TRAVESÍA EMBALSE PUEBLO VIEJO LORIGUILLA Y CROSS 5KM HONDÓN DE LAS NIEVES



Lo hice de nuevo. "¡Oh, una travesía en agosto y en un embalse que pinta muy bien!". Inscrito. "¡Vaya, hace tiempo que no corro en Hondón el Cross de verano de allí!" Apuntado. Y resulta que son el mismo día y toca nadar por la mañana y correr por la tarde. Doblete "prometedor", pero siendo el último día de agosto, como despedida del verano no me pareció mal plan y me prometí no fallar a ninguna de las dos pruebas.

Por la mañana del sábado, madrugón. A las 5:50AM en pie para llegar a tiempo a Loriguilla. 2h30m de viaje que no se hicieron pesadas de camino a esta localidad valenciana por la emoción ante mi primera competición a nado en un embalse pero que seguro iban a ser muy duras de vuelta.
El camino se hace cada vez más difícil hacia el interior de Valencia y al final acabo en una carretera casi sin espacio para tráfico en doble sentido que, serpenteando entre montañas bajas, de repente, deja ver el embalse a mi derecha. La policía hace malabares para encajar los vehículos que van llegando en las zonas de aparcamiento, dejando claro que el límite de 200 participantes está más que justificado. Esto se nota, además, en la zona de entrega de dorsales, pequeña y separada unos 100-200m de la entrada al embalse, cuesta abajo. Los voluntarios van de cabeza entregando bolsas y gorros y se han quedado sin papel indentificativo para el guardarropa, algo incomprensible si se tiene en cuenta que cerraron las inscripciones muchos días atrás.





En el mirador que hay antes de bajar ya se puede apreciar que no me he equivocado eligiendo travesía. La zona, desconocida para mí, entre Loriguilla y Chulilla, rompe con el paisaje habitual en la costa, un secarral por lo general, para mostrar una gran extensión de agua embalsada entre colinas y monte bajo ante las que no puedo evitar la tentación de pararme a hacer fotos y vídeo.
Una vez en la orilla del embalse la cobertura móvil desaparece y se aprecia mejor todavía la belleza del entorno. Agua algo turbia, pero sin sensación de suciedad ni olor o sabor de ningún tipo, fresca (tardé en acostumbrarme) ... Calentando mientras los chiquillos hacen la travesía infantil veo que ha sido todo un acierto inscribirme.





Se da la salida puntualmente, dentro del agua. Me quedo en las últimas posiciones para no dar ni recibir muchos golpes, pensando en lo bueno que puede ser para mi ánimo ir adelantando nadadores pero, aunque empiezo fuerte, me da la sensación de que adelanto a muy poca gente.
Hay mucho chaval joven, y el ritmo general de la prueba me parece muy alto. Vamos bordeando el embalse siguiendo las boyas y en la primera mitad me noto con fuerzas y trato de seguir a los nadadores que tengo cerca, pero poco después del primer km (creo, pues no se permitía el uso de reloj) empiezo a notarme cansado.

La salida se dio separando a los competidores por sexos, y aproximadamente 5' después de los hombres arrancaron las mujeres. En pleno bajón físico, como decía, con unos 1000m de nado acumulado, me pasa como un rayo el pelotón de cabeza femenino.

Sigo avanzando, intentando dar caza a algún grupo cercano, pero las fuerzas se agotan rápidamente. Me sigue pasando de vez en cuando un grupo de mujeres y tengo la sensación (acertada, según vi después) de que voy a ocupar las últimas plazas.



Centrado en alcanzar la última boya roja, que indicaría el último giro y el camino a la meta, sigo concentrado y tratando de mantener el ritmo sea como sea, aunque esté reventado. No se ve mucho bajo el agua, pero cuando respiro el paisaje me distrae un poco.
Después del último giro, la siguiente boya no se ve por ninguna parte. Lo bueno de ir en el grupo de cola es que hay muchos nadadores delante y con fe ciega los sigo confiando en que aparezca pronto la última boya.

Al final, una línea de boyas pequeñas, como las de una calle de natación de piscina, indican el trazado hacia el control flotante de chip. Acelero intentando alcanzar al nadador que he tenido cerca los últimos 200m, pero él también acelera y es imposible mantener su ritmo.


Menudo sprint pegó el compañero con el que comento la llegada
mientras me sujeto al control de meta para no morir ahogado




Toco exhausto el control de chip y casi no puedo responder a los jueces cuando me preguntan por mi nombre y dorsal "¿que no veis que apenas respiro?" Salgo del agua sin mirar el tiempo, pensando solo en beber algo y comer un trozo de sandía, perdiendo por el camino las gafas.
Las clasificaciones y medallita de finalista las dan en la misma plaza en la que dieron la bolsa, así que cuesta arriba de nuevo a ver cómo ha ido todo, mientras doy buena cuenta de un bocadillo enorme de jamón que había para cada participante y hago cola para recoger la medalla (¿no podrían haberla dado según salíamos del agua?)

