TRAIL DE PRIMAVERA - CONFRIDES 2024


11 de mayo y toca acabar el circuito Trail de La Marina en Confrides y su medio maratón. La idea hasta enero era finalizar el circuito tomándome la revancha del maratón fallido del 2022, pero he flojeado en motivación y acumulación de entrenamientos y llego a Confrides teniendo claro que he tomado la decisión correcta. Ya me vengaré, me repito, mientras veo a los maratonianos tomar la salida, pues he llegado con mucha antelación con Rafa para poder aparcar lo mejor posible, sabiendo lo pequeña que es esta población de La Marina y que, incluso madrugando, tocaría dejar el coche fuera del pueblo en la cuneta.

Vemos salir a Sera, que hace el maratón en modo entrenamiento para pruebas más largas y duras, saludo a lo lejos a Miguel, que participa con esa misma filosofía esa mañana y a la cafetería a espabilarnos y reposar un rato, disfrutando del ambiente previo al medio maratón. Una prueba que, a diferencia de otras del circuito, tiene una elevada participación en las dos modalidades, muy por encima de los 150 - 200 corredores.

En la cafetería puedo saludar a Sergio y Agulló, de Km a Km, a los que no recuerdo la última vez que vi a la carrera y con los que charlamos un rato comentando pruebas pasadas y futuras, metemos alguna caloría más en el cuerpo, pues el desayuno queda lejos ya, habiendo cogido carretera antes de las 6:00AM y al coche a prepararnos.



Sin ser el día caluroso que recuerdo del 2022, todo apunta a que a partir de las 11 las temperaturas serán altas. Cuánto ganaría, me digo, un circuitazo como el de Confrides si fuera tan solo un mes antes, sobre todo para los que se enfrentan al maratón.

Salida puntual, ambientadísima, desde la plaza, y cuesta abajo empezamos a correr entre, adivino, unos 300 participantes como mínimo. He acumulado entrenamientos buenos en las últimas semanas y me encuentro descansado, a pesar del madrugón. Sin quererlo, el ritmo se queda a 4:40/km cuando termina la primera bajada y pasa el primer 1000. Toca subir asfalto durante otro km más, ganando 130m y calentando ya las piernas, con la carrera bien estirada desde ese momento.

Me cruzo con Antonio Torregrosa, de A To Trapo, que en su día me ayudó en lo que pudo antes de que me retirara de Confrides en 2022, y vamos comentando la carrera y cómo le va en su nueva ciudad de trabajo, Tarragona, en cuanto a entrenamientos montañeros. Disfruto de la charla, pero el ritmo de Antonio es muy superior al mío y debo quedarme atrás cuando terminamos casi sin darnos cuenta una larga bajada de asfalto y pista cómoda que ya nos deja en la gran subida de la carrera, unos 4km que nos meterán de lleno en La Serrella y nos llevarán a la Penya L'Heura.


Los primeros 2km pasan por una zona a la sombra, entre dos elevaciones que no alcanzo a identificar, y que recuerdo muy bien de mi paso por allí hace dos años. Tengo la sensación de estar subiendo con más rapidez y comodidad que entonces, pero como no tengo que meterme 42km en las patas, creo que no estoy jugándomela demasiado y que puedo mantener el ritmo sin pagarlo en los últimos km. He visto el perfil y sé que, después de esta primera subida inicial, el camino hasta Pla de La Casa no debe ser complicado y que, superado el repecho de subida hasta lo alto de esa zona, hay una larguísima bajada para recuperar, con una subida de 1km aproximadamente al final para llegar a Confrides. Puedo seguir a este paso, me digo, y casi sin sentir llego a la segunda parte de la subida, la más dura. Saco los bastones y tiro para arriba a buen ritmo, disfrutando de las vistas y girándome a veces para ver Aitana a mi espalda. El repecho pica lo suyo en el último tramo, pero, otra vez, tengo la sensación de que los km pasan rápido y que lo llevo bien. Hay un pequeño descanso de unos 300m justo después del avituallamiento, de camino llano, y aprovecho para tomar aire, beber, comer un dátil y ver con calma el camino a seguir, porque el único voluntario que hay en el cruce no parece suficiente para indicarnos que no debemos tomar el primer camino a nuestra derecha, sino que debemos ir por el siguiente para cubrir un bucle de unos 3km que nos dejará después en ese mismo punto para, entonces sí, ir para abajo. Qué fácil es equivocarse aquí, me digo, y dejar de hacer 3km y unos cuantos metros de desnivel.

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Llego a este bucle con miedo en el cuerpo, pues diría que, en el 2022, por esta zona, una mala pisada me dejó el tobillo dolorido y la sensación de que algo se había roto, condicionando muchísimo la carrera de aquella mañana. Para mi sorpresa, me muevo con comodidad, aunque el terreno es técnico, como recordaba. Avanzo más rápido de lo esperado, sigo disfrutando de las impresionantes vistas de la zona y me planto de nuevo en el inicio del bucle notando otra vez que el tiempo y los km pasan muy rápido.

