momento un grupo de tres o cuatro corredores mientras paraba un momento a tomar sales para tratar de evitar más desastres musculares por el exceso de sudoración. Fue divertido durante un rato, comentar la carrera y las penas en compañía, pero no podía seguir el ritmo de mis compañeros y decidí quedarme atrás. 


Se unía a la fiesta del daño muscular el gemelo derecho, amenazando calambre cada vez que apretaba un poco el acelerador o el terreno era ligeramente técnico. Mala cosa, pensé. Si cargaba sobre la pierna izquierda, la parte trasera del muslo protestaba. Si aligeraba la carga ahí y la pasaba a la derecha, era el gemelo el que amenazaba con dejarme fuera de la carrera.

El ritmo siguió bajando, irremediablemente. Corría solo y perdía puestos cada 100m aproximadamente. Me pasó una corredora de Trail Running Alicante (cómo envidié sus bastones, en mi estado) y comentó que todavía quedaba una subida dura y que iba a bajar la marcha.

Efectivamente, el tramo que bajamos al principio desde lo que parecía un depósito aparecía de nuevo en el camino, allá por el km15, cuesta arriba, interminable, sin protección alguna del sol, descubierto y sin vegetación.

Terminé de reventar en ese punto del circuito. Me apoyé en una roca unos segundos, sufriendo por el calor y por las molestias de las piernas. ¡Qué larga se estaba haciendo la vuelta!

Con los ánimos de otro corredor (qué maravilla, las carreras de montaña, lo fácil que es hablar y compartir ratillos con corredores y corredoras en las subidas y socializar), retomé la subida, lento, muy lento, pero con la cabeza centrada en el final de aquel ascenso. Los últimos metros del recorrido debían ser cómodos, si recordaba bien cómo habían sido al principio.

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Seguía sin poder correr con normalidad por las molestias en las piernas, pero ya escuchaba a lo lejos la megafonía de la meta y me atreví a subir un poco el ritmo. Si reventaba, de un modo u otro terminaría, con el final tan cerca ya. Un vistazo al reloj me dejaba ver que, contra todo pronóstico, terminaría antes de 2h 15', algo totalmente inesperado, habiendo visto clasificaciones de otros años y comparándome con corredores que creía de mi mismo nivel.

Todavía perdí algún puesto más cuando por fin pisé de nuevo asfalto y tomé la empinadísima bajada hacia la plaza. Ya estaba hecho. Solo había que apretar un poco para ver cuánto podía alejarme de las dos horas y cuarto y felicitarse por la que, sin saber todavía clasificaciones ni tiempos definitivos, estaba seguro que había sido una carrera muy buena, incluso con mis molestias musculares.




Cerraba mi participación parando el crono en 2:13:39 después de chocar la mano a Big Mike Speaker y recoger una bolsa con avituallamiento más que generoso. ¡Qué ambiente post carrera! La plaza rebosante de vida, llena de corredores... ¡cómo se agradecía una vuelta casi completa a la normalidad de las carreras populares!

Busqué rápidamente las clasificaciones, mientras me cruzaba con Miguel otra vez (tiempazo, el suyo), Cristina (primera mujer, increíble lo que corre, admirable), Nadia (podio en su categoría y 6ª general, estando en preparación del Trail Solidari de Alcoi en el que ha resultado ser 1ª general) y J.V. Zapata, que iba con el grupo al que entrena y me grabó entrando a meta (¡gracias!)


Cuando revisé la clasificación el resultado que vi no podía dejarme más contento. 123 de 247 en la general, 50 de 106 en mi categoría y 115 de 216 hombres. Colarme, aunque fuera por los pelos, en la primera mitad de la clasificación para mí ya era todo un éxito, con solo tres salidas al monte desde el Veleta y mi mal recuerdo entrenando aquel circuito que resultó ser un carrerón.

Mientras intentaba inmortalizar el momento, buscando a algún corredor para que me hiciera una foto, pude desvirtualizar también esa mañana a Isabel Deltell, segunda general en la pasada edición que repetía puesto este año (y primera en cat.) pero con una mejora de marca increíble. ¿Se puede ser más maja y humilde que esta grandísima corredora?


Tocaba retirada a celebrar mi super éxito de aquella mañana comiendo en familia. No tardé en ponerme la camiseta de la carrera (a mí me gusta el diseño de este año), para "presumir" de carrerón completado, mientras no paraba de pensar en lo mucho que ayudaba aquella mañana a animarme para el resto de la temporada. Aunque había sufrido por las molestias de las piernas, creo que hice una gran primera parte hasta Polset y una bajada muy buena. Quién sabe cómo habría ido la cosa sin las amenazas de calambre que aguanté desde el parking. Por otra parte, el subidón de moral al ver que podía bajar con Rafa y hacer juntos, como hemos hecho tantas veces, el trayecto de Polset al parking fue también determinante para poder acabar tan bien como lo hice (no puedo estarte más agradecido por la compañía, amigo)

Como digo, motivación por las nubes para todo lo que está por llegar, un chute de moral que necesitaba después de mucho tiempo sin encontrarme nada bien corriendo ni entrenando. Ahora, a pensar en la siguiente cita montañera, que aquella mañana pensé que sería el trail del Abdet, pero que, antes, me va a llevar a Pego el próximo fin de semana, a su trail del circuito de la Marina, 19km y 1100m acumulados, acompañado otra vez por Rafa en el viaje (en la carrera... lo veré marcharse y ya nos encontraremos después en la meta, mucho después de que él llegue, yo)

Os cuento cómo va todo en la siguiente entrada del blog.

Cuidaos.

Saludos.

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