BERNIA MOSCATEL TRAIL XALÓ 2023 CTM


Los que conocen Xaló y su Trail, carrera que este año es la tercera etapa del circuito Trail de La Marina 23-24, ya me lo habían advertido. Carrera dura, técnica como la que más (el terreno más técnico de todo el circuito, dicen) y para ir con mucha calma y cuidado en sus dos puntos más altos, después de dos subidas imponentes con sus correspondientes bajadas también muy pedregosas y en absoluto correderas. Todo en mi contra, con mi torpeza en esos terrenos y mi poco/nada pulida técnica de carrera montañera.
Se une a todo esto el hecho de estar los dos días previos a la carrera con un constipado que, aunque no parece grave, sin fiebre ni congestión nasal excesiva, sí que molesta un poco en cabeza y garganta. ¿Me tira para atrás esto y no voy? En absoluto (facepalm). No toso, no respiro mal... Imagino que no estoy para darlo todo y me propongo tomármelo como entrenamiento, así que al lío. Madrugón y una hora antes del inicio a las 8:30 del domingo ya estoy aparcado y recogiendo el dorsal y la camiseta.









Para la poca participación que he visto en la lista de inscritos en el Trail largo, la salida está muy animada, así que probablemente, como hace dos semanas, la versión corta de la carrera ha tenido más poder de convocatoria. Parece que ha habido algo de retraso en la entrega de dorsales y tal vez salgamos más tarde, pero lo solucionan rápidamente y solo tenemos que esperar 5' de más para arrancar desde el centro de Xaló hacia la montaña. Me sitúo en los últimos puestos. Ya que pienso hacer una carrera más lenta de lo habitual, prefiero ir ganando alguna posición según avance la carrera, si puedo, que ir perdiendo puestos rápidamente, pero mi cuerpo hoy está a otras cosas. El resfriado que yo pensaba que no me estaba afectando en exceso parece que me ha dejado el cuerpo más cansado de lo esperado. No troto con comodidad en el primer km llano que nos lleva hacia la zona de el Tassolet, una pequeña zona verde al oeste del pueblo con merenderos y juegos para los chiquillos.





Tenía pensado rodar rápido en este tramo, por lo que había visto en el mapa, pero las piernas no funcionan. Me canso demasiado rápido, y cuando cogemos camino a la sierra de Devesa, primero por asfalto y cemento y después por pista forestal amplia, veo claramente que estoy en problemas. Este tipo de rampas las correría cualquier otro fin de semana, pero en mi estado, es imposible aguantar ni 100-200m al ritmo que esperaría correr. El resfriado, sin taponar nariz ni garganta, sí que las ha irritado lo suficiente para que cuando la respiración se acelere todo el recorrido del aire me queme por dentro. Mal vamos, si esto va a así y no llevo ni 5km y no he pisado todavía la parte complicada "de verdad" de la carrera.

Ganamos altura poco a poco, sin brusquedad, por senda estrecha, pero corrible para quien no esté reventado como yo y los repechos más fuertes, cortos, dan paso a camino menos inclinado y corredero para descansar un poco. Me fijo en referencias de otras carreras, corredores y corredoras que me resultan familiares y que me suena que suelen estar a mi paso o más lento en otras carreras. Los veo alejarse, reflejo claro, seguramente, de mi flojera actual, pero no puedo hacer nada para seguirlos ni creo que deba hacerlo. Había pensado en el inicio de la subida que rodando los primeros metros entraría en calor y la cosa mejoraría, pero me equivoco. Agobiándome un poco por las malas sensaciones llego al primer descanso un poco largo de la carrera, una bajada hacia el primer avituallamiento, Devesa-Barranc del Negre.
Confiaba en bajar rápido, pero aunque el camino lo permite los músculos se sienten pesados y la fatiga se nota demasiado, así que me dejo caer sin acelerar mucho.
En el avituallamiento tal vez no tengo tanta sed como para parar y beber, pero lo utilizo como excusa para tomar aire, hablar con los voluntarios y aclarar las ideas. Tengo por delante la subida a la Serra del Ferrer en la que, según el mapa y algún vídeo que he visto, parece que toca sufrir un rato largo, ganando unos 450m de altura en apenas 2.2 km, así que retomo la marcha con calma.
Reducir el ritmo hace que la respiración moleste menos y empiezo a encontrarme mejor, aunque cansado igualmente.
Delante de mí veo dos crestas. A mi derecha una pedregosa, rocosa, a la que espero no tener que ir, dirección Coll de Rates. A la izquierda, la subida que finalmente tomamos. Camino estrecho al principio, con unos 500m iniciales en los que se gana rápidamente altura, y una pendiente brutal después, que obliga casi a gatear cuesta arriba. En muchos tramos, las pisadas de los corredores de delante suponen el único apoyo para los pies, en zona de tierra y piedra suelta que hace pensar que los que tengo detrás pueden llevarse algún que otro golpe por lo que pueda dejarles caer yo.
Aparecen en el camino un par de cuerdas. ¿Las típicas que dejaría pasar en otra ocasión por ser más "quitamiedos" que útiles? En absoluto. En un par de tramos son casi imprescindibles para superar la pendiente y ganar altura.