Alcanzo a Agulló, jefazo de Km a Km, y cubrimos parte de la larga bajada juntos comentando la carrera y todas las pruebas buenísimas que organiza su club en Elche. Nos plantamos en un momento en el Collado Borrell y ya tenemos delante la última subida con pendiente elevada de la carrera, hacia Pla de La Casa. Van 12km y me encuentro muy bien. Recuerdo mi estado en ese mismo punto en 2022, con veintipocos kms en las piernas, creo, notándome muy cansado y saludando allí a Marcos de GAME Elche, y verme en el mismo sitio mucho más animado y con fuerzas me sube la moral. No era día hoy de maratón, me repito, y sí de finalizar el circuito en una media como la de Confrides disfrutándola a tope.



Dejo atrás a Agulló, que dice que no me puede seguir, aunque yo creo que está fuerte y que sí podría acompañarme. Saco bastones de nuevo, aunque solo sea para 500m de subida, pues tendremos pendiente en algún momento cercana al 50%, dejo pasar a algunos maratonianos que incluso habiendo salido 1h antes que nosotros y llevar más km ya están pasándonos a todo trapo y subo rápido, ganando varias posiciones.

Coronar Pla de La Casa sin sensación de muerte como en 2022 me hace disfrutar como un enano de aquella zona. Qué bonito es todo, qué vistas y qué bien viene el km casi llano que se sigue por la zona antes de empezar a bajar.

El inicio del descenso, como recordaba, exige una buena técnica de carrera que no tengo, y dudando si bajar con bastones o sin ellos, resbalando a veces aquí o allá, dejando pasar (como siempre) a corredores más expertos, en una zancada mal calculada me voy de culo y apoyo la mano en una rama espinosa. Los guantes me salvan la mano y me levanto sintiendo todo en su sitio. Decido bajar algo más lento, pero seguro, y me alegro como nunca de no haber elegido el maratón cuando veo el desvío de la carrera larga, recordando que allí, hacía dos años, ya empezaba a tener claro que no terminaría el maratón.


La bajada se vuelve más cómoda y corredera. Me salgo del camino sin saber muy bien cómo ni por qué, pero lo retomo enseguida gracias a Agulló, que me adelanta por el sendero correcto y me avisa, por la Penya del Corb.

Sobre el km 15 aparece un desvío que tira a los maratonianos hacia un lado y a los corredores de la media hacia otro. No está claro cuál es el camino correcto para cada uno y sigo a un par de corredores, pero al escuchar gritos de otros participantes avisándonos desde lo alto (no fuimos los únicos que nos equivocamos, creo) y ver en mi Garmin que gracias a llevar el track de la prueba en seguimiento me avisa de que me he salido de la ruta, retrocedo hasta el cruce y tomo el camino correcto, sin entender muy bien cómo no hay un voluntario en aquella zona donde nos hemos equivocado tantos y, según me cuentan algunos corredores, otros años ya ha pasado lo mismo.





Pierdo algún puesto en la bajada, pero cuando la pendiente se suaviza recupero terreno y corro con rapidez. Me quedo unos metros por delante de una corredora de Trencacames que me pregunta si queda mucho para el avituallamiento, ya que se nota al borde de la rampa y necesita beber y tomar algo. Ofrezco de mi reserva de geles y sales, de los que no he tomado ni uno y que sé que sobrarán, pero sabiendo, como le digo, que el km 17.5 y su avituallamiento están cerca, la chica prefiere esperar y se queda corriendo detrás de mí a unos 50m.

Me doy relevos con un corredor a lo largo de un par de zetas largas y llegamos al avituallamiento. Bebo, pues el calor empieza a notarse y ya hemos pasado por alguna zona con bolsas de aire caliente bastante molesto, y retomo la marcha. En un desvío me paso una cinta que cortaba el camino y no giro, algo de lo que la corredora de Trencacames me avisa desde el sendero correcto a lo lejos, a tiempo para que pueda deshacer camino y seguir el trazado de la carrera. Bajo casi en solitario, dándome relevos ahora con otra chica de Trencacames, con la que comento a ratos la carrera, estando ya ambos algo cansados y empezando a sufrir el calor.

En el mismo punto en el que bajábamos del km 3 al 4 ahora subimos del km 18 al 19. Me vuelvo a equivocar en un cruce y, de nuevo, una corredora de Trencacames (mi compañera de los últimos relevos) sale en mi ayuda y me corrige a tiempo. La alcanzo rápidamente, aprovechando la bajada hacia L'Abdet, y me vuelvo a dar algún relevo con ella y otro corredor que, dice, ir mal, pero que lleva un ritmo imposible de seguir. Comentamos lo duro que va a ser subir a Confrides, algo que ya se puede intuir al llegar a L'Abdet y callejear un poco, adivinando la situación de Confrides unos 150m por encima de nosotros.

