CROSS SUBIDA A ORITO 2022

 


Poco después de mis primeras participaciones con dorsal en carreras populares, allá por el 2009-2010, apareció en el calendario el Cross Subida a Orito. Tomé nota mental en su día para participar en alguna edición, pero siempre hubo alguna carrera o competición a nado por el camino que impidió acercarme a Monforte a conocer la que acabó convirtiéndose en una clásica del verano alicantino.

Este año, con todo hecho ya esta temporada (o NO hecho, viendo el fiasco confridino) , iba a dejar las carreras populares de asfalto y de montaña para después del verano, pero la posibilidad de coincidir en Orito con Rafa y Ramón (finalmente no pudieron acudir ninguno de los dos) y las ganas de pisar de nuevo el asfalto compitiendo después de casi un año hicieron que me animara a inscribirme a la subida.

No competía un 10k desde... a saber, y competiciones de asfalto ni me acuerdo, tal vez desde septiembre de 2021 en la Font Roja. Además, no me sentía nada en forma desde mi fallido intento maratoniano de montaña de marzo. Si a todo esto le añadíamos la ola de calor que nos acompañaba hacía días... ¿qué pintaba yo en Monforte un domingo casi de verano ya a las 9:30AM?

Porque... sí. La organización no movía ni 1 minuto la hora de salida por cuestiones logísticas y tocaba salir a correr con la mañana bien avanzada y el sol picando bien temprano.

Contra todas las adversidades, mis ganas de correr esa semana, a pesar de todo. Me apetecía muchísimo probar de nuevo una carrera con ese perfil. 10'5km con un 80% del recorrido en constante subida desde Monforte del Cid hasta Orito, subiendo a su santuario en lo alto de la Sierra de las Águilas. Una carrera, sobre el papel, similar a la subida a la Font Roja o la subida al Santuario de Novelda. Será que con el entrenamiento de montaña le he cogido gusto a las cuestas.

Llegué a Monforte del Cid con mucha antelación para aparcar cerca del pabellón donde daban los dorsales y la camiseta de la carrera y recoger todo y cambiarme tranquilamente. No había mucha gente y un rápido vistazo a la lista de participantes me descubría el motivo. Apenas 50 participantes en la carrera de 10.5km y ni 30 en la de 4.8. Ni sumándole las personas que participarían en modo senderista alcanzábamos los 100. La carrera menos concurrida en la que recordaba haber participado.

¿Podría acercarme al podio de categoría? Rápidamente borre la idea de mi cabeza, al ver que entre los 8 participantes de mi grupo de edad estaba más que claro cuáles serían las tres primeras plazas, por el nivelazo de mis compañeros de carrera cuarentones. No tenía nada que hacer contra ellos, algunos conocidos como Dimas, al que me alegré de saludar después de mucho tiempo sin cruzarnos y con el que pude comentar competiciones pasadas y futuras y achaques de corredor mientras me ponía al corriente de los diferentes tramos del circuito y cómo y dónde se endurecía el perfil según nos acercábamos a Orito.




La mañana había amanecido despejada, pero mucho menos calurosa de lo esperado, lejos de los treinta y tantos grados registrados el sábado por la mañana, quedándose en unos veintiséis y con una brisa agradable que hacía más soportable el calor.

No calenté mucho, lo justo para hablar algo más con Dimas y una bestia del running de Novelda del que no recuerdo el nombre (si no ganó, poco faltó) y descubrir que por allí andaba Juan M.ª Jiménez, bestia del Trail, tremendamente activo en RRSS, que corría también la prueba y había estado el día anterior por allí dando una vuelta de reconocimiento al circuito y como invitado principal en una charla a los participantes entre las actividades previas a la carrera.

Puntual, a las 9:30, el reducidísimo pelotón se situaba tras la línea de salida y con el OK de la policía arrancábamos. La carrera se dirigía rápidamente al polígono industrial de Monforte, rodeando el casco urbano, en un inicio más bien llano donde las piernas no tuvieron problema en ponerme a 4:30/km sin demasiado esfuerzo. Tenía a la vista a Vero Santiana, de Runners Montemar y habitual en los podios de carreras de Alicante, lo que me hacía pensar que tal vez iba demasiado rápido a veces.