A pesar de todo esto, lo estoy pasando bien, al fin. No subo mal del todo y me voy acercando a grupos más adelantados. Terminamos lo peor de la subida allá por el 6.5 y llega el tramo que más temía, el primer cresteo hacia lo alto de la sierra. ¡Vaya vistas! Las montañas cercanas, la costa a lo lejos, el peñón de Ifach asomando en un extremo... Pararía a echar una foto, en otra situación, pero el terreno exige estar concentrado en el suelo y en trepar y crestear durante unos 800m, en los que, de subida, mantengo posiciones y al ir más lento, como exige esta parte del recorrido, me recupero un poco.

Alcanzamos el punto más alto del circuito, por fin, y durante unos metros llaneamos en terreno incómodo. En la zona soleada se está bien, pero en la umbría el viento sopla fuerte y frío, haciendo más incómodo todavía el cresteo. No tardamos en empezar a bajar, en un tramo al que tenía algo de miedo por unos vídeos que vi de corredores reconociendo la zona, pero que, aun siendo muy técnico, supero con calma y poco a poco, perdiendo posiciones rápidamente, pero sabiendo que hay unos 4.5km de descenso y que no tardaré en coger camino cómodo, en el que espero poder recuperar puestos sacando el asfaltero que habita en mí todavía.




Me equivoco ¡y de qué manera! Cuando el camino se convierte en claramente corrible, la fatiga vuelve a notarse, la respiración vuelve a molestar y parece que el oxígeno no llega al 100% a los pulmones. Voy solo, en una larga pista cada vez más fea, pero corredera, en la que no me la juego a correr más rápido porque ni puedo ni quiero que el cansancio me haga levantar poco los pies y caer en un tramo sin ninguna dificultad.
Aparece en el camino la bodega-museo de Masserof y otro avituallamiento, en el que bebo tranquilamente y como un poco. Arranco y se me ocurre mirar el reloj, no para ver el tiempo transcurrido, si no la distancia. ¿Poco más de 10km? Me hundo anímicamente. No llevo ni media carrera y el cuerpo parece que lleve corriendo el doble. Me consuelo pensando que todavía tengo km de bajada y me obligo a pensar que es un entrenamiento y que no me voy a ver normalmente ni tan reventado ni en un terreno tan jodido, que esto es entrenamiento mental también.


El final de la bajada ya está cerca, y el paisaje ha mejorado un poco, entre montaña de nuevo y con más vegetación, y aparece el tercer avituallamiento. Siento que aquí sí necesito beber mucho y meter azúcar e hidratos al cuerpo, así que descanso y recupero un poco. Sé que quedan por delante dos subidas, una complicada, en breve, y otra para acabar, muchísimo más suave y corta que ninguna. Espero que las rampas en las patas no se unan a la fiesta para ponérmelo más difícil todavía de lo que ya está siendo y me pongo en marcha. Primero para acabar la bajada, donde parece que los de la carrera corta se van ya hacia el pueblo, y luego para cambiar de sentido en ese punto cuesta arriba de nuevo, otra vez ya en terreno montañero.
No voy nada mal subiendo, a pesar de todo, y me acerco de nuevo a corredores solitarios o grupos de corredores que me adelantaron de bajada hace algunos km ya. Me ceden el paso y comentamos la carrera y les aseguro que nos vamos a ver de bajada y que me superarán.

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No voy mal en esta subida de la Penya La Mica, hasta que el terreno se vuelve vertical y rocoso, casi de escalada. Me pongo casi al paso de mis referencias de principio de carrera, las corredoras y corredores que tengo "fichados" para hacerme una idea de cómo voy, pero cuando toca escalar, directamente, en un paso en el que tal vez sí que haría falta una de esas cuerdas que vimos en la Devessa, pierdo por completo referencias y me quedo solo.
Trepo como puedo, saludo al fotógrafo de Fotonad  y me sorprendo por lo complicado que es el terreno. No contaba con que el peor cresteo de la carrera se encontrara aquí. La cima de Oltà es un paseo, comparado con lo que tengo bajo los pies. No hay quien dé dos zancadas buenas, el viento sopla fuerte y cuesta mucho encontrar apoyos buenos para seguir el camino señalizado por las cintas que indican el trayecto correcto.






