CARRERA DE LA LUZ - SANTA POLA




Siempre que tengo la oportunidad de correr en Santa Pola, bien porque he ido a su ya desaparecido 10k nocturno, bien porque me apunto (cada vez menos) o me toca inscripción (como el año pasado) al medio maratón, me digo lo mismo: Este año tiene que ir bien. Y es que, a pesar de que se organizan carreras con perfil llano, rápidas, con mucha animación en las calles, en momentos buenos de la temporada como la media, en enero, excepto en el medio maratón del 2015, nunca he salido contento de los resultados. O acabo cansado antes de tiempo, o el calor hace imposible una buena carrera (así pasaba en el 10k nocturno)...
La aparición en el calendario de la primera edición de la llamada "Carrera de la Luz" (...al final del túnel, llegué a pensar un par de veces, de lo mal que me sentí en algún momento de la prueba)  de Santa Pola el pasado domingo volvía a hacer que quisiera darle otra oportunidad a las carreras santapoleras.
Parecía tomar el relevo del 10k nocturno de verano que ha dejado de organizarse, repitiendo gran parte de su recorrido y con la ventaja de hacerse una tarde-noche de octubre, sin agobios por altas temperaturas. Además, todo lo recaudado se destinaba a AECC. Viendo mi arranque de temporada, con unos tiempos ligeramente mejores que el año pasado en circuitos no tan llanos, era una opción muy buena para seguir probando las piernas y viendo la evolución (o no) del entrenamiento, pensando en el esperado pico de forma que suelo alcanzar en invierno.

Recorrido llano y conocido, al coincidir con parte de la media o el anterior 10k nocturno

Tenía la posibilidad de recoger el dorsal la mañana de la carrera así que pensando que la prueba podría reunir, como hacía el 10k de verano, a 1000-2000 corredores como poco, me acerqué a la zona de la salida para ganar tiempo y de paso ver las posibles zonas de aparcamiento para la tarde. Viendo el listado de participantes comprobé que la carrera no había tenido el mismo poder de convocatoria que el 10000 veraniego, consiguiendo apenas 500 corredores.

Dorsal recogido, junto al puerto

No me confié, de todos modos, y por la tarde llegué con tiempo suficiente para buscar sitio para aparcar y calentar tranquilamente. Por la mañana, recogiendo el dorsal, me había animado recordando el ambiente de la media, el recorrido cerca del puerto y tenía ganas de ponerme a prueba.
Mientras calentaba aquella tarde, casi de noche ya, la pereza había ganado mucho terreno a la motivación. Había descansado bien las dos últimas semanas, tenía el peso bajo control y había vigilado la dieta de forma casi ejemplar. Todo hacía presagiar una buena carrera, pero algo me decía que, una vez más, correr por Santa Pola no iba a ir tan bien como hubiera querido.

Atardecer santapolero, antes de empezar a calentar

Después del lanzamiento de fuegos artificiales arrancábamos puntuales a las 20:00 desde el puerto, junto al Club Náutico, en dirección a Playa Lisa. Un giro a la derecha demasiado cercano a la salida hizo que costara un poco correr con comodidad hasta pasados unos 500m , donde por fin se estiró un poco el pelotón y pude encontrar el que esperaba que fuera mi ritmo de carrera.
Conocía el terreno después de haber corrido varias carreras en Santa Pola desde el 2009 y tener todas prácticamente el mismo recorrido o muchísimas zonas en común.
La primera mitad tocaba correr hacia la zona de las salinas y volver al puerto pegados a la playa, tal como hacía el medio maratón.
Empecé demasiado fuerte, a 4:16 el primer km, pero recuperé el ritmo los dos km siguientes, a 4:23 y 4:29.
La idea era hacer una primera mitad en 22 minutos y acelerar la segunda parte aunque según avanzaba la carrera veía que iba a ser imposible. No había girado todavía por las salinas, el que suele ser el km18 aproximadamente en la media, de vuelta ya hacia el puerto, y notaba las pulsaciones muy altas y las piernas cansadas. La cabeza también empezaba a jugármela y el recorrido se me hacía pesado, monótono, llegando a protestar mentalmente ante el más mínimo falso llano que encontrara.
La escasa animación en las calles en esta primera mitad no ayudaba a que consiguiera distraerme. Recordaba todo lo que tenía por delante todavía y la carrera me parecía muy larga. No era mi día, desde luego.

En el arranque de la prueba había escuchado que los puntos kilométricos estaban señalados con antorchas. En realidad, no vi ni uno, y aunque en algunas zonas había voluntarios con antorchas todos ellos estaban muy lejos de las marcas reales de cada mil.
Me fié, por lo tanto, de lo que fuera indicando el reloj, que poco a poco iba registrando un ritmo de carrera cada vez más lento.

El paso por el avituallamiento no mejoró la situación. Ante la acumulación de corredores en el carril derecho para recoger agua pensé que podía llevarme una botella con más comodidad en la parte izquierda del avituallamiento. Me equivoqué, corregí de nuevo buscando el carril derecho, viendo unos niños con las manos levantadas, pero, nueva equivocación, se trataba de animadores que solo buscaban chocar la mano con los corredores sin ofrecer agua. El tramo de avituallamiento había sido algo corto y si quería una botella tocaba frenar y retroceder. Maldije y decidí no beber, pensando que la temperatura era buena y que no había sudado tanto como para necesitar agua. Ya iba suficientemente mal la cosa como para frenarme en ese momento.