Me atreví a adelantarla allá por el km 1.5, habiendo superado la primera mini rampa del circuito, todavía en el polígono industrial y aprovechando la cuesta abajo que salvaba en un paso subterráneo el cruce de la autovía, pero no tardé en ser superado por ella de nuevo poco después.

Era el orden natural de las cosas y me dije que no iba mal si me quedaba a 100-200m de ella, mientras las piernas y las pulsaciones parecían estar bajo control a un ritmo sorprendentemente rápido para lo que esperaba poder dar esa mañana.

Hasta el km 2.5 el perfil era ligeramente favorable y todavía podía rodar rápido, aunque el paisaje empezaba a aburrir un poco, recordando a las partes menos atractivas de la bajada Hondón Aspe, solitario (con tan poca participación a esas alturas el grupo ya estaba muy estirado) y árido, mientras el paso por un parking cuyos techos eran placas solares indicaba el comiendo de la subida sin descanso ya hasta el santuario de Orito.

Las vistas cambiaron un poco, ganando algo de verde, mientras íbamos encontrando a nuestro paso grandes extensiones de viñedos, como no podía ser de otra manera estando en la comarca del Medio Vinalopó. El ritmo cayó y empecé a ser adelantado por algunos corredores. Poco antes del km 4 pasábamos por encima de las vías del AVE por un puente que endurecía el perfil del recorrido un poco más unos instantes. Traté de recuperar terreno en la bajada posterior, pero rápidamente volvíamos a recuperar la constante subida y el ritmo siguió cayendo.

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Había que mantener la cabeza fría, pues el paso por el km 4.5 cerca de la Ermita de la Aparición indicaba la cercanía de la entrada a Orito y ahí el recorrido ganaba dureza "de verdad". El calor empezaba a sentirse demasiado, pero una suave brisa ayudaba a mantener la temperatura no demasiado alta mientras avanzábamos cuesta arriba sin parar hacia el centro de Orito. Para ayudar a mantener la calma y la motivación, por suerte, aparecía al fín algo de público en las aceras de la pedanía, animando, algo que no podía dejar de agradecer a cada uno de los habitantes que salía a dar alguna palabra de aliento.

La gorra empezaba a ser obligatoria, y el faldón de tela sobre el cuello salvaba un poco el cogote de posibles quemaduras (¿de qué servía lleva protector solar en la mochila si olvidabas ponértelo? me decía), mientras llegábamos a la plaza de nuestra Señora de Orito y nos separábamos de la carrera de 4.8km. Un avituallamiento con agua fría y empezaba la subida más dura.

Las piernas ya no daban para más de 5:30/km y la vista del santuario a lo lejos, en lo alto de la sierra, me desanimó un poco. No me encontraba nada fuerte y lo peor estaba por llegar. Si a aquello le añadíamos que cada vez con más frecuencia me adelantaba alguien... Todo jugaba en mi contra.

Recuperé la fuerza moral rápidamente. Algo me decía que aquel costalón corto, pero intenso, que teníamos delante, iba a darme la oportunidad de sacar fuerzas traileras de las piernas y remontar donde los competidores de asfalto probablemente pincharían.

Efectivamente, el recorrido se volvió imposible de correr (para mí), sobre el km 6, y no hubo más remedio que caminar. Para mi sorpresa, no muy lejos de mí, volvían a aparecer corredores que me habían adelantado no hacía mucho y también la primera y segunda mujer de la carrera. Andando y con zancadas largas me lancé a subir como si estuviera en una carrera de montaña. El terreno, en el último tramo, no era muy distinto de un Trail típico de Alicante. Roca, tierra, marca de PR sobre piedras... Hasta llegar a lo alto de la subida, al santuario, en 1km íbamos a subir poco más de 100m, un tramo de carrera que nada tenía que envidiar a muchas de montaña que había corrido.

Allá arriba, el santuario y la silueta de San Pascual
a la derecha grabada en la montaña. Mucho por subir...