Casi caigo en muchos tramos del cresteo y en un par de ocasiones el culo va a tierra. Lo del lapiaz aquí es increíble, casi imposible ni de caminar. No entiendo cómo hay nadie que pueda correr esto y voy lentísimo, con mucho miedo a una torcedura, recordando mi tropiezo de Confrides el año pasado o lo complicada que fue la cima del Trail de Calpe.
¿Parecía duro el cresteo?¿Largo y lento? Nada como lo que encuentro a la hora de empezar a bajar. Veo muy lejos y muy abajo a los que hace nada tenía delante. Me imagino alcanzado por el corredor escoba y toca hacer un esfuerzo mental muy grande para no terminar de petar anímicamente. Voy solísimo, así que la bajada, de nuevo técnica y peligrosa para mi torpeza habitual y flojera esta mañana, es lenta y me hace perder más y más tiempo. Todavía me dejo 2 o 3 posiciones más en mi vía crucis por la roca jalonense, pero ya me da todo igual. Acabe cómo y cuándo acabe no me importa, a estas alturas. Con no lesionarme bajando me basta.
Al final del descenso bebo otra vez en el último avituallamiento y sé que ya lo tengo hecho. Toca subir suavemente hacia Devesa por camino cómodo, después girar hacia el Tassolet y pasar por el km 2.5, pero ya en el 18.5-19 y deshacer el camino iniciado hace... ¡madre mía, más de 3h 20 ya!

Aunque estoy corriendo por el mismo sitio por el que empecé, debía ir tan absorto en las malas sensaciones que no me suena de nada todo lo que voy bajando. He recuperado 3-4 puestos, incluido un corredor con el que me había dado relevos pero que en el último adelantamiento me ha deseado suerte y no ha seguido corriendo, limitándose a caminar, pues en una caída se ha hecho daño en una mano y su dedo meñique tiene toda la pinta de estar roto. Va con tlf. en mano y está organizando la retirada. No me necesita así que me despido y sigo mi lastimero camino.
En el Tassolet estoy tan reventado que me salgo de la ruta perfectamente señalada y una chica que me sigue también se confunde, pero ella sí ve la cinta más arriba y me corrige. ¿No llega nunca la meta?
Por fin, ahora sí, llego a camino conocido, ya en cemento y asfalto hacia la línea de llegada. Acelero al ver el reloj, pues el tiempo final va a ser tan flojo que igual si consigo bajar de 3:40 no parecerá tan malo, pienso estúpidamente.






No lo consigo, y paro exhausto el crono en 3:40, alucinando en el fondo por haber llegado vivo a la meta. La carrera está muy bien montada y el avituallamiento final está a la altura, así que no tardo nada en recoger un bocadillo enorme de carne con tomate y bebida, mientras me marcho al coche sin perder mucho tiempo, a cambiarme y entrar en calor, pues el viento lleva un rato siendo muy molesto.
¿Clasificaciones? Lo esperado. 28 por la cola. Esto es, 93 de 121 en la general, 33 de 37 en mi categoría, 82 de 99 hombres. No doy para más y lo acepto deportivamente. No contaba con encontrarme tan mal, tan flojo, así que solo acabarla y no fallar al circuito de La Marina me vale.
¿La carrera? Durísima. Ni estando al 100% me habría movido con comodidad en las zonas técnicas, pero sí habría ganado minutos en muchos tramos perfectamente corribles en los que solo he caminado. No es mi terreno, o no lo es todavía, con solo 2-3 años de rodaje montañero. Tardaré en volver a Jalón, creo, aunque la carrera está organizada de 10 y las vistas y el recorrido, especialmente la primera mitad, son increíbles, un espectáculo natural.





Ahora, a curar bien el resfriado, que remite pero ha dejado paso a una descomposición estomacal que me lleva al WC cada dos por tres, y esperar no llegar muy flojo (llegar, simplemente, espero) a la próxima cita, la Gran Carrera del Mediterráneo el próximo domingo, una prueba que, visto lo visto, me tomaré como tirada larga a ritmo tranquilo sin pensar en marcas de ningún tipo. Daré gracias si dejo el ritmo medio en 5:30/km, creo. Y después, en dos semanas, la 4ª etapa del circuito, Tres Tossals en Gata de Gorgos, en teoría mucho más cómoda y menos dura que la exigente Bèrnia Moscatell Trail de Xaló.

Os cuento cómo va la cosa y si sigo vivo en la próxima entrada del blog.
Cuidaos.

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