NELSON MANDELA RACE 2019
El pasado fin de semana, aprovechando mi visita a Madrid entre el 11 y el 15 de este mes, eché las zapatillas a la maleta y busqué alguna carrera por la capital. Tuve la suerte de coincidir con la carrera elegida finalmente, la Nelson Mandela Race, una prueba de 10km que por tercer año consecutivo organiza la embajada sudafricana y el club madrileño ADM y a pesar de mi más que previsible mal estado de forma (luego os cuento) no dudé en apuntarme. No se podía dejar pasar la oportunidad de tener cortadas calles céntricas de la ciudad para correr y, además, coincidir allí con mi hermana y mi cuñado, que me hicieron de guías por la ciudad y alrededores los días previos a la carrera.
Como os decía, mi mal estado de forma se veía venir. Desde que llegué a la capital estuve saliendo a correr, caminando muchísimo, durmiendo algún día no tan bien como debería por el calor...
No consigo recordar ahora mismo una carrera a la que haya llegado tan cansado, con las piernas tan cargadas y sensación de flojera como la del pasado domingo. Me viene a la memoria algo parecido en el maratón de París en el 2017 , cuando me tocó correr sus 42km después de dos días de turismo cargados de caminatas que hicieron que llegara al día de la carrera mucho más flojo de lo esperado, pero creo que mi estado el día de la carrera era muchísimo peor.
No llegaba nada entrenado, con o sin caminatas turísticas, los 2-3kg extra siguen bien pegados a la tripa y, después del esfuerzo de los 3 días anteriores, de camino a la salida, las piernas se resentían con algo tan normal como subir y bajar las escaleras del metro. Correr 10km en aquel estado prometía ser duro y agónico.
A mi favor tenía, por suerte, el "efecto dorsal" y el hecho de correr por tercera vez en Madrid, sumándole además la compañía de la familia. ¿Cuánto duraría el poder mental sobre el más que evidente deterioro físico? Habría que verlo...
Tocaba madrugar mucho para no empezar la jornada con agobios, por despistes en las paradas de metro o equivocaciones en los horarios. La salida de daba a las 9:00 y a las 7:40 ya estábamos en la calle Serrano recogiendo el dorsal y la camiseta, sin colas y con tiempo para hacer una visita a los WC químicos que había instalado la organización y poder estirar después un poco, acompañados de lo que parecía ser música tradicional africana sonando por megafonía, muy tranquila (similar a los primeros minutos de este vídeo , por ejemplo), algo apropiado para recordar al homenajeado, pero quizá no tanto para terminar de infundir motivación a los corredores, pensé (sería la falta de sueño)
No había muchos participantes, según vimos cuando se aproximaba la hora de la salida. Unos 600 como mucho, aventuré, mientras terminaba de estirar y decidía que mi calentamiento iba a ser mínimo, casi inexistente, reservando para la carrera las pocas fuerzas que tenía en mis fatigadas piernas.
Cuando arrancamos, puntuales, cuesta abajo por la calle Serrano viendo a lo lejos el final del descenso en la Puerta de Alcalá, intenté ganar segundos aprovechando el desnivel favorable. La temperatura era muy buena y no todos los días se puede correr por la capital así que... a echar el resto y si pinchaba ya llegaría como pudiera a la meta, me dije.
Cuando la bajada terminó y giramos por la calle Alcalá el reloj indicó el paso por el primer 1000 en 4:19. Me prometí no volver a mirar el Garmin hasta pasar la mitad de la carrera, pues todos los km hasta el quinto eran en suave y constante ascenso y tenía claro que las piernas iban a fallar. No necesitaba saber que iba lento. Ya sabía que iba a ser así.
Primeros metros |
Bajada inicial, con la Puerta de Alcalá al fondo |
No me equivocaba, como pude comprobar cuando girando por Cibeles hacia el Paseo de Recoletos iniciamos el ascenso que terminaría antes de llegar al Santiago Bernabeu, por el Paseo de La Castellana. Intenté mantener el ritmo hasta el km 2 (después vi en el Garmin que pasé a 4:36), pero desde ese momento empecé a notarme muy cansado.
Contra todo pronóstico, acostumbrado a las temperaturas veraniegas en Alicante, entre las 9 y las 10 en Madrid no hacía tanto calor (ni tanta humedad, obviamente), unos 21-22 grados fácilmente soportables. Además, la mayoría del recorrido tenía sombra, bien por los edificios, bien por los árboles cercanos. Aquello hizo que llevara un poco mejor el bajón físico, mientras empezaba a ser adelantado por muchos corredores y peleaba mentalmente contra la ansiedad por no ver nunca el final del ascenso. Me entretenía como podía, recordando mi paso por ese mismo tramo en el maratón del 2015, viendo el recorrido, sintiendo que, entre tan pocos corredores y en una calle tan amplia, sin mucho público, parecía que corríamos solos por Madrid.
Cuando empezaba a cansarme "de verdad" de tanta subida (nada dura, en realidad, rápida incluso, de llegar en mejor forma), vi a lo lejos las famosas torres inclinadas y supe que el final de la subida estaba cerca.
Al no ser un circuito circular, empezando en la Calle Serrano y acabando en el Paseo de Camoens, no íbamos a repetir recorrido y solo nos cruzaríamos brevemente durante unos 500-600m con corredores en sentido contrario después del ansiado giro de 180 grados al final del ascenso por la Castellana. En este punto pude saludar a mi hermana, que subía mejor de lo que ella esperaba, mientras yo me bebía el botellín de agua del avituallamiento en el km 5 y confiaba que desde ese momento el recorrido ya fuera más cómodo, en bajada, según recordaba por el perfil que vi publicado en la web.
