20K ALICANTE-ELCHE-SANTA POLA, LA GRAN CARRERA DEL MEDITERRÁNEO


Desde que se anunció tuve muchas dudas sobre mi participación en la carrera del pasado fin de semana, "La Gran Carrera del Mediterráneo". El recorrido era muy atractivo, saliendo desde el centro de Alicante hasta Santa Pola corriendo pegados a la costa, pero la distancia, algo más de 20km, hacía que no tuviera claro si correrla o no.
Ya no entreno tanta carrera como antes del verano, desde que me he centrado en la natación, y sé que una distancia tan larga no debe correrse a lo loco, sin una preparación mínima, pero solo pensar en tiradas largas, acumular una cantidad concreta de km semanales, me daba muchísima pereza.



Todo cambió cuando a falta de un mes mi amigo Ramón confirmó su participación en la carrera y me propuso hacerla juntos de principio a fin. Él venía de una lesión y pensaba que le tocaría correr a un ritmo de 5:20/km aproximadamente. Yo, viendo que podría compartir de nuevo carrera con mi compañero de fatigas deportivas, me animé y decidí cumplir con el entrenamiento mínimo para no morir el día de la prueba. Durante los entrenamientos de las semanas previas me noté fuerte y en la última salida larga, el domingo anterior, corriendo 17km a un ritmo ligeramente más rápido de 5'/km, tuve la sensación de que podía cumplir con el objetivo, que no era otro que 1) sobrevivir 2) poder aguantar el ritmo a Ramón y 3) disfrutar del recorrido.





Recogí el dorsal y la bolsa del corredor el sábado para evitar colas el día de la carrera, ya que estaba previsto reunir a más de 2000 corredores.  La feria del corredor, en los jardines de la Diputación, me pareció demasiado pequeña y sin muchas ofertas destacables, algo pobre, en mi humilde opinión, para la gran carrera a la que pertenecía. La bolsa del corredor, correcta, aunque admito que la camiseta de esta primera edición me decepcionó un poco, recordándome más a una camiseta de publicidad barata para los que no son de Alicante que una camiseta técnica de calidad de las que da gusto ponerse para entrenar y lucirla. La medalla que nos esperaba al acabar la carrera, sin embargo, sí que era digna de una primera edición y animaba a ganársela llegando a la meta al día siguiente.

El domingo desperté descansado y llegué con tiempo al centro de Alicante. La Avenida de la Estación estaba cortada desde la tarde anterior para dar cabida a los camiones de SEUR que harían de guardarropa y que trasladarían nuestras bolsas a la meta en Santa Pola. A falta todavía de más de una hora ya se podía adivinar que la participación era elevada. Clubes de toda la provincia iban y venían al guardarropa, a la recogida de dorsales, a las cafeterías... La vida que había en las calles a esas horas de la mañana me animaba y me hacía pensar que había acertado no retirándome de la carrera.
Me reunía con Ramón a las 8:30 en la puerta de la Diputación y después de un café rápido buscábamos nuestro cajón en la línea de salida.





Creo que prácticamente todos los corredores que conozco participaban en la carrera. Pude saludar antes de echar a correr a Jose Luís, Jaime, Alejandro y Antonio de Aquatic, al gran marchador Fco.Martín "Pacorro", a los amigos de Skyrunners Pili, Jose y Serafín, Pere de Urbans... Era un día de fiesta deportiva y me pareció que el evento estaba llamado a convertirse en clásico de la ciudad, por mucho que hubiera algunas quejas sobre cortes de calles, ruidos, etc. No me imagino a un valenciano protestando por los cortes de su ciudad o por las molestias que les ocasionan sus carreras (así les va, que tienen varias de las mejores carreras de España en sus calles). Aquí, en Alicante, no nos encontramos público ni comercios volcados en las carreras como allí y parece que costará mucho hacer que la ciudad se sienta orgullosa, como pasa en Valencia, de sus carreras, que los alicantinos entiendan que una competición como la del domingo, bien gestionada, solo aporta beneficios a la ciudad y puede llegar a ser un orgullo para ellos formar parte del evento, participando o simplemente animando.