De vuelta a la zona de salida, en sentido contrario, la animación en la calle fue en aumento. Mucho público, música... Me esforcé tratando de olvidar las  malas sensaciones, pero el cuerpo seguía a lo suyo. El ritmo medio seguía cayendo en picado y ya empezaba a estar por debajo de 4:30m/km ¿Tendría que pelear por estar en menos de 45? ¿Iría a peor y habría que dar gracias si veía al final un 47 en el crono?

Recordaba el recorrido que tenía por delante y me agobiaba más todavía. El tramo por la Avda.Santiago Bernabeu hacia las calas de Santa Pola del Este me parecía larguísimo antes de haber empezado a recorrerlo. Por suerte, había olvidado que antes de llegar a esa parte corríamos cerca del castillo de Santa Pola, con grupos de percusión en la calle y mucho público, algo que consiguió hacerme olvidar temporalmente el bache anímico y físico que atravesaba.

Antes de llegar a la que me parecía, de antemano, la parte más pesada de la carrera, esa ida y vuelta por la avenida hacia las calas, el circuito nos regalaba, sobre el km7, una rampa con la que no contaba, apenas 200-300m con un máximo de 6% de pendiente aproximadamente, que me frenó todavía más y terminó de machacarme moralmente. ¡Qué mal lo estaba pasando y qué lejos quedaba la meta todavía!

Cuando llegué al extremo del circuito al este de Sta.Pola y se inició por fin el tramo de vuelta hacia la meta, al pasar por el km 8 miré el reloj, después de mucho tiempo sin hacerlo. No había ido tan mal la cosa, pero si quería ver menos de 45 minutos al final, "mal" por estar lejos de lo esperado pero muy bien teniendo en cuenta las pésimas sensaciones hasta el momento, tocaba acelerar y no dormirse.

El paso por el km 9 fue más rápido que los dos anteriores pero no lo suficiente como para permitir cumplir el objetivo si no aceleraba más todavía. El tramo pegado al puerto hacia la meta se hizo eterno. Subí el ritmo notando que el corazón iba a reventar y mirando constantemente a lo lejos. ¿Dónde estaba el maldito arco de meta?



Al final vi la zona de llegada. Alguien me animó por mi nombre, escrito en el dorsal (luego descubrí que era J.M.Manga, al que todavía no había desvirtualizado y solo conocía por redes sociales) y apreté todo lo que pude. No miré mi reloj pero viendo el crono oficial a lo lejos estaba claro cómo había ido la carrera. Subí el ritmo todo lo que pude, viendo que el tiempo oficial todavía no llegaba a los 45 minutos por muy poco y estoy seguro que crucé la meta segundos antes de los 3/4 de hora oficiales, reventado, aunque los datos de chiplevante dicen otra cosa: 45:01 oficial, 44:46 real, 90 de 429 en la clasificación general, 63 de 204 en mi categoría (solo había senior y veterano ¿?) y 88 de 293 hombres, en una carrera que seguro se hace fija en el calendario y ve aumentar el número de participantes el año que viene.

A falta de fotos oficiales, autofoto en la meta
Como os comentaba y como parece ser costumbre, me marchaba de nuevo (y van...) de Santa Pola sin estar satisfecho con el resultado de una carrera. Tal vez no estaba para récord personal, aunque muy en el fondo sí que lo esperaba, para qué engañarme, pero contaba con ver de nuevo menos de 44 minutos y que las sensaciones fueran mucho mejores. Había hecho los deberes en todos los sentidos ¡joder! El sub.45 hace 2 años que dejó de ser la marca a batir en un 10000 y admito que hasta que no salí de la ducha esa noche no vi las cosas con más optimismo.

Porque podría verse de otro modo (siempre se puede). Podría pensarse que yendo con malas sensaciones, sintiendo en algunos momentos que podría irme a tiempos que recordaba de hace varios años, había conseguido rodar a 4:30 aproximadamente. Un día medianamente bueno, como los que ha habido hasta ahora (3 carreras esta temporada, solo 1 no tan buena) puedo quedarme cerca del objetivo. Con más entrenamiento y en un día bueno... Todo llegará.



Ya estoy pensando en las siguientes carreras y en mi revancha con los diez miles. El 5 de noviembre vuelvo a Daimies Derramador, a los 10km de Mil Camins Una Meta, que no corro desde su primera edición en el 2012, donde conseguí la que hasta aquel momento era mi mejor marca en 10km, poco más de 46 minutos y donde este año espero que vuelva a darse tan bien como entonces y, allí sí, ver de nuevo menos de 44 minutos y poder pelear por arañarle segundos a mi récord personal. Por otra parte, también tengo fecha ya para la primera media de la temporada, el 26 de noviembre en Lorca, como toma de contacto con la distancia, sin muchas pretensiones todavía.

Os cuento cómo va todo en la próxima entrada del blog.
Gracias por estar ahí.
Saludos.


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