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En mitad del esfuerzo de la carrera debí olvidar que al abandonar la Castellana hacia la derecha todavía había que subir durante un km más, hasta el 6, y ahí terminé de agotarme, física y mentalmente. No podía con aquella rampa. No necesitaba mirar el reloj para saber que el anterior km y aquel, hasta el sexto, pasaban a más de 5'/km. Me evadía un poco gracias a un corredor que estuvo dando tirones junto a mí muchos metros, intentando quedarse siempre a unos 5m por delante entre jadeos y respiración muy forzada (mala referencia has cogido, amigo, pensé, si pretendías usarme de liebre).
Cuando por fin se inició la bajada intenté subir el ritmo, pero no lo conseguí tanto como habría esperado. Este tipo de carreras, con subidas suaves seguidas de descensos largos suelen irme bien porque recupero bastante rápido y bajando tengo una zancada larga y acelero sin problema, pero no era mi día, algo que estaba claro desde el km 2.
Mi acompañante dio un acelerón en aquella bajada, adelantándome por enésima vez, para, 10 o 20m después, retirarse temporalmente de la carrera entre jadeos y con las manos en los cuádriceps (wtf?)
Yo seguía a lo mío, intentando compensar cuesta abajo todo lo perdido en mi penosa subida. Seguíamos recorriendo calles con sombra y el calor, por suerte, no aparecía para hacer más duro aquello. No supe evitar la tentación de mirar el reloj y se confirmó lo que imaginaba. Corriendo en suave cuesta abajo el ritmo en el km 8 era de 4:50 y no me notaba con fuerzas para acelerar. Seguía perdiendo puestos y las piernas no daban para más.
Por suerte, el descenso se volvió algo más pronunciado camino al km 9 y la velocidad subió un poco, 4:36/km según vi después en los registros del reloj, aunque mi sensación era de ir todavía muy lento.
El corredor anónimo que vi abandonar km atrás aparecía de nuevo a toda velocidad, con su respiración acelerada anunciando su llegada, situándose de nuevo por delante de mí (bravo por ese esfuerzo, si incluso parando conseguía rebasarme de nuevo). No me sentía con fuerzas ni ganas para intentar seguirlo, viendo que su juventud y fuerza le permitían aquellos tirones tan repetidos y prolongados durante los 10km, pero sí que intenté (pique absurdo, supongo), que no se alejara demasiado, logrando mantenerme ya hasta el final a unos 20m de él.
Pasado el km 9 se iniciaba la bajada más rápida del circuito, por una calle que quise recordar, Marqués de Urquijo, por su efecto salvador en mi lamentable carrera. Pude subir más todavía el ritmo, llegando a los 4:21/km, descubriendo que la meta se encontraba en otra zona conocida para mí por haber pasado por allí en el maratón hacía 3 años, el parque del Oeste, poco después del km 22 en el recorrido de aquel año, un tramo verde y boscoso, muy cómodo y agradable.
Con aquella rampa tan larga como punto final a la carrera crucé la meta en el paseo de Camoens acelerando para no ver el 48 oficial, parando el reloj en 47:57, posición 163 de 523 en la general, 59 de 100 en mi categoría y 153 de 401 hombres (visto así no estuvo tan mal, ¿no?), reventado y sintiendo que las piernas iban a protestar durante 48h por aquel último esfuerzo después de 4 días dándoles trabajo.
El avituallamiento final estaba al nivel de toda la carrera. Masajistas, fruta, bebida, 1'5l de Aquarius, envases de jamón cocido (¿?), agua fría (igual que el avituallamiento del km5), recogida fluida en el guardarropa de todo lo que habíamos dejado en la salida, en el otro extremo del circuito... No se podía poner ni un solo pero a la carrera, que además no había llegado a los 10€ en la inscripción.
Pepelu había llegado en 41 minutos, notando también el cansancio de los días previos, pero haciendo un tiempazo (es sub.40 sin mucho sufrimiento, habitualmente) y mi hermana llegaba mucho mejor de lo que ella creía, en 55', necesitando el servicio de masajistas después para recomponer un poco las piernas.
Yo, teniendo en cuenta que los corredores decían que la carrera medía algo más de 10000m (por lo visto también reconocido por la organización, 10.2-10.3km), el perfil de la carrera y viendo lo cansado que llegué a la salida, doy por bueno el resultado. Fue una gozada correr de nuevo por Madrid, a pesar de la fatiga, echar la mañana con mi hermana y mi cuñado y rendir como lo hice, cuando no habría apostado ni por sub.50' mientras me movía en metro antes de llegar a la carrera. Probablemente todavía puedo pelear un sub.45 "pelao" en un 10000 si sale el día bueno y el circuito es favorable.
Toca pensar ya en las siguientes competiciones, con el Acuatlón de El Campello a la vista este domingo, una prueba que probablemente vaya mejor que las dos ediciones anteriores en los tramos a nado, pero que seguramente va a ser dura y más lenta cuando haya que correr por la arena. La falta de entrenamiento de carrera y los 2-3kg de más respecto al año pasado (ya estoy trabajando para solucionarlo) harán que los tramos en seco sean más difíciles.
Os cuento cómo va todo en la próxima entrada del blog.
Gracias por estar ahí.
Saludos.
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