Volviendo a la crónica de la carrera, según se acercaba la hora de la salida era fácil adivinar la elevada participación en la prueba. La avenida acogía, sin duda, a más de 2000 corredores y el ambiente recordaba a las grandes carreras de la provincia. Había ganas de empezar a correr.


Después de la salida de corredores en silla de ruedas empezábamos a correr el resto de participantes. Era fácil dejarse llevar y acelerar sin control, en esos primeros metros. Cuesta abajo hasta la costa y animado por el efecto dorsal después de un mes sin correr nada oficial, no era difícil moverse a más de 5'/km acompañado de Ramón mientras comentábamos la carrera.

Al empezar a correr junto al mar ya se podía adivinar la dificultad de la carrera, en cuanto a distancia. A lo lejos, todavía entre la niebla, se podía ver parte de Gran Alacant, a muchos km de distancia, sin ser en absoluto esa zona el final de la carrera. Todavía tendríamos que rodearla para llegar a la meta.

Con un recorrido como aquel, con la salida y la meta en los extremos del circuito, sin cambios de sentido, se podía apreciar mejor la dureza de pruebas como el medio maratón (apenas 600m más de los que correríamos aquella mañana). Era una distancia imponente, por mucho que ya la conociera o incluso la hubiera doblado varias veces.

Tal vez eso, precisamente, ver tan lejos el final, o las malas sensaciones que iban apareciendo en el estómago por una cena totalmente fuera de lugar el sábado, o el cansancio acumulado de la natación, o la vista de un circuito en absoluto tan llano como el anunciado, plagado de falsos llanos... No sé por qué, pero poco después del km 7 u 8, sentí que me costaba muchísimo mantenerme a 5'/km y viendo a Ramón y a un amigo suyo que se unió a nuestro pequeño grupo, sobrados y pudiendo correr sin problema mucho más rápidos, tal vez me agobié y empecé a sentirme muy flojo, incapaz de aguantar aquella velocidad.

Habíamos pasado el puente del desvío a Urbanova o Torrellano, dejado atrás el falso llano hasta la EUIPO, y más de una vez había dejado caer a mis acompañantes que tal vez tendría que bajar el ritmo. Me sentía fatal, por ser una carga para el grupo, por más que Ramón me repitiera que él solo quería acumular distancia y que hiciéramos la carrera juntos.



No quería amargarles la carrera, pero sentía que no iba a poder aguantar a aquella velocidad más allá del km 10. Ramón iba animándome todo el rato, describiendo el recorrido y avisando de cómo iba a ir apareciendo el perfil a nuestros pies. Ahora el falso llano por Urbanova, luego subida aquí o allá, descanso más adelante en llano...
Entre sus ánimos y el paisaje, algo que para alguien que no fuera de Alicante seguro que suponía un espectáculo visual, con muchísimos km de mar a la vista en una mañana despejada y soleada pero fresca, intentaba mentalizarme y sobreponerme al pinchazo psicológico que atravesaba. Recordaba que el domingo anterior había podido correr 17km a aquella velocidad sin ninguna dificultad, sintiéndome con fuerzas para dar mucho más, y me sentía impotente ante el bajón físico durante la carrera. ¿Qué estaba sucediendo?

No había mucho público en el circuito, al recorrer carretera nacional sin mucha edificación durante casi todo el trayecto, pero éramos tantos corredores sobre el asfalto y cada pocos km había voluntarios animando, percusión, música... que no había posibilidad de aburrirnos, por suerte para mí.

La entrada a Arenales fue dura, tal como avisaba Ramón. Llevábamos algo más de 10km en las piernas y mi ánimo estaba cada vez más por los suelos. La rampa de entrada a la zona de la playa se pegó bien a las piernas y sentí que necesitaba bajar a 5:30/km si quería llegar vivo a Santa Pola.



Me notaba cansado, pero tomar un gel estaba más que descartado hacía un par de km El estómago protestaba por la cena de la noche anterior y no quería jugármela. Si el gel me sentaba mal, podría suponer mi retirada, lo sentía.