Cuando por fin salen las clasificaciones me quedo algo chafado ¿45:05 para 2000m? Sí, he reventado en el 1000, pero ¿tan mal he nadado después? Posición 100 de 154, 21 de 34 en mi categoría. Con tanto junior e infantil (diría que más que en otras travesías), 40 en los primeros 100 puestos, con ritmos inhumanos, tal vez no está tan mal, me digo. Poco después, en redes sociales, la propia organización confirma que en realidad hay, mínimo, 2300m, con lo que si, como leí a algunos nadadores después, son unos 2500m, en realidad no había sido una travesía desastrosa.

Para repetir, sin duda, aunque esté muy lejos de casa. El sitio lo vale, creo que van a estrenar una distancia superior y, para qué negarlo, debo "vengarme" de un resultado que creo que está lejos de lo que puedo conseguir en realidad, aunque hay que reconocer que nadar en agua dulce pone en evidencia mi pobre técnica natatoria y que hay mucho que corregir todavía.





Con todos estos pensamientos en la cabeza tocaba volver rápidamente al coche, ya que en apenas 4 horas me esperaba el Cross de Hondón.

17:30PM y ya ando por Hondón, a unos incomodísimos 30 grados y sintiendo el cuerpo muy cansado de la natación y el madrugón de la mañana. Conociendo la carrera de mi participación en el 2015 (creo que también estuve en el 2012) y de las bajadas Hondón-Aspe, el aparcamiento y la recogida de dorsal son rápidos.
Me sorprende la escasísima participación que refleja el listado de participantes de mi prueba, los 5km, 40 corredores, y del 10000, algo que me confirma Dimas, al que saludo mientras cotilleo un poco los posibles conocidos de ambas distancias.



En el 5000 somos tan pocos que no hay categorías, solo se premiará a los 3 primeros de cada sexo. En el 10000 diría que no llegan a 150 corredores. Lo que ha perdido esta carrera, me digo, mientras vuelvo al coche y saludo a mi compañero de trabajo Pedro que, como Dimas, viene de la vecina Aspe a correr también la distancia corta de la prueba.



Una vez cambiado decido calentar trotando hacia la salida y descubro que las piernas van muy justas de fuerzas. Estoy con las energías bajo mínimos. Menos mal que no hice la locura de apuntarme al 10k.
Arrancamos puntuales y en la vuelta más corta del circuito ya noto que va a tocar sufrir. Calor infernal y piernas de hormigón que se resienten en los suaves (o no tan suaves, no lo tengo claro) toboganes que hay a lo largo del circuito. Miro el reloj en los km 1 y 2 y el ritmo medio ronda los 4:30/km, algo bastante mejor de lo previsto, pero claramente insostenible durante mucho más tiempo, como compruebo poco después.



Aunque disfruto del recorrido, de esa agradable sensación de volver a correr por un circuito que te gusta y que tenías olvidado, la falta de sueño, madrugar, la natación de la mañana, el calor... todo juega en mi contra y empiezo a flojear.
Nos alejamos del pueblo y me viene a la cabeza el recuerdo del paso por la zona más alejada del circuito en el 2015, un tramo ascendente y solitario que recuerdo largo y pesado. Va ser duro, pienso, pero por suerte giro antes de empezar la recta que me llevaría allí.


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Solo pasaría por esa zona si diera la 3ª vuelta larga, en el 10000. Habiendo elegido la carrera corta me libro de aquella más que probable agonía, pero todavía quedan algo más de dos km y cada vez corro más cerca de los 5 minutos por km, sufriendo más de lo que recuerdo en mucho tiempo.

Cómo me alegré de no tener que dar la 3ª vuelta...

Veo pasar un mil en 5:15 coincidiendo con una suave subida más larga de lo que imaginaba y ya abandono mentalmente. Espero acabar sin que me dé un síncope por el calor o la fatiga, sin más.
En mi último paso por la avenida que daba la salida, en sentido contrario, de la bajada Hondón-Aspe, me adelanta cuesta arriba mi compañero de trabajo Pedro, animándome a apretar en los últimos metros. Intento seguirle, pero no puedo ponerme a menos de 20m de él y así, intentando mantener esa distancia, penando, llego de nuevo a la plaza y cruzo por fin la meta, acelerando para no ver un 24 (para lo que hemos quedado, me digo en ese momento).
El reloj oficial se para en 23:59, dejándome en la posición 15 de 42, 14 de 30 hombres (sin categorías por edad, como comentaba, al haber tan pocos corredores). Un tiempo que seguramente no haría pasando el km 5 de un 10000 pero que en mis condiciones doy por bueno.  Avituallamiento modesto, con lo justo, y a casa a morir al sofá y plantearme la próxima temporada.




Meta. KO





Una temporada de la que ahora mismo solo pienso en su primera parada importante, Behobia-San Sebastián, una distancia y desnivel a los que no me enfrento hace demasiado tiempo y para la que creo que estos dos meses que quedan tal vez haya tiempo de llegar al menos para acabarla sin pensar en marcas, permitiéndome no sufrir demasiado. Con lo que lleve rodado hasta noviembre espero mantenerme y llegar a enero con la misma idea, acabar y no sufrir mucho, sin buscar tiempos, la media de Sta. Pola, Después, a centrarse en la natación, que tocará entrenar mucho para enfrentarse a los retos de la primavera que ya tengo casi decididos.

Os cuento cómo va todo en la próxima entrada del blog.
Gracias por estar ahí.
Saludos.

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