Adelanté a varios corredores que necesitaban pararse y me cedían el paso y gané motivación cuando llegué a lo más alto del recorrido y pasé junto al santuario, ya con asfalto bajo los pies.

Cogí agua rápidamente del avituallamiento, puse mi mejor cara a Pascual Cerezo para salir bien en sus fotos y me lancé a toda máquina cuesta abajo, sabiendo que tenía por delante 1km de fuerte bajada, otro en descenso algo más suave y que había un último repecho antes de acabar la carrera.

Dejé atrás a la segunda mujer y tuve a la vista un rato largo a Vero Santiana. El km 7 había pasado a 9'/km como muy rápido, pero la bajada se había ido a 4' cuando pitó el km 8 en el Garmin. No estaba mal, me dije, y traté de no ser superado por la segunda mujer, pero cuando el perfil se volvió algo más llano, aunque todavía en bajada, la gran corredora que ocupaba la segunda plaza femenina me dio caza y no pude seguir su estela.

©Pascual Cerezo ;)


Tocaba correr de nuevo en solitario, pero ya con la meta cerca y los ánimos renovados sentía que la carrera estaba hecha. Como había previsto, aunque pasábamos de nuevo cerca de la plaza y escuchábamos la megafonía de la meta todavía bajaríamos un poco más para retomar la subida que ya habíamos cogido allá por el km 4.5, en este segundo paso ya pitando el km 10 a 4:30 igual que el km 9.

Aquel último repecho se atragantó bien. Solo animaba a seguir fuerte cuesta arriba escuchar al speaker, los ánimos de la gente de Orito y mirar hacia detrás de vez en cuando para no perder ni un puesto más, no fuera que (estúpido orgullo) acabara el último en mi categoría. No tenía a nadie muchos metros atrás, así que me relajé y subí como pude, parando finalmente el reloj (el mío, porque no había cronómetro oficial ni chip, solo voluntarios tomando tiempos manualmente) en 54:35, posición 21 de creo que no más de 50 y 6 de 8 en mi categoría, a falta de ningún tipo de clasificación disponible todavía online, aunque sí la vimos en papel allí.




El avituallamiento ayudaba a reponerse rápidamente. Agua, isotónicos, cocas de sardina, de salchichas, saladas, sandía... Todo lo necesario. Mientras recuperaba el aliento y las fuerzas saludé de nuevo a Dimas, que hacía un tiempazo, pero se quedaba fuera del podio por poco y que se ofrecía (mil gracias) a llevarme a la salida de la carrera, en Monforte, para no esperar al autobús de bajada que ponía la organización.

Supongo que viendo la clasificación hay que estar satisfecho. No hizo tanto calor como esperaba, pero tampoco me noté en forma en tramos donde creo que en otro momento de la temporada habría subido más rápido. En general, a pesar de todo, estaba contento. Me había gustado la carrera, no había acabado tan mal como había imaginado y solo había que lamentar, tal vez, la poca publicidad que habían dado a la carrera, haciendo que la participación fuera tan baja. Una prueba como la de Orito, montada como las de siempre, sin grandes gastos en cronometraje, dando buenos avituallamientos al corredor, una bolsa con una camiseta de 42k más que buena (¿para qué más?), precio ajustado, recorrido desafiante.... debería tener mucha más afluencia y más poder de convocatoria. Ojalá en próximas ediciones suba otra vez la participación y no estemos viéndola ya al borde de la desaparición.


Con el verano empezando en pocas horas sigo soltando el acelerador competitivo y entrenador, sin más objetivos en las próximas semanas que medio mantenerme en forma y dar algo de reposo a las piernas para retomar el entrenamiento después, pensando en Costa Blanca Trails.

Por el camino caerá alguna carrera veraniega más, seguro. Si no pasa nada que lo impida, la siguiente será la subida al Santuario de Novelda, que vuelve al calendario después de dos años.

Tal vez caiga también Hondón-Aspe en agosto, aunque este año la han organizado un jueves por la tarde (¿?) y no sé si el trabajo lo permitirá. A disfrutar las vacaciones deportivas, en cualquier caso, como objetivo principal.

Os cuento cómo va todo en la siguiente entrada del blog.

Cuidaos y disfrutad del verano.

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