Ramón seguía animando. El paseo de la playa de Arenales debía ser cómodo, anunció, y permitir guardar fuerzas para la subida poco después del Carabassí, último tramo complicado, según él, conocedor de la zona al haber entrenado varias veces un recorrido similar.

No se equivocaba. Si la subida de entrada a Arenales había picado, en aquel punto de la carrera, con 15km en las piernas ya, tocaba afrontar una subida con algo menos de pendiente, pero de más distancia.



Algo cambió en este punto del circuito, para mi sorpresa. Me di cuenta de que, aunque estaba protestando desde el km 8, el ritmo no había bajado lo más mínimo. La media de la carrera se mantenía por encima de los 5'/km a pesar de las malas sensaciones. Hablando con una corredora que se puso a nuestro paso unos cuantos cientos de metros, olvidé el ritmo, la dificultad de la carrera, la distancia, lo lejos que estaba todavía la meta.



Sin darnos cuenta, incluso cuesta arriba, estábamos subiendo el ritmo y cuando se inició la bajada empecé a ver claro el final, por primera vez aquella mañana.
No había piernas para acelerar mucho más, pero entre mi inesperada "resurrección" psicológica y los ánimos y explicaciones de Ramón, que ya me avisaba de que el resto del circuito era llano, empecé a tener claro que llegaría a la meta sin problema al ritmo que llevábamos.

Gracias por la foto, Raúl Ortiz :)


Las vistas seguían siendo puro espectáculo, con la isla de Tabarca perfectamente visible en el horizonte, recordándome travesías pasadas como Tabarca-Sta.Pola o la vuelta a Tabarca de Oceanman, tan duras como gratificantes en su día.
Mentalmente terminé de rehacerme cuando apareció en el camino la zona de la cadena, ya metidos de lleno en Sta.Pola del Este.
De repente estaba corriendo en el extremo del circuito de la media de Santa Pola, justo en el giro hacia la única cuesta de su recorrido (por suerte, no subiríamos por la rampa de la media, pensé)

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Ahí me premié mentalmente por el esfuerzo acumulado hasta el momento. A primera hora de la mañana estaba en el centro de Alicante y en ese punto, 18km después, estaba en Santa Pola. Había que felicitarse.

Correr después de tanto tiempo por aquel paseo, en sentido contrario a la media, me animó, aunque las piernas pedían retirada cada vez con más intensidad. A falta de unos 1000 metros quise acelerar, pero no aguanté más de 500. Entrábamos, además, en una zona de arena en la que apareció un arco que confundí con el de meta. Un giro a la derecha nos devolvía al asfalto y, ahí sí, a la moqueta que nos llevaba al arco final.



Paraba el reloj en 1:42:35, 1:41:43 real, dejando el ritmo medio de la carrera en 4:56/km, algo por lo que no habría apostado en el km 8 cuando pensaba casi en la retirada. La clasificación, además, me devolvía a la realidad y borraba mi visión pesimista de la carrera. Había adelantado posiciones desde el arranque y había terminado el 724 de 2471 llegados a meta, 695 de 1966 hombres y 292 de 842 en mi categoría. Para lo mal que me había sentido y la escasa preparación específica para la carrera la cosa había ido bastante bien. Había que estar contento y, sobre todo, agradecido a mi amigo Ramón, que sacrificó su ritmo (podía haber corrido, seguro, a 4:40/km sin problema) para acompañarme y darme ánimos durante todo el recorrido.






Antes de volver a Alicante en uno de los autobuses de la organización pude saludar en la meta a Dimas, Juan Quiles, a nuestro inesperado compañero de carrera, amigo de Ramón, que se quedó atrás en Arenales, conocer al gran Vicente Baños... Todos coincidíamos en nuestra percepción de la prueba. Era un carrerón. Poder disfrutar de un recorrido como aquel era un regalo (bueno, en realidad no tanto, que la carrera no es barata precisamente, a no ser que compres el pack con el MM.Sta.Pola)