L'Abdet

Salimos del asfalto abdetero por un camino que parece atravesar fincas particulares y sus campos de cultivo para cubrir un sendero incómodo de correr con los km que llevo en las piernas. El calor aprieta y cada vez que miro a lo alto me doy cuenta de que volver a Confrides, cuesta arriba, va a picar.

El compañero que se notaba casi con rampas me adelanta y se pierde sin que pueda seguirle. La chica de Trencacames, me sigue de cerca, acelerando cuando yo lo hago, intentando no quedarse atrás. ¿Estará haciendo la mía, lo de tomarme como referencia como yo lo he hecho con otros corredores otras veces, esperando darme el hachazo final? Me pico un poco y me digo que no debo ser adelantado por la joven y subo un poco el ritmo, pero allá por el medio maratón cruzamos la carretera y la famosa subidita a Confrides aparece y toca frenar. No mentían, me digo, cuando avisaban de que el último repecho de la carrera podía pegarse bien. Me imagino a mí mismo en 2022 en esa misma zona, con 40km en las piernas, y no me cuesta verme gateando para subir aquello.

Subo como puedo, bastones en mano, sufriendo el calor más que en ningún otro momento de la carrera, pensando en los maratonianos que pasarán por allí horas después con temperaturas más altas todavía. Alcanzo a ver lo que creo que es la torre de la iglesia en el centro del pueblo, en lo alto, viendo que todavía quedan unos cuantos metros por subir.

Me quedo al paso de Agulló de nuevo, que ha flojeado al final, y vuelvo a echar unos metros de charreta con él, algo que hace la subida más amena. Alcanzo a mi primera acompañante de Trencacames, que revivió en el avituallamiento del 17 cuando la dejé, pero que ahora sufre como todos el último repecho de la carrera.

Tocamos por fin el asfalto de Confrides y la pendiente se suaviza. Me animo a trotar incluso cuesta arriba unos metros con uno de los corredores con los que me di relevos en las zetas largas del 16 y 17 y parece que se pica conmigo y acelera a tope en ese punto, cuando yo me ofrecía a ir con él a buen ritmo hasta el final, hablando como íbamos.

Le sigo y acelero también, hasta el giro a izquierda que nos deja en el rampón inhumano que sube al centro del pueblo. Le animo con ironía a acelerar ahí, si se atreve, mientras me paro a caminar y él hace lo mismo. Cuando la pendiente se suaviza, le animo a seguirme, sabiendo que ya tenemos la carrera hecha, y acelero a tope. No me sigue, pero no paro, pues el ambiente cercano a la meta invita a darlo todo, y consigo acelerar todavía más en los últimos metros parando el reloj en 3:18:34, 3.18:49 oficial, 163 entre 384 participantes, 148 de 322 hombres, 57 de 110 veteranos. En cuanto al circuito, acabado con esta prueba, completo sus 14 carreras acabando el 28 de 138 y 12 de 66 en mi categoría.



Saludo en la meta al compañero no-enrampado con el que me fui dando relevos, al joven fotógrafo de Horitzó fotografía, que no ha ido muy por delante de mí, creo, por seguir o esperar a su pareja (si no, imposible que me saque tan poco), a Agulló y llego a tiempo de agradecer a la corredora de Trancacames sus avisos que evitaron que me perdiera. Me reúno con Rafa, que sigue haciendo carreras espectaculares y damos buena cuenta del buenísimo avituallamiento final que montan en Confrides.



Ha sido un circuito duro de cumplir, obligando muchas veces a juntar demasiadas pruebas en poco tiempo, pero ha merecido la pena. Excepto alguna a la que no creo que vuelva nunca (me ha marcado negativamente Ondara, por terreno, paisaje y sensaciones horribles mías allí), las 14 carreras del circuito merecen la pena y seguro que volveré a alguna más de una vez, aunque me centraré la siguiente temporada en pruebas que no conozco y que por seguir el circuito este año se han quedado fuera de mi calendario.

Ahora, a pensar en Valle de Tena y, antes que nada, esperar que las molestias del poplíteo izquierdo (sí, es un músculo y sí, fácil de lesionar) desaparezcan después de una dolorosa sesión de EPI que me ha dejado fuera de Xosses de Crevillent este fin de semana, pero que parece que han arreglado un poco el problema. 3 meses por delante para intentar sobrevivir a una carrera que promete ser tan dura como atractiva.

Os cuento cómo va todo en la próxima entrega del blog, que no descarto que sea de alguna carrera veraniega previa a Valle de Tena.

Nos leemos pronto.

Cuidaos.




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