Se formó un cuello de botella en la zona de avituallamiento que retrasó bastante la salida de la zona de meta, al haber, en mi opinión, pocos voluntarios y solo un lado de la calle para atendernos. Tampoco hubiera estado mal avituallamientos a ambos lados de la carretera y más voluntarios dando agua en ellos, pues en todos hubo algo de atasco y tropiezos. También escuché comentarios y he visto fotos de caídas en la meta por obstáculos en la carretera que no eran visibles al estar cubiertos por la moqueta (esto sí que me parece grave), además de colas y caos en algunos camiones de guardarropa en la meta (yo no sufrí este problema). La recogida de basura también parece haber sido un punto negativo para la organización, según cuentan vecinos de Arenales o Urbanova, que todavía hoy encuentran restos de geles y botellas en todo el recorrido de la carrera.
Todo ello fácilmente solucionable en la próxima edición, sin duda, en la que seguro sube la participación, ya que lo bueno, que lo hay, por supuesto, compensa todo lo negativo que pudiéramos ver.
Recorrido increíble (que no os "engañen" como a mí. No es montaña, pero falsos llanos y alguna cuesta sí que hay. Nada de "circuito plano"), fluidez en la salida, sin problema a la hora de recoger dorsales ni bolsa del corredor, autobuses frecuentes devolviendo a los corredores a la zona de salida en Alicante, avituallamientos con agua, geles y bebida isotónica, medalla atractiva (no me suelo fijar en esto, pero esta medalla me gustó mucho) La carrera lo tiene todo para convertirse en clásica y atraer cada vez a más corredores.



Por mi parte, tendrá que pasar mucho tiempo antes de liarme otra vez para correr tantos km. No me apetece ahora mismo acumular tanta distancia semanal, las tiradas largas me dan muchísima pereza y debo centrarme en la natación si quiero afrontar con unas garantías mínimas los retos que me he planteado para mayo. Aunque mis compañeros de Aquatic hablan del asunto con una normalidad asombrosa, yo sigo creyendo que poder con una distancia como los 9000 de la travesía de Santa Faz, sin pensar en ritmos, por supuesto, yendo solo a cubrir la distancia, es un asunto muy serio y que hay que preparar a conciencia.

Por el camino van a caer carreras, eso sí, pero de 5 o 10km y con un nivel de auto exigencia acorde a lo entrenado, que no será mucho, igual que estos dos últimos meses. Tengo a la vista ya mi próxima carrera, los 10k de Los Montesinos, el día 25, una fecha especial pues el día 22 hará 10 años desde que me puse mi primer dorsal para correr y me la voy a tomar como celebración, como 10º aniversario de corredor popular (de vértigo, cómo pasa el tiempo oigan)

Hasta entonces, más natación que carrera (que no la abandono, en absoluto) y control master en Petrel el día 18 para ver si se puede seguir arañando segundos a mis tiempos de 50 y 200 libres.

A lo lejos, ya están a la vista las San Silvestres a nado en Arenales y corriendo en Crevillente y para el año que viene... ya se verá. Según se acerque la fecha de la travesía de Santa Faz imagino que el entrenamiento acuático irá ganando peso en el planning semanal.

Os cuento cómo va todo en la próxima entrada del blog.
Gracias por estar ahí.
Saludos.

Comentarios

  1. Tete, era algo mental y lo sabías Espero que podamos vernos en más a ver si concretamos un entrenamiento acuático antes de Navidad, que tengo dos liadas ahí

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    1. Parece que sí, que era todo mental. Gracias por todo, de verdad. Maldita cabeza... Respecto al agua, hecho :)

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  2. Vaya crónica más currada Jordi!! tengo mucho que aprender ;) Cada vez te veo más en forma! Lo de la cabeza yo lo sufrí hace poco y solo queda pelearnos con nosotros mismo jeje. Veo que esta vez le ganaste. Enhorabuena

    Nos veremos pronto en alguna seguro. Cuídate!

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    1. No aprendas mucho de mí jajaj que suelto muchas veces unas parrafadas aquí que... jajaj Fue duro pero gratificante al final viendo que había ganado la batalla al bajón anímico. Con todas las inscripciones de ayer y hoy, hay muchas probabilidades de que coincidamos pronto en alguna jajaja

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